Secciones
Servicios
Destacamos
Nada más verles entrar por la puerta de la consulta, sé cosas de mis pacientes, antes incluso de que digan nada. Sé si son fumadores, por ejemplo. 'Debería usted dejar ese mal hábito', les digo. '¿Y usted cómo sabe que fumo?'». Andrea Combalia (Barcelona, 1989) lo sabe en cuanto se fija en su piel: «Se ve engrosada, con puntos negros, las arrugas alrededor de la boca más marcadas...». Miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología, empezó a aconsejar sobre cuidados de la piel en su cuenta de Instagram, que cuenta ya con 50.000 seguidores. Ahora acaba de publicar 'Piel sana in corpore sano' (editorial Grijalbo), una suerte de enciclopedia de la piel. En conversación telefónica, nos insiste en extremar el cuidado con la mascarilla: «Facilita el entorno de humedad y los filtros rozan la piel. Es verdad que se nos resecan menos los labios, pero estamos viendo más irritaciones, empeora el acné...». Aquí unos consejos para cuidarnos.
28 días es el tiempo que tarda la capa más externa de la piel en renovarse.
2 metros cuadrados es la superficie media de nuestra piel.
5 kilos pesa nuestra piel, el órgano más extenso que tenemos.
¿Por qué nos sale celulitis?
Celulitis o piel de naranja. Es una lucha contra un titán. «Afecta casi al 90% de las mujeres y también aparece en personas delgadas», confirma la dermatóloga. Y explica cómo salen esos indeseados –e inevitables– hoyuelos en la piel, producto de una herniación de la grasa de la hipodermis hacia la dermis –la tercera y la segunda capa de la piel, respectivamente–. «Los adipocitos (células donde se almacena la grasa) pierden su posición oblicua y se sitúan en vertical, perdiendo tensión y permitiendo la herniación del tejido». ¿Se puede evitar? No. ¿Podemos hacer que no empeore? Sí: «La vida sedentaria, las dietas ricas en grasas y carbohidratos, el estrés y el abuso del tabaco y el alcohol contribuyen a la acumulación de tejido graso» y a que la celulitis, por tanto, se note más.
¡Ojo, herida!
Cuántas veces nos hemos arrepentido de arrancarnos una costra... «Cuando nos hacemos una herida, la sangre poco a poco se coagula, se seca y forma una capa dura, la costra. Su función es de protección a medida que la piel lesionada se repara, pero, si se arranca, vuelve a sangrar, la herida se inflama y, probablemente, la cicatriz residual será más visible ». Si hay cicatriz, es que la herida ha llegado, por lo menos, hasta la dermis (la segunda capa de la piel), donde están los vasos sanguíneos y las terminaciones nerviosas. «El cuerpo repara fácilmente el sangrado, pero la recuperación de las terminaciones nerviosas no es tan sencilla, porque se activan y eso provoca dolor, quemazón y esa sensación de picor». Es difícil, pero, si pica, no te rasques, advierte Andrea Combalia, «porque, aunque el rascado proporciona un placer inmediato, perpetúa el picor».
Las patas de gallo
Si la piel de la cara, en comparación con la del resto del cuerpo, es más delgada y sensible, más fina es todavía la capa que recubre la zona de los ojos. De ahí que la piel de los párpados deje hasta entrever los vasos sanguíneos. La del contorno de los ojos también tiene muy poco grosor y, además, «está sometida al constante movimiento del parpadeo, de ahí que sea uno de los primeros lugares del cuerpo donde salen las arrugas finas».
Puntos negros...
«Hay productos cosméticos que prometen cerrar los poros, pero eso es imposible. Es más, son esenciales, ya que son los orificios a través de los cuales los folículos pilosos y las glándulas se abren a la piel». Su tamaño varía y suelen estar más dilatados en pieles grasas, explica la experta. En su interior se acumula a veces el exceso de sebo, queratina, pigmentos y células muertas, produciendo los antiestéticos puntos negros. 'Salen' a veces apretando la piel, pero Combalia no lo recomienda: «Al presionar la piel corremos el riesgo de inflamarla, provocando una infección que puede dejar marcas y cicatrices». Su eliminación, dice, pasa por la limpieza. Y el mismo tratamiento se aplica a los puntos blancos, 'quistes de millium', unas bolitas blancas, duras y diminutas que aparecen en mejillas, contorno de ojos y nariz. «En el caso de los puntos negros, el contenido del poro está en contacto con el exterior, se oxida y coge color. En los puntos blancos, ese contenido se queda 'encerrado' al ocluirse el poro. No los aprietes, su extracción es laboriosa y debe hacerla un profesional».
