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Solange Vázquez
Martes, 21 de enero 2025, 00:18
A veces llevamos tiempo pasándolo mal y no lo sabemos. Es lo que ocurre con el agotamiento emocional, un mal que pasa desapercibido para la mayoría de las personas.¿Cómo saber si lo padecemos? «Es como si cargaras con una mochila llena de piedras que no puedes soltar, una especie de 'pico y pala' de las emociones que, cuando no se gestiona, puede dejarnos completamente bloqueados», describe María Padilla, de Capital Psicólogos. ¿Qué notamos? Un enorme vacío de energía que es el resultado de un desgaste profundo de nuestras reservas emocionales (sí, parece que son limitadas y a veces las dilapidamos tontamente). Padilla lo explica con una metáfora: «Es como si hubieras dejado un grifo abierto durante semanas y el tanque se vacía. Te falta energía, claridad y, a menudo, paciencia. Hasta las cosas más pequeñas pueden parecer montañas imposibles de escalar».
Según indica, no es extraño que muchos lo estemos experimentando sin percatarnos de ello: «Vivimos en un mundo donde todo parece demandar nuestra atención: el trabajo, la familia, las redes sociales, las expectativas propias y ajenas... Si a esto le sumamos nuestras preocupaciones personales, el resultado es un cóctel explosivo de estrés acumulado que termina agotándonos por completo». Suena fatal, como un camino sin retorno, como la caída interminable a un pozo... «No, el agotamiento emocional no es el final del camino. ¡Es una señal de que necesitamos un cambio! Ella lo describe como un chivato que nos alerta de que algo no estamos haciendo bien. Así que, si salta esta alarma, veamos cuál es la manera de confirmar si sufrimos agotamiento emocional para plantarle cara.
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Antes de asumir que esa falta de energía es de origen psicológico, es fundamental descartar cualquier causa orgánica o médica para ese agotamiento. Una anemia, problemas hormonales o incluso deficiencias vitamínicas pueden estar detrás de esa sensación de fatiga constante. «Lo primero es acudir a un médico y asegurarnos de que todo está en orden», aconseja la psicóloga. Si, descartado lo físico, seguimos sintiendo ese vacío de energía, es el momento «de mirar hacia dentro y preguntarnos: ¿qué está pasando?».
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Como no nos pasa nada físico que justifique que vayamos con las pilas medio descargadas por la vida, debemos hacer un esfuerzo y autoanalizarnos para entender desde cuándo sufrimos ese cansancio cósmico y qué circunstancias pueden haberlo provocado. «A veces, detrás de esa fatiga se esconden periodos de estrés prolongado (de meses o incluso años) o cargas emocionales que venimos arrastrando desde hace mucho tiempo, incluso desde la infancia», alerta la experta, quien, no obstante, admite que es difícil identificar las causas por nosotros mismos. «Nuestro cuerpo y mente están tan saturados que necesitamos ayuda externa para entender qué nos pasa y cómo afrontarlo», asegura. Un amigo, un profesional..., alguien que nos pueda ofrecer una visión desde fuera (los demás lo ven mucho más claro) es de gran utilidad. En la búsqueda de 'culpables', el sospechoso habitual es el exceso de trabajo, pero hay que ir más allá. Se trata más bien de sentirnos responsables de todo: solucionar problemas, cuidar de otros o cumplir con estándares que a veces nosotros mismos nos imponemos. «Recordemos que el cuerpo y la mente tienen un límite y, cuando lo alcanzamos, empiezan a quejarse».
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Superar el agotamiento emocional no consiste en seguir empujando, sino en parar, revisar y actuar con amabilidad hacia nosotros mismos. Revisa tus prioridades y hazte la pregunta del millón: '¿Qué necesito realmente para sentirme bien?'. Parece una tontería, pero es que a veces eludimos hacernos esta pregunta tan básica. En esta fase, Padilla aconseja la siguiente hoja de ruta: «Baja el ritmo y prioriza. No puedes con todo, ni tienes que hacerlo. Haz una lista de tus responsabilidades y elimina o delega lo que no es esencial. Y aprende a decir no sin culpa; es un acto de autocuidado», señala la psicóloga.
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Ya sabemos por qué hemos llegado a esa situación y hemos parado en seco.Ahora toca 'recargarse'.Para ello, indica la psicóloga, es bueno que expreses tus emociones –escribiendo, hablando con alguien o simplemente dándote un tiempo para sentir sin juicios–, que te cuides con una buena alimentación y ejercicio y que busques actividades que te relajen –escuchar música, ir al cine...–, aunque debes introducirlas en tu vida poco a poco para no agotarte más de lo que estás. «¡No te exijas sentirte bien de inmediato! Recuperarte lleva tiempo, especialmente si has estado lidiando con el agotamiento durante mucho tiempo. Sé amable contigo y celebra cada pequeño avance que hagas».
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