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Si hasta en plena cena de Nochebuena es de los que saca un hueco para revisar el correo electrónico de la empresa, quizás es una de las 8 de cada 10 personas que no consiguen desconectar del trabajo en su tiempo libre.
El dato se ... desprende de distintos estudios sobre el estado de la salud de los empleados, elaborados por empresas como la startup española de gestión de planes de retribución flexible Cobee, la compañía de seguros médicos Cigna o la plataforma de búsqueda de empleo Infojobs.
La cifra sorprende, sobre todo, porque la desconexión digital es un derecho que recogen tanto la 'Ley de trabajo a distancia' como la 'Ley de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales'. Eso significa que el tiempo de descanso no puede ser interrumpido por emails, WhatsApps o cualquier otro tipo de comunicación que tenga que ver con el trabajo, pero no siempre se cumple.
Si bien el teletrabajo ha permitido una mejor conciliación familiar, también ha aumentado la dificultad para desconectar laboralmente. Uno de los motivos es que la casa y la oficina ahora son el mismo lugar.
«Se ha normalizado recibir un email de trabajo fuera de nuestro horario laboral e incluso los fines de semana. Y lo peor es que lo contestamos, porque pensamos: 'una cosa que me ahorro hacer mañana'. De lo que no nos damos cuenta es que al día siguiente tendremos otra cola de correos y de tareas y, por tanto, nunca llegamos a desconectar», expresa Enrique Baleriola Escudero, profesor lector de Psicología Social del Trabajo y las Organizaciones y profesor de los estudios de Psicología y Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
El problema es que la falta de desconexión nos expone a un empeoramiento de nuestra salud. «A largo plazo, podemos sufrir estrés crónico, ansiedad, depresión o sentimiento de culpa y de baja autoeficacia. Mientras que en el ámbito laboral sentiremos cansancio, desmotivación, 'burnout' –o 'síndrome de desgaste profesional', que desde el próximo 1 de enero de 2022 pasará a ser reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) oficialmente como un trastorno asociado al empleo–, pérdida de eficiencia o sobrecarga, entre otros», advierte el especialista. «Además, a esos efectos se pueden sumar problemas familiares o con las personas con las que convivimos».
– ¿Quién desconecta menos?
– Ocurre con más frecuencia enempleos donde la presencialidad no es necesaria y podemos conectarnos rápidamente al trabajo con tan solo abrir un ordenador o el móvil. Cuando existen barreras físicas o psicológicas es más fácil evitarlo. Por ejemplo, una tienda con un horario concreto. Por tanto, a las personas que teletrabajan les cuesta más desconectar –expresa el psicólogo.
Además, la personalidad de cada uno es diferente y los motivos por los que dos personas no logran desconectar pueden ser muy variados. «No es lo mismo quien no desconecta puntualmente durante un mes, porque coincide con una entrega importante y excepcional, a quien no desconecta de forma continuada y crónica. También es distinto en función del sector y tipo de puesto desempeñado», declara Baleriola. En general, las personas con cargos de mayor responsabilidad necesitan estar más pendientes y no pueden delegar tanto.
Por otro lado, el psicólogo destaca que las mujeres tienen más dificultades para desconectar. «Si consideramos las labores domésticas como un empleo no remunerado, hay estudios que afirman que ellas llevan a cabo hasta 2,5 veces más tareas del hogar y/o en el cuidado de hijos o familiares. Esto lleva una menor desconexión. No es que las mujeres no quieran desconectar, por eso debemos cambiar estructuralmente la planificación de los trabajos y del hogar, y diseñar políticas de trabajo con un enfoque de género».
Lo que está claro es que, en la medida de lo posible, deberíamos intentar desligarnos del trabajo en nuestro tiempo libre y que nuestra empresa tendría que ayudarnos a conseguirlo, pues incumplir la ley le puede salir muy caro: las multas oscilan entre los 625 y los 187.215 euros según la gravedad de la infracción.
Anote las tareas del día Eso sí, de manera realista. Y táchelas cuando las termine. Una vez todas estén tachadas, 'prohíbase' trabajar hasta el día siguiente.
Establezca horarios Si antes de la pandemia trabajaba de 9 a 17 horas, intente mantener un horario similar. Y cuando llegue la hora de 'marcharse a casa', oblíguese a no trabajar más ese día.
Diseñe un horario de ocio Gimnasio a las 18 horas, paseo al perro a las 20 horas, tiempo familiar hasta la hora de dormir... debe ser un horario flexible ante posibles imprevistos, pero resulta útil para distinguir el tiempo laboral del de descanso y ocio.
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