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Una clase en el Centro Bosquescuela de Cerceda (Madrid).

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Una clase en el Centro Bosquescuela de Cerceda (Madrid). Bosquescuela
Educación al aire libre

Bosquescuela, un colegio en la naturaleza

Este modelo educativo existe desde 2015 en España, pero la pandemia ha aumentado su demanda

Martes, 30 de marzo 2021, 00:06

La naturaleza es el aula y el material didáctico las piedras y las plantas. Parece un colegio de cuento, ¿no? Pero ese es, precisamente, el modelo educativo que ofrecen las escuelas en el bosque, un movimiento pedagógico que propone aprender al aire libre.

No ... es nuevo, fuera de nuestras fronteras, especialmente en los países nórdicos, es un sistema muy extendido y la oferta amplia. En Alemania, por ejemplo, el número de escuelas infantiles en el bosque es superior a 2.500. En España, sin embargo, vamos mucho más retrasados y las opciones se reducen a un par. Aun así, la actual pandemia, que ha propiciado el aumento de las actividades en el exterior, ha motivado que en estos colegios la lista de espera para inscribir a nuevos alumnos se alargue de forma significativa.

Es el caso del Centro de 2º Ciclo de Educación Infantil Bosquescuela Cerceda (Madrid), la primera escuela infantil de este tipo homologada en nuestro país, que abrió sus puertas en 2015, de la mano de Philip Bruchner, educador infantil, asesor pedagógico y licenciado en Ciencias Forestales por la Universidad de Friburgo (Alemania). «Desde entonces, otros proyectos similares han proliferado pero, «a día de hoy, no tienen el reconocimiento de 'escuela' por parte de la pertinente Consejería de Educación de su Comunidad Autónoma, así que se les denomina 'grupos de juego en la naturaleza'», señala Bruchner.

La metodología del Centro Bosquescuela de Madrid se basa en distintos principios pedagógicos. En primer lugar, las actividades que se realizan allí cumplen con los objetivos marcados por el currículo oficial del Ministerio de Educación para el segundo ciclo de Infantil, incluidos los de lectoescritura y matemáticas. La única diferencia es que el 99% de la jornada lectiva tiene lugar al aire libre, independientemente de la meteorología, y que los materiales didácticos provienen del medio natural (piedras, ramas, hojas...). Por ejemplo, para aprender a contar, una de las actividades consiste en reunir tantas ramitas alrededor de una piedra como indique el número que la acompaña. Tal como se aprecia en la imagen superior.

Igual de preparados

Durante el día, además de las clases didácticas, se realiza un paseo por el monte, denominado 'camino de aprendizaje'. «Las experiencias en la naturaleza se complementan con visitas semanales a diferentes lugares en la ciudad (museos, teatros, bibliotecas...) y, una vez a la semana, se imparten talleres de diferentes tipos (teatro, manualidades, música…)», cuenta Bruchner. Estos se desarrollan en una cabaña bioclimática 100% sostenible, que también sirve a modo de refugio, comedor y espacio para que los niños se echen la siesta.

Cabe señalar que este modelo no separa al alumnado por cursos ni sexos, sino que todos los menores, 25 en cada ciclo académico, de edades comprendidas entre los 3 y los 6 años, están mezclados y aprenden juntos. Por otro lado, dada la importancia de los idiomas en el panorama actual, Bruchner declara «que la inmersión lingüística en el centro se realiza con un docente nativo que acompaña y se comunica con los menores en inglés durante toda la jornada lectiva».

La principal preocupación de los padres ante esta propuesta es si sus hijos llegarán igual de preparados a Primaria que aquellos que acuden a la escuela infantil tradicional. Los estudios realizados afirman que sí. Destaca el realizado en 2002 en la universidad de Heidelgerg por Peter Häfner. Él solicitó a profesores de Primaria, distribuidos a lo largo de ocho estados federales en Alemania, que evaluaran a sus alumnos en relación a ciertas competencias. Posteriormente, comparó los datos de los alumnos que acudieron a una escuela infantil al aire libre con los de los escolarizados en una escuela infantil ordinaria.

Descubrió así, con un margen de error muy bajo (entre el 0,0001% y 0,05%) que los menores que acudieron a una escuela en el bosque, más tarde en Primaria seguían mejor el contenido de la clase, prestaban más atención, hacían sus deberes de forma más independiente, respetaban mejor las reglas, resolvían conflictos de forma más pacífica, se expresaban de forma más precisa, argumentan mejor su opinión, eran más creativos en clase y tenían más fantasía.

Bruchner destaca, sin embargo, que «para que el modelo educativo de Bosquescuela tenga futuro en España, estos centros deberían ser concertados, con el fin de que las cuotas sean accesibles a todo el mundo». En su escuela de Madrid aún no lo han conseguido, pero trabajan en ello. También están buscando la homologación de una nueva Bosquescuela en Andalucía.

Beneficios de aprender al aire libre

  • Experiencias reales Los alumnos aprenden a aprender, a autosatisfacerse y a cultivar la ilusión y la curiosidad por descubrir el mundo que les rodea.

  • Mejora de la psicomotricidad Estar en la naturaleza ofrece oportunidades infinitas de correr, trepar, caminar, saltar, arrojar objetos….

  • Integración sensorial Estar al aire libre fomenta el equilibrio, el tacto, la vista, la audición, el gusto, el olfato y propiocepción.

  • Aprender a cuidar la naturaleza Se desarrolla una mayor sensibilidad por proteger el medio natural, tan necesaria en la actualidad.

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