Tipos de piel
Una de las cosas que más nos preocupan de nuestra piel es saber si es seca o grasa. En el primero de los casos, «produce poco sebo, se descama fácilmente y es propensa a irritaciones. Habitualmente es una piel delgada, de aspecto frágil y apagado, y quien la tiene así suele referir una sensación de tirantez». Las pieles grasas, por el contrario, «poseen una elevada producción de sebo y son más gruesas. Quienes la tienen así suelen tener los poros más dilatados y son más propensos al acné y los puntos negros. Suele presentar brillos en la zona de la frente, la barbilla y la nariz». Muchas veces, estas personas tienden a no echarse crema hidratante. ¡Y solo lo están empeorando! «Una piel grasa también debe hidratarse, porque, cuando se deshidrata, tiene tendencia a generar más sebo», advierte la especialista, que recomienda para estos casos «cremas más fluidas con activos seborreguladores».
¿Por qué se nos arrugan los dedos de la mano en el agua?
Solo sucede con la piel de manos y pies: se arruga cuando estamos un rato sumergidos en agua. Más en la piscina que en la playa; más con agua caliente que fría. «Parece que esta reacción es un reflejo del sistema nervioso. La piel se arruga para mejorar el agarre y la sujeción de objetos en ambientes muy húmedos y evitar así el deslizamiento». También son habituales en manos y pies los callos, «un engrosamiento de la capa córnea que percibimos como piel dura y anaranjada, fruto de la fricción».
El orden de los productos
La rutina de limpieza, hidratación y cuidado pasa por la aplicación de varios productos (algunos opcionales). En caso de usar todos, el orden es el siguiente: limpieza con agua micelar, leche, aceite, geles o espumas limpiadoras, tónico (no limpia, tonifica la piel y mantiene el pH), sérum, contorno de ojos, crema hidratante, fotoprotector (FPS 30 o 50) y, en último lugar, maquillaje.
¡Me he quedado blanco!
¡Estás blanco! A veces es una forma de hablar. Otras veces sucede que palidecemos de verdad. Es miedo. «Cuando nos sentimos amenazados, nuestro sistema se activa aumentando la presión sanguínea, el ritmo cardiaco e hiperventilando gracias a la famosa adrenalina. Esta se encarga de contraer los vasos sanguíneos de la piel para desviar la sangre a nuestros músculos. Cuando esto sucede, hay una menor cantidad de sangre que circula por la piel de nuestro rostro y por eso adoptamos un tono blanquecino».
Acné cosmético
Las personas que se maquillan deben limpiarse la piel de manera más exhaustiva. «Hay bases de maquillaje que pueden favorecer los brotes de acné, especialmente en el mentón, las mejillas y la sien. Cuantos más granitos e imperfecciones, más maquillaje aplicamos para ocultarlos, pero, si el maquillaje no se retira correctamente, los empeora», alerta la dermatóloga.
Epidermis: Es la capa externa y, por tanto, la que recibe continuas agresiones. Contiene unas células llamadas 'queratinocitos' que viven 28 días. Cuando mueren, se desprenden y se descaman, aunque es una descamación tan fina que el ojo no la ve. Gracias a este proceso, la epidermis se renueva una vez al mes.
Dermis: Es la capa media y está compuesta por fibras de colágeno y elastina que aportan fuerza y flexibilidad a la piel. Es rica en terminaciones nerviosas y vasos sanguíneos y es la parte de la piel que sangra y duele cuando nos cortamos. Estos vasos sanguíneos, además de reaccionar a la temperatura (se contraen cuando hace frío y se dilatan cuando hace calor), son los que reaccionan ante las emociones y provocan el sonrojo cuando sentimos vergüenza o la palidez cuando tenemos miedo.
Hipodermis: Es la capa más interna y la forma la grasa que hay bajo la piel. Su función es almacenar energía, es un magnífico aislante que nos ayuda a mantener la temperatura corporal y también ejerce de 'amortiguador', protegiendo los órganos y los huesos de impactos. Se compone de adipocitos, unas células con forma de almohadilla que se encuentran en más cantidad en glúteos, muslos y cadera en las mujeres, mientras que en hombres se tienden a acumular encima de la cintura, en la parte baja del abdomen y en la espalda.
Publicidad
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.