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Sales de la ducha, coges la toalla para secarte y descubres un lunar en el muslo que no habías visto hasta ese momento. Es de color marrón, no muy grande y a simple vista no tiene mal aspecto, pero te mosquea. «En primer lugar, calma. ... La inmensa mayoría de los lunares no dan ningún problema y tampoco pasa nada porque aparezcan nuevos. De hecho, es lo normal», tranquiliza el doctor Eduardo Nagore, jefe clínico del Servicio de Dermatología del Instituto Valenciano de Oncología (IVO). Un número relativamente frecuente de manchas en una persona adulta son unas veinte.
«Lo más frecuente es que los primeros lunares salgan a lo largo de la niñez y la adolescencia, pero pueden hacerlo a cualquier edad. En cuanto al color, suelen tener tonalidades marrones (más oscuro, más claro, canela, café con leche...), aunque también los hay negros, azules y a veces crece vello sobre ellos», añade el doctor Manuel Fernández, dermatólogo del Grupo Pedro Jaén.
En este sentido, una de las reglas más sencillas y prácticas para identificar manchas sospechosas es la del patito feo, la «favorita» del doctor Nagore «porque es la que mejor entiende la gente». Se trata de buscar al raro, al alien, al diferente. «Si ves que uno de tus lunares no se parece en nada al resto o de repente te empieza a picar o doler, lo más recomendable es que lo consultes con un especialista», aconseja.
Otro sistema es el conocido como los siete puntos de Glasgow, que valora el cambio de tamaño (2 puntos); forma (2 puntos); color (2 puntos); diámetro superior a 7 milímetros (2 puntos); sensibilidad (1 punto), inflamación (1 punto) y sangrado (1 punto). «Cuando uno de los lunares suman tres o más puntos ya es susceptible de revisión. Por ejemplo; aumenta de tamaño y sangra o cambia de color, duele y molesta», aclara el doctor Nagore, miembro de la Sociedad Española de Dermatología y Venereología (AEDV). Ahora bien, el experto insiste en que estos signos de alarma no significan que se trate de un melanoma, «simplemente que es conveniente que lo revise un especialista». Y un último consejo: «Es importante que dediquemos unos minutos por lo menos una vez al mes para explorar nuestra piel sin olvidarnos de zonas como las plantas de los pies o el cuero cabelludo. Podemos aprovechar cuando vamos a cortar el pelo para decirle al peluquero que nos eche un ojo en la cabeza».
Además de los lunares, la piel tiene otros 'problemas' de pigmentación que el doctor Manuel Fernández explica a continuación:
Estas manchas, tipo 'pecas grandes', son el signo más claro del proceso de fotoenvejecimiento. Tienen forma irregular y coloración desigual, pero siempre dentro de la gama de los marrones. Se localizan fundamentalmente en los hombros, los brazos, las manos, la cara y el escote, aunque también pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo que haya estado expuesta a la radiación solar de manera excesiva y prolongada. «Suelen aparecer en grupo y van aumentando de tamaño a medida que cumplimos años», precisa el doctor Fernández. Los léntigos no duelen, no pican y no revisten gravedad, pero hay que vigilarlos periódicamente para diferenciarlos de los malignos.
Se trata de una hiperpigmentación facial con un patrón muy característico de color castaño. La aparición de estas máculas se debe a factores genéticos y hormonales como el embarazo, el consumo de anticonceptivos orales, disfunciones tiroideas… que se agravan por la exposición a la luz solar. El melasma se localiza en zonas fotoexpuestas del rostro; empeora en primavera y verano y suele mejorar con la llegada del otoño.
Es un trastorno de la pigmentación de la piel muy frecuente que se caracteriza por la aparición de manchas blancas redondeadas y pequeñas en áreas expuestas al sol, fundamentalmente brazos y piernas. «Es frecuente que las lesiones se empiecen a notar durante o tras el verano porque al aumentar la pigmentación de la piel adyacente se incrementa el contraste», explica el dermatólogo del Grupo Pedro Jaén. Son un signo de envejecimiento de la piel, que agota su capacidad de fabricar melanina y pigmentarla de manera uniforme.
En este caso se trata de una patología caracterizada por la aparición de manchas blancas en la piel debido a la falta de melanina. Estas manchas pueden localizarse en cualquier parte del cuerpo, «aunque las zonas más habituales son alrededor de los ojos o de la boca, las axilas, los codos, las muñecas, las manos, los dedos, las rodillas y, en general, cualquier área donde la piel esté sometida al roce repetido con la ropa o los objetos de uso cotidiano, tales como colgantes, tirantes, collares, cinturones, cinturillas de la ropa, correas, elásticos…», precisa Fernández. Las causas exactas del vitíligo se desconocen, aunque la mayoría de los especialistas coinciden en que se trata de un trastorno de origen autoinmune.
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