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Las páginas web en las que se ofrece hacer trabajos universitarios, de fin de grado o máster, y de cualquier etapa educativa han multiplicado su presencia en Internet. Hay un auténtico 'boom' de empresas, que ha crecido a la sombra de un limbo legal y ... se ha visto impulsado por la pandemia, una etapa en la que han cobrado especial importancia los trabajos ante la dificultad de realizar exámenes presenciales. Los nombres que tienen estas páginas dan la medida de su filosofía y del cliente al que van dirigidos: 'apruebatodo', 'hazmitrabajo', 'nohagasnada', 'universitariosenapuros.com', 'tustrabajosatiempo.com', 'aprobarsinestudiar', 'tutfgamedida'...
Son decenas de plataformas y no solo se anuncian en las redes sociales, hay carteles publicitarios en las paredes de cualquier universidad española. Sorprende la forma en que estas web 'venden' tan abiertamente estos trabajos obligatorios para obtener el título de grado o máster. «¿Quieres comprar un TFG? Hazlo aquí. Todo el proceso es absolutamente confidencial», dicen en una.
Las webs aseguran contar con titulados universitarios y profesores como «colaboradores» para completar los encargos. Incluyen eslóganes que ponen los dientes largos a estudiantes agobiados. «Consigue tu trabajo mientras disfrutas de tu tiempo libre, tu familia y amigos», «Deja que otros trabajen por ti», «¿Estás cansado de hacer los trabajos que te exige la Universidad?, ¿quieres tener más tiempo libre? Encarga tu trabajo ¡Nosotros lo hacemos!».
Y hasta incluyen un calculador de precios –como si fuera un seguro–. Por ejemplo, un TFG de 45 páginas, con interlineado sencillo (500 palabras por página), cuesta 788 euros. La horquilla va de los 500 a los 800 para uno de estos proyectos de fin de grado, mientras que la factura de los trabajos de máster está por encima de los 2.000 euros.
Más allá de la consideración moral, los responsables de estas web defienden que no se saltan la legalidad. «Nosotros hacemos trabajos para personas que nos los encargan, eso no es delito. El uso que hagan después ya no es nuestra responsabilidad», indica Alfonso García, de la página 'academiatfg', una de las plataformas con más clientes.
Pero, obviamente, la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas «rechaza de plano» estas prácticas. «La adquisición de conocimientos siempre exige un esfuerzo, no tiene cabida el fraude intelectual», censuran sus portavoces. Y aseguran que están luchando ya contra esta lacra. «Cada vez que se detecta un anuncio de este tipo, se traslada al Ministerio Fiscal, que normalmente devuelve la denuncia porque para que pueda seguir adelante habría que identificar a un estudiante cometiendo esa infracción», se resignan. No obstante, cuando se contacta con la Fiscalía, aunque la denuncia no siga su curso, «sí se consigue que el anuncio desaparezca», resaltan los rectores.
Los estudiantes son los que arriesgan en este turbio negocio. «El alumno incurre en un fraude en la presentación de un trabajo académico» y se expone, además de al suspenso, «a las consecuencias que contemplen las normas universitarias», advierte la Conferencia de Rectores. Entre ellas, «la apertura de un expediente disciplinario».
Las universidades están preparadas tecnológicamente para descubrir un plagio cuando se copia el texto de otro documento, pero es muy complicado probar que se trata de un trabajo hecho por encargo. «Las dificultades para detectar estos fraudes son cada vez mayores. Por una parte, porque nunca se documenta el encargo, no se puede demostrar que se ha contratado un servicio con intención de defraudar. Y, por otra, porque las webs disponen de las herramientas informáticas destinadas a descubrir plagios y tienen cuidado en no ser detectadas», explica Ana Herrán, profesora de Derecho Civil y vicedecana de Estudiantes en la Facultad de Derecho de la Universidad de Deusto.
La forma de atajar este problema es «actuar sobre el alumnado, que no vea en estas prácticas una solución ante su responsabilidad de realizar el TFG, sino un problema y una actuación académica fraudulenta», destaca la profesora de Deusto. Son importantes, añade, «las sesiones previas dedicadas a preparar a los estudiantes antes de realizar su trabajo y prevenir estas conductas», junto con el «seguimiento» que hace el tutor a su alumno con reuniones periódicas para ver la evolución de su proyecto. Pero, ante todo, la apuesta principal debe ser «concienciar» a los jóvenes de «lo importante que es ser honesto», defiende Herrán.
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