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Cómo enseñar a un niño a ser valiente

Cómo enseñar a un niño a ser valiente

8M ·

«Hay que enseñar a los chicos que defender a un amigo que sufre bullying es más osado que hacer 'balconing'»

Domingo, 8 de marzo 2020

Observe esa clase de Primaria, 7 u 8 años... Una niña y un niño se levantan a tirar un papel a la papelera (de reciclaje). Ella va directa y vuelve a sentarse; él da un rodeo, pasa entre las mesas, echa tiempo para regresar al pupitre. Y no, no es cuestión de visión espacial. Vamos ahora al recreo. En esa esquina un grupo de chavalas se afana con un maletín de purpurina y uñas postizas, un pringue que les encanta. Parecen ajenas a los chicos, que ocupan el campo de fútbol con el balón. Ambas situaciones las ha observado Iria Marañón (Madrid, 1976) en el colegio de sus hijas y las ha diseccionado en su libro 'Educar a un niño en el feminismo' (Plataforma Actual). Otras cosas se las han advertido las niñas, porque a ella se le habían pasado por alto. «Un día me preguntaron por qué siempre se dice: 'el y la', 'los y las', siempre el masculino primero y luego el femenino. O por qué se tienen que sentir aludidas cuando alguien grita: '¡Chicos, venga a clase!' si solo están llamando a los compañeros varones». A ellos 'dedica' Marañón su libro, a esos críos que antes de dar el primer paso «ya han recibido un robot y un coche eléctrico por el cumpleaños y han heredado la ropa de su primo, no de su prima. Han oído decir al abuelo medio en broma que 'este hombretón' está 'bien dotado' y que va a ser 'el terror de la nenas'. Con Marañón repasamos clichés y estereotipos en esa construcción de género que le viene dada al niño desde que en la ecografía de la semana doce la ginecóloga aventura que será varón.

  1. Los superhéroes

    Llevan a los peques al colegio

Contaba el otro día un compañero de trabajo que le compró a su hijo un pastelito con un personaje de la patrulla canina. El crío pidió a 'Skay', personaje femenino. «Y a mí me salió decirle si no prefería alguno de los perritos». A propósito de los juguetes se puede escribir una tesis (habrá varias escritas ya), pero Iria Marañón ofrece unas pautas sencillas para desterrar estereotipos de género: «Podemos ofrecerles opciones de juego en las que se inviertan los roles. Por ejemplo, si están jugando a superhéroes, estos pueden llevar a sus hijas e hijos al colegio antes de salir a salvar el mundo. O si están jugando con un coche, además de a hacer carreras, puede jugar a lavarlo o a pasar a recoger a alguien, por ejemplo». A esa edad se está a tiempo de casi todo, porque «la plasticidad cerebral permite modelarlo en función de los aprendizajes y las experiencias».

  1. Los chicos no lloran

    Jugar a hacer el bruto

El «patrón físico» del hombre es «pelo corto, alto, vestido con pantalón... El ideal es incluso musculado», pero «¿qué aprenden a ser por dentro?», se pregunta la autora. Y se responde: «Lo primero que aprenden los niños es a ser insensibles: 'los chicos no lloran', 'los superhéroes no sienten dolor'. También interiorizan que el juego es competición: carreras, un equipo contra otro, ganar o perder. Y de la rivalidad deviene la agresividad. De hecho, muchos padres juegan con sus hijos a pegarse flojo, a hacer el bruto. También aprenden a asumir riesgos, a trepar al árbol, a subir por las rocas. Pero no les estamos enseñando que es mucho más valiente un niño que se enfrenta a otros porque están haciendo bullying a su amigo que el que hace 'balconing'».

  1. Levantar la falda no es una broma

    «Hay que ser firmes con eso»

Levantar la falda a las niñas no hace ninguna gracia. Ni tirarles del sujetador por la espalda. «Hay que ser extremadamente firmes y no justificar esos comportamientos como bromas ni decir que las niñas no tienen sentido del humor», advierte Iria Marañón. Sobre cómo mostrar afecto también debe haber fronteras claras. Replica la escritora dos conversaciones de un niño de 10 años con su padre: 'Me gusta Paula', '¿Se lo has dicho'?, 'Sí, pero a ella no le gusto'. Y dos respuestas del padre: 'Regálale un libro, a ella le gustan los libros. Seguro que acaba cayendo'. Y otra, la adecuada: '¿Sabes lo que tienes que hacer? Dejarla tranquila, no le gustas, así que no insistas'.

  1. Niñas y camiones

    Genético es el temperamento

Habrá niños a los que innatamente les gusten los camiones, «pero no es algo genético». «Genético es el temperamento, si ese niño es más o menos paciente o tiene mucho carácter... De hecho, también hay niñas a las que les gustan los camiones. Lo que ocurre es que a ella se le desanimará en esa idea y a él se le fomentará».

  1. Ellos hablan más alto

    Y ocupan el centro del patio

Lo del rodeo que dan los chicos en el aula es la conclusión de un experimento realizado en el año 2010 por Marina Subirats y Amparo Tomé: «Se dieron cuenta de que las niñas se levantaban a sacar punta a sus lápices y después volvían a su sitio, mientras que los niños daban rodeos a la ida y la vuelta ocupando buena parte del espacio de la clase. En el patio el reparto de los espacios era también singularmente distinto, ya que los niños ocupaban el centro jugando a la pelota, mientras que las niñas ocupaban los laterales jugando a la comba. Y el espacio verbal también lo llenaban más los niños. No solo hablaban más en público en clase, sino que también hablaban más alto». Sostiene Marañón que no es casual: «Las niñas aprendemos a no molestar porque si molestamos lo más normal es que nos llevemos un balonazo».

