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Una advertencia: «Los beneficios que detallamos a continuación son de la risa llana que produce carcajadas y mueve 420 músculos del cuerpo. No vale la ironía o la sonrisa, que apenas mueve 10 músculos. La risa de verdad ayuda a mantener el bienestar físico y ... mental, porque favorece la producción y liberación de varias sustancias bioquímicas, como la dopamina, un neurotransmisor que nos eleva el estado de ánimo; la serotonina, un tipo de endorfina con efectos calmantes y analgésicos y la adrenalina, que nos permite estar más despiertos y receptivos y ayuda a la creatividad», explica José Elías, psicólogo sanitario y pionero en España en humor y risoterapia.
Él la practica a diario, tanto, que en nuestra correspondencia 'online' se despide con un 'que el buen humor y la risa te acompañen'. Así que esto de la carcajada tiene mucho de actitud.
No le falta a Imma Rabasco, actriz y autora de 'Reír y vivir. Claves para despertar tu alegría de vivir' (Libros Cúpula). Lo suyo con la risa es una forma de ser. ¡Y contagia! «Nos creemos muy independientes, pero ¡qué va! Somos interdependientes, seres sociales. Y la risa tiene esa función de conectar a las personas».
Aunque andamos, dice, cortos de risas. «Vamos por la vida con la boca prieta, como una uva pasa. Y así es imposible sonreír de verdad. Podemos forzar la sonrisa y engañar así al cerebro, pero yo no defiendo la sonrisa cortés porque no es la sonrisa del alma. La de verdad es esa que hace que se te arruguen los ojos. ¡Cuánto mejor esas arruguitas alrededor de los ojos que en el entrecejo!». Coincide el psicólogo: «La risa es la distancia más corta entre dos personas. Facilita la comunicación porque cuando reímos tendemos a tocar y establecer contacto con la gente».
Refuerza el sistema inmunológico: «Cuando estamos alegres y reímos tenemos menos resfriados y gripes», asegura el psicólogo.
Alivia las digestiones: «Agita el hígado y los órganos digestivos, segregando muchos jugos gástricos».
Mejora la respiración: «La ventilación respiratoria llega al máximo. Cuando nos reímos, ingerimos hasta cuatro veces más de aire de lo habitual».
Según un estudio de la Loma Linda University (California): «Cambia la química de la sangre y protege contra la depresión».
Universidad de Maryland: «Previene enfermedades cardiacas, debido a que la risa impacta directamente en la funcionalidad de los vasos sanguíneos, facilitando el fluido de la sangre».
Universidad de Indiana: «Ayuda a quemar calorías puesto que movilizamos unos 400 músculos del cuerpo».
Al margen del ámbito relacional, la risa, asegura el psicólogo, se ha demostrado un tratamiento eficaz para la mejora del ánimo. «Se le ha llamado 'el estornudo de la mente' porque mientras te ríes a carcajadas no puedes pensar, de manera que ayuda a cortar pensamientos y emociones negativas. También mejora la confianza en uno mismo, descarga tensiones, hace que percibamos mejores soluciones a los problemas, además de ser un buen bálsamo contra el miedo y un alivio para el insomnio al producir una sana y ligera fatiga que el sueño repara con facilidad».
Imma Rabasco, de hecho, empezó a escribir el libro en «un momento chungo» en el que había dejado de reírse. Había dejado «de practicar», así que se puso a escribir «buscando risas y derivados para fundirme más la vida». Las ha encontrado (las risas) y le salen solas. Aunque eso, a veces se le vuelva en contra. «Claro que me juzgan por reírme tanto. Porque aunque nuestra cultura es de mucho cachondeo pero lo menospreciamos, lo tomamos como algo de personas no educadas, casi de incultos, como si fueras menos profesional por reírte. ¡Y mira Mozart, era un auténtico genio que se reía como un loco». Para ella, dice, la carcajada «es uno de nuestros mayores tesoros, algo tan natural y fundamental como respirar, aunque siempre esperamos que nos la provoquen».
Pues bueno, para esos que están a la espera, aquí el considerado «el mejor chiste del mundo», según un experimento hecho por el psicólogo Richard Wiseman, de la Universidad de Hertfordshire (Reino Unido): «Dos cazadores de Nueva Jersey caminan por un bosque cuando uno de ellos se desploma. Da la impresión de que no respira y tiene los ojos vidriosos. El otro coge el teléfono y llama al servicio de emergencias. Con voz entrecortada, dice:
– ¡Creo que mi amigo está muerto! ¿Qué debo hacer?
– Cálmese. En primer lugar, asegúrese de que está muerto.
Hay un silencio y, a continuación, se oye un disparo. De nuevo al teléfono, el cazador dice:
– Muy bien. ¿Y ahora qué?».
«A veces, justamente, lo que nos hace reír es que un chiste sea muy malo», dice (entre risas, claro) Imma Rabasco.
El psicólogo José Elías rescata una investigación de la universidad californiana de Loma Linda que asegura que la risa «produce un efecto analgésico en las respuestas del sistema nervioso al dolor». Imma Rabasco aporta otro estudio, de la Universidad de Oxford, que concluye que «las carcajadas reducen hasta un 10% la sensación de dolor». Ella lo ha puesto en práctica: «Cuando empecé a sufrir las contracciones del parto empecé a reírme a carcajada limpia cada vez que me atravesaba una. Y puedo asegurar que funcionó, que ese 15% de alivio del dolor fue oro».
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