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Si le preguntasen de qué color es la grasa de su cuerpo, esa que tan incómoda nos resulta y «que suele acumularse en la pared abdominal en el caso de los hombres y en la cadera y glúteos en las mujeres», ¿qué diría? Probablemente pensaría ... en un tono blanquecino o incluso en un amarillo pálido. No va desencaminado. El principal reservorio de grasa de nuestro cuerpo es el tejido adiposo de color blanco, pero no es el único. También existe el marrón, que tiene justo la función contraria. Es decir, genera calor como respuesta al frío del exterior y 'quema' la grasa almacenada. El beige sería el tercer tipo, a medio camino entre el blanco y el pardo.
«Cuando pensamos en grasa corporal, inevitablemente nos vienen a la mente los impopulares 'michelines'. Sin embargo, debemos tener en cuenta que la capacidad de almacenar como depósitos de grasa el excedente de energía ingerido ha permitido la supervivencia de nuestra especie. Osea, que hay mucho que agradecerle», aclara Paula Oliver, catedrática de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de las Islas Beleares (UIB). Blanca, marrón o beige, los expertos explican las diferencias.
Tejido adiposo blanco
Es la grasa mayoritaria. Supone aproximadamente un cuarto de nuestro peso corporal (20-25%) y funciona «como la principal reserva de energía del organismo», precisa la doctora Nuria Vilarrasa, coordinadora del área de Obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). «Los alimentos contienen nutrientes que nos proporcionan las calorías que necesitamos para funcionar. Si ingerimos más de las que gastamos, el cueropo no las desaprovecha sino que las convierte muy eficientemente en grasa que almacenamos en unas células (adipocitos) que forman ese tejido adiposo blanco», explica Oliver, miembro de Ciberobn, una entidad dedicada a la investigación de la obesidad dependiente del Instituto de Salud Carlos III.
Hasta hace «bien poco», la grasa nos aportaba una ventaja evolutiva al permitirnos hacer frente a situaciones de escasez de alimentos. El «problema» es que de un tiempo a esta parte «la situación es bastante diferente». «En estos momentos tenemos a nuestro alcance una oferta de alimentos muy amplia, algunos de ellos excesivamente calóricos. Si a esto sumamos que nuestro estilo de vida es cada vez más sedentario, la consecuencia inmediata es que acumulamos grasa en exceso y evidentemente engordamos», añade la investigadora de la UIB.
Sin embargo y al contrario de lo que se pueda pensar, la de los 'michelines' es la menos problemática. «El mayor riesgo para la salud se asocia a la visceral, la que se deposita alrededor de órganos como el corazón, hígado o intestinos», coinciden ambas expertas. Si distribución también es importante. «De hecho, la que se acumula a nivel abdominal es biológicamente más activa y se relaciona con enfermedades cardiovasculares. Para reducir este acúmulo de grasa es necesario realizar un cambio en el estilo de vida que incluya una dieta variada y equilibrada, además de la prñactica de ejercicio físico de manera regular», señala la doctora Vilarrasa.
Tejido adiposo marrón
A diferencia de la blanca, la marrón o parda tiene como principal función la termogénesis. Es decir, moviliza las reservas de grasa de nuestro cuerpo y libera energía en forma de calor como respuesta al frío exterior. Este proceso resulta muy útil para mantener la temperatura corporal de los animales que hibernan, mientras que en el caso de los humanos «el tejido adiposo marrón está presente sobre todo en los recién nacidos, donde supone un 5% del total de su grasa corporal», subraya el doctor David Cañadas, médico consultor de Mapfre.
Cuenta Paula Oliver que durante muchos años se pensó que este tejido pardo desaparecía con la edad. «La sorpresa se produjo hace poco más de una década cuando se descubrió que los humanos no solo mantenemos parte de la grasa marrón en la edad adulta –en menor proporción que los bebés– sino que además es capaz de activarse para generar calor utilizando ácidos grasos y glucosa». Las líneas de investigación actuales se dirigen precisamente a identificar los mecanismos que permiten activar la termogénesis en el tejido adiposo marrón para «perder peso, mejorar la salud cardiovascular y pararle los pies a enfermedades como la diabetes o la hipertensión». Este tipo de tejido se localiza sobre todo «alrededor de las arterias renales, del mediastino, de las arterias carótidas, tiroides y zona axilar», enumera el doctor Cañadas
Tejido adiposo beige
Su descubrimiento es el más reciente. Se trata de adipocitos blancos que se comportan como marrones por la acción de ciertos estímulos como la exposición al frío, pero también con fármacos, determinados nutrientes e incluso con el ejercicio físico. «Este proceso se denomina 'marronización' y resulta interesante porque con la conversión de grasa blanca en beige se potenciaría la eliminación de los lípidos y la glucosa circulantes. En otras palabras, contribuiríamos a mantener el peso corporal y la salud metabólica. Parece indiscutible que estamos ante un arma muy poderosa para combatir la epidemia mundial de obesidad y diabetes», se felicita Oliver.
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