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Cuántas veces le han dicho que las manchitas blancas que aparecen de vez en cuando en las uñas son un síntoma de falta de calcio. Muchas, seguro. Pues olvídelo. Es uno más de esos falsos mitos que de tanto repetir terminamos creyendo. «Nada más lejos ... de la realidad. Se deben a pequeños traumatismos de repetición, como el gesto de golpear las uñas contra la mesa o incluso meter la mano en los bolsillos de vaqueros muy ajustados», aclara la dermatóloga y divulgadora científica Ana Molina. Al contrario de lo que muchas personas piensan, las uñas poseen muy poco calcio. Están formadas por una lámina dura de queratina –la misma proteína que forma el pelo y que abunda en la capa superior de la piel–, «que ejerce de barrera mecánica y protege los extremos de los dedos. Las uñas no solo actúan como un dispositivo para la defensa y el agarre, sino que también son un espejo de nuestra salud», resume la dermatóloga Lourdes Navarro, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) y de la Sociedad Europea de las Uñas (European Nail Society). Aquí unos ejemplos.
«Una uña sana es de color rosado y tiene una media luna blanca en la base (lúnula). Es fuerte y no se rompe con facilidad», explica la doctora Andrea Combalia. Si bien es cierto que no todas las uñas son iguales, las dermatólogas coinciden en la importancia de vigilar «las alteraciones tanto de color como de forma». «La mayoría de los cambios se deben a factores externos sin importancia, pero también pueden revelar alguna patología».
Las famosas manchas blancas, por ejemplo, «aparecen como consecuencia de un daño en la matriz de la uña y pueden presentarse de muchas maneras: punteada (la más frecuente), en bandas longitudinales, transversales o en toda la uña», precisa la doctora Navarro. «Y la causa que las origina está relacionada con la queratina, no con la falta de calcio», añade Combalia. Pero, ojo, porque la leuconiquia también puede ser un síntoma de patologías de la piel como la psoriasis o los hongos.
Algo parecido ocurre con los lunares ungueales. Sí, en las uñas también hay lunares. A diferencia de los de la piel, tienen una forma lineal que ocupa todo el largo de la uña y un color marrón más o menos homogéneo. «Hay que controlarlos muy de cerca para detectar a tiempo un melanoma. Aunque es una patología poco frecuente, si tienes una lesión marrón con líneas irregulares, de un color más parecido al negro o que también afecta a la piel del dedo debes consultarlo con un dermatólogo», recomiendas las expertas.
Con la edad, las uñas crecen de forma más lenta. Las de las manos se vuelven más finas y débiles, mientras que las de los pies 'engordan' y pierden su característico color nacarado. En los adultos es muy habitual ver unas estrías longitudinales que recorren toda la uña y que en ocasiones se acompañan de laceraciones o muescas en los extremos. No se preocupe. «Forman parte de los signos de envejecimiento y se pueden considerar como las 'arrugas' de las uñas», señala la doctora Navarro.
Una pregunta de Trivial. ¿Cuánto diría que tardan en crecer? Pues lo cierto es que el ritmo de crecimiento no siempre es el mismo. De hecho, varía de un dedo a otro y de una persona a otra. En cualquier caso, lo habitual es que las uñas de las manos crezcan un milímetro a la semana. «¡Lo puedes calcular con facilidad cuando llevas hecha la manicura!», señalan las expertas. Las de los pies, sin embargo, se demoran bastante más. «Las de las manos tardan entre 6 y 8 meses en recambiarse por completo, mientras que las uñas de los pies pueden tardar más de un año».
Tanto las uñas como el pelo están en constante crecimiento y cualquier cambio en nuestro cuerpo les afecta enseguida, desde una mala alimentación hasta un disgusto. Lo más recomendable para lucir unas uñas fuertes y sanas es seguir una dieta rica en proteínas, fundamental para la correcta formación de la queratina. Minerales como el hierro, el azufre o el zinc también ayudan a mantener las uñas en perfecto estado. Y no se olvide de hidratarlas. Con aplicar un poco de crema sobre su superficie es suficiente.
Llevar las uñas pintadas está más de moda que nunca, pero hay que tener mucho cuidado con los productos que se utilizan para no dañarlas en exceso. Manicuras y pedicuras permanentes, semipermanentes, esmaltes de gel, porcelana... «Todos estos procedimientos estéticos no solo suponen una agresión para la uña y la piel que la rodea sino que pueden derivar en la aparición de una dermatitis alérgica a los componentes que llevan estos productos (acrilatos). En este sentido, los esmaltes menos agresivos son los convencionales», señala la dermatóloga Lourdes Navarro. La experta también recomienda la aplicación de una base protectora antes del esmalte para «evitar que se produzca una tinción amarillenta de la lámina de la uña y una degradación de la queratina».
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