  1. El fútbol

    «¿Una chica? a ver si dura...»

«Imagine un ámbito en el que no hay mujeres, solo hombres que ganan cantidades astronómicas y tienen el poder de paralizar un país entero. Pues eso es el fútbol. Y a los niños se les apunta a fútbol. Algún padre se excusa diciendo que en el equipo de su hijo hay también una chica y yo pienso: 'pobre, a ver lo que dura...'».

  1. Tareas en casa

    Tender la ropa con 8 años

Ayudar en casa desde bien peques evitará que asocien a mamá con hacer la cena. La autora propone tareas «por edad». ¡No por sexo! Por ejemplo, de 2 a 7 años pueden «llevar la basura a su cubo correspondiente, barrer, elegir la ropa y vestirse o poner la mesa». De 7 a 10 años «pueden tender la ropa, doblarla y guardarla, cargar el lavaplatos o fregar el suelo». Además, hay que implicar a padres y madres porque la escena habitual es que «mamá cocina y limpia y papá llega tarde del trabajo, hace poco en casa, pero es más divertido».

  1. ¿Ganarías a Serena al tenis?

    ¡Ellos creen que sí!

«¿Tienen que estar desnudas las mujeres para entrar en el Museo Metropolitano de Nueva York?». Esta pregunta la plantaron en un cartelote las activistas feministas Guerrillera Girls y dieron un dato: «Menos del 3% de los artistas en museos de arte moderno son mujeres pero el 83% de los desnudos son femeninos». Tiene que ver esto con los referentes que desde la infancia vemos en el cine, en la tele, en los libros... «El Premio Nacional de Narrativa los han recibido 77 escritores frente a 7 escritoras, en la feria de Arco 2019 hubo 82 mujeres artistas frente a 280 hombres, en el festival Viña Rock de 2018 actuaron 488 grupos masculinos y 17 femeninos». Es más, «uno de cada ocho hombres cree que ganaría al tenis a Serena Wiliams».

  1. Los disfraces

    ¡Viva Frozen!

La fiebre de 'Frozen' ha pasado, pero se vendieron disfraces a porrillo. Lo querían las niñas y los niños, entusiasmados con los superpoderes de Elsa –aunque ¿cuántos dejaron a su niño ponerse el vestido azul y la trenza rubia?–. Una excepción en el universo animado infantil, que todavía adolece de perpetuar estereotipos. Señala Marañón varios ejemplos: En 'El libro de la selva' cuando Mowgli ve a una chica por primera vez Baloo le dice: 'Olvídate de eso, hijo. Esas solo traen líos'. En 'Los Aristogatos' el hermano de Marie acusa a las mujeres de ser «tramposas» y la madre le advierte a su hija de las formas: «No juegues así con los chicos, no es digno de una damita». En 'Blancanieves' Gruñón afirma: «Es una mujer y todas son como el veneno», y Blancanieves responde: «¡Serviré de mucho: '¡Sé lavar, coser, barrer y cocinar!».

¿Está en el ADN de las niñas que les gusten las muñecas?

Vídeo. Hacemos un experimento en una guardería para comprobar si de forma innata niños y niñas juegan a cosas distintas Marta Madruga | Pablo del Caño

«Hay padres que le compran la sillita al niño a regañadientes»

¿Es distinto el cerebro de las niñas y el de los niños? Coinciden las expertas: «Definitivamente, no». Lo ve Belén Rivero a diario en su guardería 'El Parque' de Bilbao: «Si tienen menos de un año niños y niñas reaccionan igual ante un coche, por ejemplo». ¿Y a partir de entonces? Pues dos mundos. Las niñas vienen a la guardería con muñequitas o un bolso. Es raro que traigan un coche. Los chicos sí, pelotas, pistolas...». Que se quedan «en el mostrador» porque en clase «juegan a lo mismo. Y si alguno no quiere jugar, mira. No hay juguetes diferenciados por sexo». Asegura Rivero que eso de coches y muñecas nada tiene que ver con cerebros distintos, sino con que «a una niña de año y medio le han regalado ya catorce muñecas, no ha visto otra cosa». Eso sí, dice Belén, «hay un juguete unisex, la sillita de bebé. Les gusta a todos, sin excepción. Aunque algunos padres se la compran al niño un poco a regañadientes. Si la tienen es que se la ha regalado alguien».

«A los 6 años las niñas ya creen que ellos son mejores en mates»

Las niñas no sacan peores notas que sus compañeros, pero si así fuera no les extrañaría. A ellas. «Las chicas tienen peor autoconcepto y ya con 6 años piensan que son peores. Ocurre en asignaturas como matemáticas. Y, además, cuando suspenden un examen ellas creen que han fallado, mientras que los chicos suelen argumentan que fue mala suerte o que el profesor les tiene manía». Habla Silvia Álava, psicóloga del gabinete Alava Reyes de Madrid, de lo que ve a diario en su consulta infantil. «Los 6 años marcan una frontera en la que las niñas creen que los niños son más brillantes que ellas». Y eso son «micromachismos» generados por «la educación». «Desde que nacen se empapan de estereotipos». Con consecuencias. «Mira los cocineros, una profesión tradicionalmente femenina. Se hacen llamar 'chefs'. Y a los modistos se les llama 'diseñadores'. Palabras distintas que transmiten que ellos están por encima».

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