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La obesidad es un problema que también afecta a nuestras mascotas. Tanto, que se calcula que aproximadamente la mitad de los perros y gatos domésticos tienen sobrepeso, un factor de riesgo que puede derivar en enfermedades articulares, diabetes e, incluso, pancreatitis. «La gran diferencia con ... los humanos es que los animales no tienen la facultad de poder controlar lo que comen, sino que dependen única y exclusivamente de lo que les sirve su dueño, por lo que es fundamental proporcionarles una dieta adecuada a su edad, especie y raza. De lo contrario, la mascota terminará con sobrepeso y puede que incluso con obesidad», explican en la clínica Veterinos de Sant Cugat (Barcelona), especialistas en el cuidado de animales pequeños.
La ecuación es sencilla. Cuando el animal consume más calorías de las que gasta, acumula más grasa en el cuerpo y la mascota empieza a ganar peso. «En el caso de los perros y los gatos no existe una fórmula mágica para lograr que adelgacen más allá de racionarles el alimento y conseguir que hagan más ejercicio. Ahora bien, las dietas estrictas no suelen funcionar con las mascotas porque son animales muy demandantes con la comida. Te piden, te piden, te piden... Lo mejor en estos casos es recurrir a piensos saciantes o repartir la ración diaria establecida por su veterinario en varias veces para evitar la ansiedad. También funciona muy bien sacarles menos tiempo a la calle pero más veces para que se muevan y pierdan grasa. En cualquier caso, la pérdida de peso debe ser de forma progresiva y gradual», precisa María Luisa Fernández Miguel, presidenta del Colegio de Veterinarios de Tenerife y vocal de la sección de pequeños animales de la Organización Colegial Veterinaria Española (OCV).
Pero, ¿cuándo se considera que hay que poner a dieta a un animal de compañía? «Se entiende que los perros tienen sobrepeso cuando superan entre un 15% y un 30% el peso establecido como normal para su raza. A partir de ese porcentaje, estaríamos hablando ya de un animal obeso, mientras que, en el caso de los gatos, se considera que están por encima de su 'peso ideal' cuando lo superan en más de un 10% y sufren obesidad cuando el porcentaje es superior al 20%», especifican en la clínica Veterinos.
Además del aumento de tamaño, existen otras señales de alerta que indican que la mascota tiene problemas de sobrepeso como, por ejemplo, «cuando no podemos palparle bien las vértebras de la columna, tenemos dificultades para contar las costillas, el animal juega y duerme menos, está de mal humor, tiene dificultades respiratorias o notamos grasa acumulada en el área lumbar y en la base de la cola», enumeran los expertos.
No cabe duda de que la sobrealimentación es la principal causa de obesidad en mascotas –«prohibidísimo darles de comer nuestras sobras»–, pero no es la única. La genética también influye. Y mucho. De hecho, hay razas que son más propensas a engordar que otras. En perros, los mestizos, beagle, golden retriever, carlinos o caniches se llevan la palma en este aspecto, mientras que las especies de gatos con más facilidad para subir de peso son los maine coon, bosque de Noruega, neva masquera y los que no son de raza pura. «Aunque en este caso influye mucho que la mayoría de los gatos domésticos están castrados y eso les hace más propensos a coger kilos de más porque consumen menos energía», puntualiza María Luisa Fernández Miguel.
El sexo y la edad de las mascotas también se refleja en la báscula, junto con patologías endocrinas tipo hiperinsulinemia, hipotiroidismo o síndrome de cushing. «La obesidad suele ser más frecuente en hembras y la probabilidad de sumar kilos de más es mayor a partir de los 5 años, por lo que debe tenerse especial cuidado con la alimentación de las mascotas adultas y senior», coinciden los expertos. Un dato: los gastos médicos de las mascotas con sobrepeso son hasta un 20% superiores a los de un animal sin este problema.
Al igual que ocurre con los humanos, la obesidad incrementa el riesgo de sufrir determinadas enfermedades en las mascotas. «El exceso de peso no solo disminuye la inmunidad de perros y gatos –son más propensos a contraer infecciones–, sino que también afecta a sus articulaciones, causándoles daño e inflamación. Este es el origen del círculo vicioso en el que el animal se niega a moverse porque se siente incómodo y, cuanto más peso gana, menos ejercicio hace. Los gatos con kilos de más, por ejemplo, tienen más probabilidades de sufrir diabetes. También predispone a enfermedades cardiovasculares, respiratorios y urnarias», explican los veterinarios.
Caniche 4-7 kg.
Chihuahua 1-3 kg.
Téckel 6-10 kg.
Yorkshire 1-3 kg.
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Lebrel italiano 3-5 kg.
Bulldog francés 10-15 kg.
Husky siberiano 17-25 kg.
Pastor belga 21-31 kg.
Collie 18-25 kg.
Shar Pei 18-27 kg.
Pastor alemán 16-40 kg.
Bóxer 26-38 kg.
Labrador 27-40 kg.
Golden retriever 27-37 kg.
Doberman 23-45 kg.
Gran danés 49-79 kg.
Terranova 43-70 kg.
Mastín 40-66 kg.
San Bernardo 52-89 kg.
Rottweiler 35-52 kg.
Común europeo 3-6 kg.
Persa 3-5 kg.
Siamés 3-6 kg.
Angora turco 2-5 kg.
Azul ruso 2-5 kg.
Birmano 4-6 kg.
Maine Coon 8-10 kg.
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