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Nadie en el sector de las clínicas estéticas imaginaba que la pandemia traería consigo una fiebre por las intervenciones en los labios, ocultos, como aún permanecen buena parte del tiempo, tras las mascarillas. «No nos lo esperábamos», dice Concha Obregón, vocal de la Sociedad Española ... de Medicina Estética (SEME) y propietaria de uno de estos centros en Santander. «El que la mascarilla pueda tapar los moraditos que se producen tras alguna de estas intervenciones, unido a las videoconferencias por el teletrabajo, donde solo nos veían la cara, ha provocado un aluvión de peticiones». La de labios se sitúa entre las tres intervenciones estéticas más demandadas: «Siempre ha estado arriba, pero ahora más, junto con el botox para las arrugas de sonreír».
Es común pensar que este tipo de intervención siempre sale mal, ante la frecuente visión de lo que más parecen belfos de caballo, boca de mero o pico de pato que labios humanos. Y de ahí no es extraño colegir que quizá sea mejor no tocar esa parte del cuerpo, a la vista de esos resultados tan llamativos... para mal. «Pero eso es porque solo vemos las que están mal hechas –explica Obregón–, las bien realizadas no se notan». Es fácil acordarse de bocas 'recauchutadas' como la de Meg Ryan, Lana del Rey, Donatella Versace, Esther Cañadas...
«La gente exige barbaridades –desvela la doctora–, te sorprenderías, pero yo me niego, decir que no es un acto médico, igual que si alguien quiere un antibiótico y no se lo doy porque no lo necesita. Si me piden algo que les va a estropear la cara me niego. Solo los médicos más jóvenes están más mediatizados por lo que vemos en las redes sociales, por las modas, pero el resto decimos que no. Es nuestra labor explicar que no hace falta hacerse eso, que la cara se contempla en su totalidad, el 'full face' lo llamamos, y podemos llevar labios arreglados pero bonitos y coherentes con nuestra cara». ´
Precisamente por esta influencia, señala que lo más demandado entre los jóvenes son los 'labios rusos', «muy gordos, con un volumen tremendo, junto con los 'foxy eyes', ojos de zorro, otra tendencia, con las cejas y la mirada hacia arriba. Pues yo 'labios rusos' no hago». Desvela que a mucha de la gente joven que acude a su consulta tiene que ponerles en la realidad, «porque les quedará una huella estética, ese cambio en su fisonomía que quieren hacer provocará un impacto, se va a notar, les van a decir que se han hecho algo, y no es bueno que rápidamente te suelten: 'Pero qué labios te has puesto'. Hay que encaminarles, hacerles ver que se trata de una cuestión más psicológica».
Además, ahora se lleva la boca más natural, más normal, «porque es imposible la elegancia con un labio ordinario. Lo de los labios gordos de los años 90 va quedando atrás, aquellos rellenos con silicona están prohibidísimos». Cita la experta casos fallidos como los de la modelo Esther Cañadas y Belén Esteban. ¿Un acierto? «El retoque de labios de la reina Letizia, muy coherente. Espero que se quede así, que no busque mejorar, porque, como decía un colega de profesión, 'lo mejor es enemigo de lo bueno'». Y destaca que durante muchos años la boca más demandada ha sido la de Inés Sastre. «Ahora es más habitual que te traigan una foto de redes sociales de alguna mujer operada, sobre todo las más jóvenes».
Las peticiones de retoque de labios se producen en base a dos criterios: la edad y la morfología. «Gente con labio pequeño y retractil, algo que tiene que ver con la genética y también con la disposición de las arcadas dentales, donde se apoyan los labios. Porque pierdes piezas o los dientes se van moviendo, especialmente en la juventud. Pero también con la edad, el labio cambia, las caras se 'cierran', se mete la boca, se hunden los ojos, y lo que tenemos que hacer entonces no es solo el labio, sino abrir esa cara y devolverle la boca que tenías antes, hidratarla... El labio se va cerrando, gira hacia adentro buscando los dientes y hay que sacarlo hacia fuera, pero nada de hincharlo. Debemos guardar las proporciones que esa persona ha tenido».
Obregón aconseja hacer el retoque o aumento en dos sesiones, para ir viendo si hay que plantarse o se puede seguir adelante. A las personas más mayores les pide fotos de juventud, «suelen tener muchas y muy buenas, para ver cómo los tenían, así me oriento y nunca les voy a hacer una cosa que no tuvieron. Sobre todo les pido que sonrían mientras estoy haciendo la intervención, porque esa sonrisa no debe cambiar. Así voy viendo en qué momento hay que parar».
Primero habla con el dentista, por si hay que hacer ortodoncia, ya que entonces habría que esperar hasta que la base ósea esté fija. Los tratamientos se basan en inyectar ácido hialurónico con densidades diferentes dependiendo de la zona: «Además no es lo mismo hidratar para dar un poco de lustre que cuando hay que rehacer por las arruguitas o porque se ha perdido masa. Hay que estudiar para realizar las técnicas inversas a cómo se produjo el daño». Distingue entre dos zonas: el 'labio blanco', que se refiere a las arruguitas que surgen en el bigote, y luego está el 'labio rojo', «que es mucosa y necesita otro tipo de hialurónico para que coja volumen, para hidratarlo».
Con las personas más mayores, «poner labios en una cara que no está arreglada es como llevar zapatos nuevos con ropa desastrada». Recomienda revisar la cara al completo:«Arreglar pequeñas cosas para darle lustre, con luz pulsada para las manchas, hidratar la piel, por las noches con retinol, y por la mañana con vitaminas, perfilar los marcos óseos... Así se va abriendo la cara, y cuando llegas al labio el 50% del trabajo lo tienes hecho».
400-800 euros es la horquilla en la que se mueven los precios por un retoque de labios, que suele constar de dos sesiones.
2.000 euros y hasta 3.000 es lo que cuesta una intervención completa cuando el problema es por efecto de la edad. Entonces primero se retocan otras partes de la cara y lo último es la boca.
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