¿Quién quiere navegar con un niño?
Cine de estío ·
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Cine de estío ·
Una pequeña correspondencia que viaja por los tópicos de las vacaciones con los cines de verano como pretextoMartín Arocena / Andrea morán
Lunes, 26 de julio 2021, 00:15
Querida. Hoy se levantó un viento extraño, inesperado. Cruce del calor y del neurótico desconcierto del propio clima, supongo. Porque la noche fue heladora, también súbita y todavía improbable a estas alturas. Estuvimos sin salir de casa todo el día y hasta comimos y bebimos ... en el sótano (como el tuyo, pero sin oposiciones), atacados por un extraño pudor de nuestro propio asombro. Amainó la sinrazón a última hora de la tarde, el viento, el calor de horno, el desasosiego, todo se fue. También porque sí y sin venir a cuento. Y hasta me dio tiempo de noche a acercarme a la charca, nuestra improvisada civilización de verano, y buscar en el cine al viejo Chávez, o sea Anthony Quinn, que navegaba con el 'Viento en las velas', esa obra maestra que en 1965 filmó Alexander Mackendrick. Y, luego, de madrugada, esa historia de niños y piratas, de funerales marinos, de zombis, cabezas de madera, esa batalla entre el amor y el perdón, esa poderosa exhibición de la capacidad corrosiva de la infancia, no me dejó dormir. Y aquí estoy colgado de este hilo nuestro. Como te lo cuento. Cuídate de las aventuras.
Estimado. Te escribo estas líneas lindando las tres de la madrugada y es que últimamente tengo el sueño del revés: se me cierran los ojos al salir el sol, duermo mientras los demás viven y hasta media tarde no abro los libros. Estos días ando memorizando, palabra por palabra, cada uno de los artículos de la Constitución y mis pesadillas se están volviendo delirantes. Quiero creer que es un ejercicio de rebeldía ante tanto reglamento y que mi subconsciente está sediento de aventuras. La de anoche me condujo hasta una isla remota de Bangkok. También había barcos (aunque menos majestuosos que los tuyos) y un mapa del tesoro con la cruz clavada en la arena. Esa era la playa que buscábamos. Hablo en plural porque, créetelo, no estaba sola: mi acompañante era Leonardo DiCaprio y recuerdo que Tilda Swinton también pasaba por ahí... En algún punto, todo se volvía alucinógeno, entrábamos en un videojuego, éramos atacados por tiburones y contrabandistas. Me desperté y pensé en el cuento de Bernando Kordon, 'Una región perdida'. «Esa playa -dice uno de los personajes- es más real que nosotros mismos».
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