¿Cuáles son los lugares más remotos del mundo?
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Un viaje por rincones a los que no resulta fácil llegarTristán de Acuña, la isla habitada más remota del planeta, es un territorio británico que se encuentra en mitad del Atlántico Sur, a 2.805 kilómetros de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) y a 3.350 de Río de Janeiro (Brasil). Sus vecinos más cercanos están en otra isla, Santa Elena, donde sufrió exilio y murió Napoleón, a nada menos que 2.429 kilómetros de distancia. Tristán de Acuña (en realidad, un pequeño archipiélago que el explorador portugués Tristão da Cunha decidió bautizar con su propio nombre) es un lugar hermoso: la isla principal, donde reside toda la población, es un cono volcánico que no alcanza los cien kilómetros cuadrados de extensión pero asciende más allá de los dos mil metros. Lo que nadie puede decir es que vivir allí resulte cómodo: lo único llano es el pueblo, que luce la pomposa denominación de Edimburgo de los Siete Mares, y no hay otra manera de llegar (o de marcharse) que mediante una travesía de seis días en pesquero o en un barco de exploración antártica. Pese a estos inconvenientes, cuando en 1961 el volcán entró en erupción y hubo que evacuar a todos los residentes a Inglaterra, los isleños se empeñaron en regresar en cuanto pudieron a su hogar en mitad del océano. Según el recuento de finales de enero, Tristán de Acuña tiene actualmente 247 habitantes, a los que se suman 25 forasteros afincados en la isla de manera temporal.
A 2.260 kilómetros de Tristán de Acuña nos topamos con Bouvet, un hosco pedazo de tierra helada que se suele considerar la isla más remota del planeta, apartada de todas las rutas. Aquí ya no hablamos de personas, porque en Bouvet jamás ha vivido nadie, a menos que nos remitamos a la ficción: en este rincón improbable del planeta se desarrolla la trama de la película 'Alien vs. Predator', que arranca con el descubrimiento de una misteriosa pirámide bajo el hielo. Bouvet, de 49 kilómetros cuadrados, se mostró esquiva incluso para incorporarse a los mapas. La descubrió en el siglo XVIII el navegante francés Jean-Baptiste Charles Bouvet de Lozier, que se confundió al apuntar en sus libros las coordenadas del lugar. En el XIX, la reclamaron los británicos junto a una supuesta vecina que acabó revelándose como una isla fantasma. Y, desde 1930, es dependencia noruega. Hasta 2012 nadie había ascendido hasta el punto más alto de Bouvet, con una elevación de 780 metros.
Su nombre técnico es polo continental de inaccesibilidad: es el lugar de tierra adentro más alejado del mar. En 1986, dos exploradores británicos lo ubicaron en el desierto de Gurbantünggut, en China, cerca de la frontera kazaja, y emprendieron una expedición hasta allí. ¿Qué había? «Mucha arena, unos pocos matorrales espinosos, huellas de animales y algunos excrementos de camello». Algunos investigadores lo desplazan un centenar de kilómetros, pero no parece que el paisaje vaya a cambiar mucho.
Tampoco resultó fácil ubicar el 'Punto Nemo', el lugar del mar más alejado de tierra firme. En 1992 lo situaron por fin a 1.600 kilómetros de tres referencias: el atolón Ducie (en las islas Pitcairn), el islote Motu Nui (del archipiélago de Pascua) y la isla Maher (en la Antártida). Las agencias espaciales se suelen referir a esta región del planeta como 'Area Deshabitada del Océano Pacífico Sur' y la utilizan como cementerio para sus naves, incluida la estación Mir. Al fin y al cabo, el ser humano más cercano al 'Punto Nemo' es a menudo algún astronauta en órbita.
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