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Nos damos un golpe fuerte, sufrimos una torcedura de tobillo, un ataque de lumbago o nos vuelve el dolor de cervicales que arrastramos desde hace años... ¿Qué hacemos?, ¿Nos ponemos una bolsa de guisantes congelados o la manta eléctrica? La aplicación de frío o calor ... puede ayudar a la recuperación de una lesión o a rebajar el dolor, pero los especialistas advierten de que si se hace de forma incorrecta se corre el riesgo de empeorar o causar otros problemas.
¿En qué casos?
«Se recomienda aplicar frío durante los dos o tres primeros días de las lesiones agudas, sobre todo si hay gran inflamación, ante una rotura de fibras, golpe, contusión, torcedura, esguince, luxación, fractura o tendinitis», explica Montserrat Ruiz-Olivares, secretaria general del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid. Facilita reducir el dolor agudo y la inflamación.
«El frío se utiliza ya de forma mayoritaria y se ha limitado mucho la aplicación del calor», destaca el fisioterapeuta Enrique Sierra. Apunta que la crioterapia se emplea también tras el ejercicio físico intenso. «Hay equipos deportivos que introducen a los jugadores en cámaras de frío tras los partidos para minimizar las consecuencias de los golpes que reciben durante el encuentro», comenta.
¿Qué efectos tiene?
La aplicación de frío disminuye el diámetro de los capilares, con lo que reduce el riego sanguíneo en la zona afectada. De esa forma, se produce un efecto analgésico y antiinflamatorio, a la vez que se ocasionan menos espasmos y calambres musculares tras un esfuerzo intenso, detalla Ruiz-Olivares.
¿Cómo aplicarlo?
Son muy útiles las bolsas de criogel, las cremas y los geles de frío, ya que permiten adaptarse a la zona lesionada. Sirven también un baño de agua con hielo o una bolsa de hielo picado envuelta en un paño. Un buen remedio casero es utilizar una bolsa de guisantes congelados. El tiempo que hay que tener colocado el hielo como tratamiento antiinflamatorio es de 8 a 10 minutos, de dos a cuatro veces al día», resalta la portavoz del colegio madrileño. Tras cada aplicación, secar la piel pero sin frotar.
Medidas de precaución
El frío actúa como un anestésico en la piel, por lo que puede producir quemaduras sin que nos demos cuenta. Si decidimos usar frío seco, no hay que hacerlo sobre la piel, hay que cubrirlo con papel o tela. «Atendemos a mucha gente que ha sufrido quemaduras por ponerse el hielo directamente en la piel», advierte Sierra. Estas terapias de frío no se deben utilizar «cuando hay heridas abiertas, en personas que sufren problemas vasculares, de circulación o renales, antes de iniciar el ejercicio físico y una vez pasadas 72 horas de la fase de inflamación aguda», resalta el fisioterapeuta.
¿En qué casos?
Está indicado «para problemas musculares prolongados en el tiempo como agujetas, fatiga o patologías crónicas», añade la portavoz del colegio madrileño de fisioterapeutas. En concreto, es aconsejable para tratar sobrecargas musculares, lesiones por esfuerzos y malas posturas mantenidas y rigidez articular o para preparar los tejidos antes del entrenamiento o ejercicio físico y así prevenir lesiones».
¿Qué efectos tiene?
El calor aumenta el riego sanguíneo «porque se produce una vasodilatación de los capilares en la zona». Así, disminuye la rigidez muscular y el dolor por el efecto sedante, relaja y alivia la fatiga muscular, además de incrementar la elasticidad de los tejidos.
¿Cómo aplicarlo?
Se debe adaptar a la zona afectada. Para una aplicación superficial, «normalmente se utiliza una manta eléctrica, un saco de semillas, fangos, compresas de agua caliente, cremas y geles de efecto calor». En lesiones importantes o que duran en el tiempo, «los profesionales sanitarios emplean aparatos de termoterapia profunda como onda corta, microonda, hipertermia...»
Medidas de precaución
El tratamiento con calor puede durar 15 o 20 minutos, de una a tres veces al día según la patología y siempre observando la piel para evitar quemaduras. El paciente debe notar un calor intenso pero agradable.
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