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Sentado en el baño se asusta al descubrir que el pomo de la puerta le sonríe? ¿Adivina formas animales en las ondulaciones de la cortina? ¿Recuerda que de niño encontraba caras espectrales en el papel de la pared? Y, evidentemente, habrá buscado formas conocidas en las nubecillas del cielo... Se trata de un fenómeno que tiene lugar en su cerebro y se llama pareidolia. Lo define Carlos Javier Álvarez, catedrático de Psicología Básica de la Universidad de La Laguna (Tenerife): «Es un tipo de ilusión perceptiva y se produce cuando un estímulo ambiguo, aleatorio o que no tiene demasiado sentido para nosotros, lo percibimos como algo significativo, como una forma u objeto reconocible, de forma automática e inconsciente. Ver caras o animales en las nubes o en montañas, o el rostro de seres divinos en cristales o tostadas son ejemplos. Nuestro cerebro no soporta la ambigüedad: necesita buscar estímulos significativos en lo que nos rodea».
Le apoya en la tarea de explicarlo María Ruz Cámara, profesora de Psicología Experimental en la Universidad de Granada y directora del Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento: «Gracias a este fenómeno, en muy pocos milisegundos nuestro cerebro es capaz de percibir de forma significativa objetos muy complejos, superando con creces las habilidades de los modelos de inteligencia artificial actuales. Cuando un conjunto de estímulos tiene una configuración similar a objetos con los que estamos muy familiarizados, como las caras, se activan muy rápidamente regiones cerebrales relacionadas con el análisis de estos objetos, lo que lleva a su interpretación en este sentido. En este proceso intervienen distintas partes del cerebro. Por otro lado, este fenómeno no es exclusivo de humanos, sino que se ha observado en otras especies animales, como los macacos Rhesus».
CARLOS ÁLVAREZ
– ¿Y para qué puede servirle al ser humano un recurso como este? ¿Puede que fuera una ventaja evolutiva?
– Carlos Álvarez: Nuestro cerebro ha evolucionado para reconocer automática y rápidamente patrones significativos en el medio, y esta forma de funcionar tiene claras ventajas evolutivas. El detectar un posible depredador en medio de la espesura, por ejemplo, una mancha amarillenta en medio del verde. A nuestros antepasados esto les fue muy útil. Muchas veces se equivocarían y serían unas flores en vez de un león, o una simple ilusión óptica. Y no pasaba nada. Pero... ¿no es cierto que esas equivocaciones, supongamos que muchísimas, valían la pena por una sola vez que acertáramos?
– María Ruz: Las teorías actuales implican que el cerebro analiza así la información sensorial porque es una forma muy eficiente de percibir el mundo de manera rápida y estable. Las caras de otras personas son una fuente de información esencial para nosotros, y además son estímulos muy complejos que contienen mucha información detallada, por lo que es necesario poder analizarlas bien y rápido. Esto se extiende a la percepción de objetos en general. Los fenómenos de pareidolia son un reflejo de este modo de funcionamiento del cerebro que es claramente ventajoso en la mayoría de las circunstancias, aunque puede llevar a errores.
Hablando de errores, la pareidolia es una forma de explicar dudosos hallazgos como las famosas caras de Bélmez, un supuesto fenómeno paranormal que lleva siendo explotado desde los primeros años 70 en una casa de ese pueblo de Jaén, donde dicen que aparecen rostros en las paredes. Para Álvarez –que imparte además el curso 'Ciencia y pseudociencias' y es autor del libro 'La parapsicología ¡vaya timo!', no hay ninguna duda: «Es la explicación más parsimoniosa, racional, lógica y científica. Si nos fijamos, ver caras suele resultar lo más habitual en las pareidolias, aunque en ocasiones veamos animales u objetos. Y esto también tiene su explicación. Estamos predispuestos genética y biológicamente a detectar y percibir caras. El giro fusiforme, situado en el lóbulo temporal inferior de nuestro cerebro, es un área especializada en el reconocimiento y percepción de caras. Es decir, nacemos ya especializados para reconocer rostros. Esto, unido al fenómeno general de la pareidolia, explica la manía que tenemos de ver caras en casi todos sitios».
