Cómo acabar con la tortura de los juanetes

A grandes rasgos, el hallux valgus es una deformación de la articulación del dedo gordo del pie «en forma de uve lateralizada, que se se caracteriza por la desviación del primer dedo (hallux) hacia la parte lateral del pie (valgus)», precisa la podóloga valenciana. «Y esa alteración es la responsable de que se produzca una desalineación de la articulación afectada, que en la mayoría de los casos cursa con dolor y la inflamación de la zona», añade Santiago Nieto, miembro de la Junta Directiva del Colegio Oficial de Podólogos del País Vasco.

Ahora bien, casi todo el mundo que nota una prominencia en esa zona se cree que tiene un juanete y no siempre es así. «Podemos tener otras alteraciones como, por ejemplo, un hallux limitus. En este caso, la articulación no se desvía hacia dentro, sino que se pone más rígida», explican los expertos.

Todos los estudios coinciden en que las causas que intervienen en la aparición de los juanetes «son múltiples», aunque la herencia genética se lleva la palma. «Si tu abuela, tu madre o tu tío han tenido este tipo de deformidad en el dedo gordo del pie, cuentas con muchas papeletas para tenerla tú también. De hecho, los juanetes que aparecen a edades muy tempranas –incluso en niños– son claramente hereditarios», precisa Santiago Nieto.

En personas con antecedentes de hallux valgus, una visita a tiempo al podólogo puede retrasar su aparición y «ahorrar muchos dolores, porque, si no hemos llegado a una etapa de demasiada deformidad y el juanete no está muy avanzado, podemos solucionar la alteración de la articulación con plantillas y algún que otro consejo», coinciden los expertos.

El uso de un calzado inadecuado (sobre todo de zapatos estrechos, acabados en punta y con tacón) es otro de los motivos que contribuyen a la aparición del hallux valgus, sobre todo en el caso de las mujeres. «La mayoría de las hormas hacen que el primer y el quinto dedo se apelotonen sobre los demás y eso no es bueno para nuestros pies. La verdad es que nos calzamos un poquito mal», lamenta Maite García.

Además de la genética y el tipo de calzado, en el desarrollo de los juanetes también influyen factores como «nuestros propios desequilibrios biomecánicos». Es decir, nuestra pisada. «En general, los pacientes que pisan hacia dentro (pronación) también tienen más posibilidades de tener juanetes que los que pisan hacia fuera. En cualquier caso, la mayoría de las personas con hallux valgus lo tienen por una combinación de factores. De hecho, en las exploraciones suelen coincidir diferentes causas: herencia genética, un mal calzado...», argumenta el directivo del Colegio de Podólogos del País Vasco.

En cuanto al perfil de los pacientes, no hay duda. Ocho de cada diez son mujeres. En este caso, la principal causa es el tipo de calzado que usan. «Cuando se combina un zapato estrecho, fabricado con un material rígido y tacón, el resultado para el dedo gordo del pie es mortal», argumentan los expertos.

Aunque es verdad que existen pacientes que tienen una gran adaptación de los tejidos blandos (ligamentos, músculos...) a la deformidad del dedo y apenas sienten molestias, lo habitual es que los juanetes cursen con una inflamación dolorosa del borde del pie. «Se trata de un dolor continuo y sordo, que empeora al caminar y mejora con el reposo y el calor local. A veces se nota sensación de roce, chasquido o crepitación al mover el dedo», precisan en el departamento de Cirugía Ortopédica y Traumatología de la Clínica Universidad de Navarra (CUN).

Los hallux valgus no aparecen de repente, tienen grados. En un primer momento, el paciente (todavía joven) siente «algo de dolor en la zona de vez en cuando», pero suele atribuirlo a un problema puntual con el calzado. En el segundo estadio (en torno a los 30 años) aparece una leve deformidad en el pie sin grandes molestias y ya en el tercero (40-50 años) la alteración de la articulación es severa y causa dolor.

Los tratamientos de los juanetes varían, precisamente, en función del grado en que se encuentre la deformidad. «Si se interviene en un primer momento con sesiones de fisioterapia y correctores (plantillas), no solo se puede retrasar varios años su aparición, sino que además se mitiga el dolor», explica la podóloga valenciana. En los casos más avanzados, la única solución para corregir la desviación de la articulación es quirúrgica. «Hoy en día, las diferentes técnicas que se usan permiten al paciente salir andando de la cirugía y en un máximo de 20 o 30 días ya se puede calzar con un zapato deportivo e incorporarse al trabajo».