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Con el paso de los años nuestros cuerpos van perdiendo facultades de manera progresiva. Lo vemos en nosotros mismos y, sobre todo, en nuestros mayores. Tienen menos fuerza, los esfuerzos se les hacen cada vez más cuesta arriba, enferman más a menudo porque sus defensas ... no son capaces de reaccionar con la misma eficacia, se vuelven más olvidadizos... La pérdida de fuerza está causada por lo que los médicos llaman sarcopenia, que es la disminución paulatina de la masa muscular. Es una de las razones que explican que se caigan más, se lesionen con mayor facilidad y necesiten de mayor supervisión.
«La sarcopenia comienza a partir de los 55 años», explica Antonio Zorzano, jefe del laboratorio de Enfermedades Metabólicas Complejas del Institute for Research in Biomedicine (IRB) de Barcelona. A partir de esa edad, la cantidad de músculo disminuye entre un 1 y un 2% anual y la fuerza lo hace entre un 1,5 y un 3% a partir de los 60 años, según la Sociedad Española de Reumatología. En los hombres el proceso es más progresivo, mientras que las mujeres es más brusco por la menopausia.
«Sabemos poco de cómo sucede y de cómo tratarlo farmacológicamente. Por ejemplo, no sabemos cómo revertir la caquexia cancerosa, una disminución de la masa muscular que se produce en algunos tipos de cáncer», resume el experto, que ha coliderado un estudio junto al doctor David Sebastián, de la Universidad de Barcelona (UB), y la colaboración del Parc Sanitari Sant Joan de Déu en el que han analizado el papel clave que juega una proteína, la TP53INP2. Su conclusión es que niveles altos de esta proteína se correlacionan con una mayor fuerza muscular y un envejecimiento más saludable en los seres humanos.
En su investigación hicieron un centenar de biopsias musculares en muestras de pacientes de varias edades. Al analizar las de los mayores de 68 años, encontraron una menor presencia de la TP53INP2. Descubrieron también que los pacientes de edad avanzada y con una menor presencia de esta proteína tenían una menor fuerza de agarre en las manos, uno de los mejores indicadores de cómo será la calidad de vida de una persona y de qué enfermedades desarrollará. Es más, se ha relacionado también con la pérdida de masa ósea –osteopenia–, riesgo de fracturas en caso de caídas, problemas de sueño y depresión e incluso con problemas cognitivos. «Lo más importante es que los que tenían mayor presencia de la proteína, envejecían mejor».
Lo que hace la TP53INP2 es mantener o activar la autofagia, el proceso natural por el que las células destruyen las partes que no funcionan o que lo hacen de forma defectuosa. «Es como si la célula pasara por el garaje. Reconocen lo que no funciona bien y las degradan». Esta especie de mecanismo de autolimpieza reduce la probabilidad de contraer ciertas enfermedades y prolonga la esperanza de vida. Y, claro, contribuye a mantener los músculos. Lo probaron en dos ensayos con ratones. En uno de ellos vieron que algunos de ellos «expresaban más esta proteína durante toda su vida, lo que les protegía de la sarcopenia que acompaña al envejecimiento». También lo hacía contra enfermedades metabólicas relacionadas con la edad.
En el otro experimento, investigaron si era posible mejorar el estado muscular de un ratón ya viejo. «Mediante un sistema de terapia génica indujimos la expresión de esta proteína cuando los animales ya eran muy mayores. Lo que vimos es que fuimos capaces de mejorar la sarcopenia de los mismos: aumentaban su masa muscular y la fuerza. Digamos que es una prueba de concepto que muestra que si mejoras esta proteína y si mejoras la autofagia, puedes mejorar el nivel de masa muscular del animal», asegura Zorzano. «Este estudio no solo subraya la importancia de mantener activa la autofagia en los músculos para prevenir la pérdida de masa muscular, sino que también nos da esperanzas sobre posibles tratamientos que podrían mejorar la condición o al menos mitigar los efectos del envejecimiento en nuestros músculos», añade Sebastián.
– ¿Qué podemos hacer mientras tanto?
– Sabemos que el ejercicio moderado ayuda porque hace que las células se reciclen constantemente. También dietas de restricción calórica. Y la rapamicina, una molécula que activa la autofagia.
– ¿Y no se podría ingerir la TP53INP2 como se hace con otras proteínas?
– No, es una proteína intramuscular. Por vía oral se degradaría. A todos nos gustaría tomar una pastilla y que mejoraran nuestros músculos
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