Otro ejemplo famoso relacionado con la parapsicología es el que recuerda la experta granadina: la afirmación de una mujer que decía ver el rostro de Jesucristo en una tostada con queso a la parrilla. Aquel caso fue investigado en un estudio que ganó en 2014 el premio IgNobel –galardones que distinguen las investigaciones que «primero hacen reír a las personas y luego les hacen pensar»–. Una de las conclusiones al analizar a los que decían ver aquel rostro fue la confirmación de que la identificación de sospechosos por testigos oculares en juicios penales, es «notoriamente poco fiable».
MARÍA RUZ
En psicología hay un uso práctico muy famoso del fenómeno de la pareidolia que ha sido retratado en las películas en muchas ocasiones por la espectacularidad de su puesta en escena, se trata del test de manchas de Rorschach, que en los últimos tiempos ha caído en desuso al haber sido cuestionada su eficacia. Confirma María Ruz que la interpretación de estímulos como patrones significativos es parte de la base de ese test, «de forma parecida a cuando percibimos patrones en las formas de las nubes como pasatiempo. Pero aunque existen terapeutas que todavía lo usan, sobre todo en escuelas de corte psicoanalítico, es un test rodeado de controversia que carece de apoyo científico sólido sobre su validez y otros aspectos relacionados, y por ello su uso no está extendido hoy día». Álvarez añade que se trata de una «técnica de psicodiagnóstico para evaluar constructos como la personalidad que la psicología científica pone en duda, cuando no niega, tanto en su validez como por su fiabilidad».
Pero, además de la pareidolia visual, existe también la auditiva. ¿Cómo funciona? Aclara Álvarez que la pareidolia se da «en todos los sentidos o modalidades sensoriales»: cuando un sabor u olor nuevo lo asociamos a otro que conocemos, o incluso cuando tocamos algún material nuevo y creemos estar tocando otro que nos es familiar, podríamos estar hablando de pareidolia. Señala, sin embargo, que en la percepción auditiva es muy frecuente: «La utilidad u origen es el mismo que en el caso visual, ya que buscar y encontrar patrones con significado es una característica de nuestra cognición, de nuestro cerebro. Un ejemplo es cuando escuchamos una frase en español en una canción en otro idioma».
Podríamos aquí citar el caso de un himno del rock como 'We're Not Gonna Take It', del grupo Twisted Sister, tema conocido en España como 'Huevos con aceite'. Lo contaba en una entrevista su líder, Dee Snider: «Cuando íbamos a tocar por primera vez en España, nuestro amigo Joe, que vivía en Madrid, le dijo a nuestro guitarrista Eddie Ojeda: '¿Sabes que la gente en España, en lugar de cantar We're Not Gonna Take It, dice huevos con aceite?'. Cuando me lo comentó dije: '¿En serio?'. Y pensamos: 'Vamos a sorprender al público cantándolo nosotros'. Y esa primera vez, en el escenario, dije: 'Eddie, ¿cuáles son las palabras?'. Y, de repente, las miles de personas que teníamos enfrente también comenzaron a cantar 'huevos con aceite'. ¡Funcionaba!».
Algo similar sucede con esos discos de vinilo que algunos dicen haber escuchado al revés, es decir, de atrás hacia delante, solo para descubrir que en ellos había mensajes satánicos. Uno de los casos más famosos es el de la canción 'Stairway to Heaven', de Led Zeppelin: al parecer, si se reproduce a la contra el verso «If there's a bustle in your hedgerow», se escucha «Oh, here's to my sweet Satan (algo así como 'Oh, aquí está mi dulce Satán')».
Señala Álvarez otro ejemplo de pareidolia acústica, también dentro del ámbito de las pseudociencias y lo paranormal, «como son las supuestas psicofonías o voces de ultratumba que quedan registradas en aparatos de grabación. Son solo estímulos lingüísticos que nuestro sistema auditivo 'encuentra' en ruidos aleatorios». Y expone María Ruz otro caso que podría explicarse también desde la pareidolia: «El que a veces oigamos una cosa distinta a lo que otra persona nos está diciendo. Y llegando al extremo, quizá se podrían incluir aquí las alucinaciones auditivas que sufren pacientes con trastornos psiquiátricos». A veces, bajo la ducha, quizá haya creído escuchar voces; no se asuste, nos pasa a muchos.
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