Secciones
Servicios
Destacamos
Ni pitilín ni pesetita. El pene y la vulva. «Ni son palabras sucias ni malsonantes. Son partes del cuerpo, igual que el hombro o el codo, así que llamémoslas por su nombre. Si decimos 'la cosita' o 'la pocha' crearemos confusión y la niña interiorizará que es algo que no se debe nombrar, que da vergüenza». La vergüenza es el talón de Aquiles, esa barrera que se antoja infranqueable cuando se trata de hablar de sexo con los hijos. ¡Pero si muchos padres todavía se apuran cuando hay 'pelis de besos' y están mirando los niños! Roberto Sanz, psicóloco y sexólogo de la Fundación Sexpol, nos orienta sobre cómo abordar una conversación «inevitable». «Muchas familias me preguntan: '¿A qué edad hay que empezar a hablar de sexo con los niños'? Pero si me preguntan eso es que ya van tarde». Si espera mucho su hijo o su hija se habrá 'adelantado': «Con 3 y 4 años ya empiezan a enseñarse los genitales entre ellos porque sienten curiosidad». Una curiosidad «normal» que no hay que censurar. «Los niños no tienen vergüenza social como los adultos. Hay que abordarlo con naturalidad». Empezando por llamar a las cosas por su nombre, insiste el especialista: «Es como cuando una madre le dice al niño: 'Mira el 'guau guau'. Será el perro, ¿no? Pues con esto es igual. Nada de usar palabras raras como pito. Es pene».
«Mi hija de 3 años se coloca el juguete entre las piernas»
«Un juguete entre las piernas, el 'caballito' con papá... A muchos niños y niñas pequeños les da una sensación placentera. Igual que con unos meses se miraban embobados las manos descubriendo que tenían dedos que se movían, con 2 años se tocan con los dedos la vulva, se frotan con un juguete, se meten arena en la playa... Es una masturbación insconsciente, obviamente no saben que están teniendo una práctica autoerótica».
– ¿Hay que decirles, como se suele hacer, que 'eso no se hace'?
– No. Hay que explicarles que igual que no hay que meterse arena en la boca, no hay que meterla por la vulva. En todo caso, en eso no hay más que un problema sanitario, por lo demás, es normal. La masturbación infantil existe, y no hay que cargar el área genital de connotaciones negativas. Nada de gritarles 'no te toques ahí' o 'eres un cochino'. Si le ves de manera reiterada con el juguete entre las piernas escóndeselo, prueba a distraerle con otro juego pero nada de 'no lo hagas'.
Eso, a ninguna edad. «A los 7 u 8 años muchos ya saben cómo darse placer. No te digo que se encierren en el baño, pero saben que si aprietan las piernas o si se tocan el pene notan una sensación que les resulta placentera. Entonces hay que hacerles ver que entendemos que les guste hacerlo, pero que de la misma manera que uno no hace pis delante de la gente, tampoco pueden hacer eso en público».
Con 10 o 11 años, prosigue el sexólogo, los niños deberían tener su espacio de privacidad. «Dicho así a muchos padres les parece una locura pero es lo ideal. Normalizarlo». En torno a esa edad sucede a veces también que la niña (o el niño) que ha andado siempre correteando desnuda por la casa, de repente dice que no quiere que su hermano la vea así, o su madre, o su padre. Le entra la vergüenza y como a veces es repentino, algunas familias se preocupan. «No hay que buscar causas raras, no le ha pasado nada en el colegio, simplemente no quiere que la vean desnuda y hay que respetarlo».
La primera relación sexual... con 11 o 12 años
Insisten los sexólogos en que las relaciones sexuales van más allá del coito y que es importante que los menores partan de esta base. «Con 11 o 12 años empiezan a darse los primeros besos, una mano que se mueve... Sobre eso, los padres no tienen capacidad de control. En este caso lo que deben trasladar al niño o la niña es que deben hacerlo solo si les apetece, sin presión. Que tiene que ser algo placentero y que no es placentero que te obliguen a dar un beso a alguien». ¿Y eso se aborda así sin más? «Se puede hacer viendo una película, por ejemplo. Le dices: 'Mira esa escena, ves que la chica no quiere ¿verdad? Pues eso no te puede pasar a ti'».
«¿La penetración duele?»
Roberto Sanz da charlas en institutos ante un público adolescente «ansioso por follar». «Yo siempre les digo: 'No tengáis prisa, que os vais a hartar'. Pero hoy con 13 años se intercambian fotos sexys y se supone que tienen que haber hecho ya un montón de cosas. Y no es así».
Aquí la tarea de los padres será ayudarles a sacudirse esa presión del grupo para que se inicien en las relaciones solo cuando les apetezca. «Hay una idea de que la primera penetración es dolorosa y sangras, así que suena casi a tortura y, sobre todo las chicas, van asustadas. Hay que explicarles que se sangra porque el himen se rompe pero no tiene terminaciones nerviosas, así que eso no duele. El dolor viene de que la musculatura se tensa y la vagina no se dilata y eso sí es molesto». La 'solución' no es mágica pero el consejo es tener la primera relación coital «cuando apetezca, que es la garantía de estar lubricada y de que no duela». Otra advertencia: «No debemos 'orientar' solo desde la perspectiva heterosexual» ni «meterles miedo». «No les atemorices con el sida, pero infórmales de que está ahí. El sida, la gonorrea... Que sepan que existe el condón».
'Juego de Tronos'... una serie para ver 'en familia'
Cuando en las casas solo había una tele, las familias veían el mismo programa: 'Un, dos, tres', 'La Clave' o una serie en la que tarde o temprano los protagonistas acababan en la cama. «Si tú ves que tu padre y tu madre se revuelven en el sillón cuando salen escenas de sexo no es bueno. Porque vas a asociar la sexualidad con la vergüenza». Bendita multipantalla, han pensado muchos padres mientras veían 'Juego de Tronos'. «Es una serie que han visto adultos y chavales. En muchas escenas aparecen violaciones, prostitutas... y cantidad de padres han pensado en ese momento: 'Esto lo está viendo mi hijo...'». Lo han visto sí, pero lo importante, advierte Sanz, «es que entiendan que eso es ficción, igual que lo es una película de zombies, que la sexualidad es otra cosa y que se basa en el placer, en el cariño, no en que te obliguen a hacer cosas que no deseas».
«Somos Sue y Derek. Estamos aquí porque tu hijo nos acaba de ver en Internet». Sue y Derek son una actriz y un actor porno, y se presentan desnudos en casa de la familia de un menor que ha estado viendo pelis suyas por Internet. Es el impactante anuncio del gobierno de Nueva Zelanda para advertir a los padres de los riesgos de que los menores usen la red sin vigilancia. Le preguntamos a Roberto Sanz, sexólogo, si le gusta el anuncio. Y no, no le gusta porque «hace uso de la vergüenza del adolescente», que en el spot deja caer un plato cuando ve a la pareja desnuda dando explicaciones a su madre. Pero sirve para el propósito: «Hacerles ver que el porno no es real y que, además, es machista». Insistir en esa idea, sin reproches: «Oye, has visto esto por Internet' No pasa nada pero no es la realidad».
Publicidad
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
Rocío Mendoza, Rocío Mendoza | Madrid, Álex Sánchez y Virginia Carrasco
Sara I. Belled y Clara Alba
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.