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carlos pajuelo
Martes, 10 de abril 2018
¿Tú que vas a ser de mayor? Les preguntamos a nuestros hijos cuando son pequeños, y ellos nos responden seguros y decididos: «yo seré médico, futbolista, artista, jueza, o lo que sea…». Sin embargo conforme va llegando el momento en el que tienen, de ... verdad, que decidir su futuro académico y/o profesional les van surgiendo dudas, grandes dudas. De tal guisa que tu hija, que desde 4º de la ESO te dijo que iba a ser abogada, ahora, un mes antes de terminar el Bachillerato, duda entre estudiar Enfermería o Arte Dramático, a lo que los padres solemos responder con el consabido «¡Aclárate hija, que se te echa el tiempo encima!».
Es verdad que los centros educativos, a través de los Departamentos de Orientación y los tutores, realizan efectivas acciones con sus alumnos para ayudarles en esta ardua tarea que es la orientación académico-profesional.
Pero ¿podemos ayudar padres y madres a nuestros hijos en este tema de la elección académica-profesional? Yo creo que, no es que podemos, sino que debemos. Debemos ayudarlos a que ellos tomen la decisión, no a tomar nosotros la decisión por ellos.
1) En primer lugar, dándoles a ellos la responsabilidad de tomar esa decisión. Cuando los padres son los que «eligen» mediante influencias varias qué van a estudiar los hijos, es frecuente encontrar a jóvenes que aprovechan esa situación para echar después en cara a sus padres sus fracasos académicos al son de «tú te empeñaste en que yo estudiara esto».
Imponiéndole a los hijos qué tienen que estudiar corremos el riesgo de que retrasen su incorporación a los estudios deseados, pues es más probable que cambien de modalidad de Bachillerato tras el primer año en otra modalidad, que abandonen el primer curso de la carrera a mitad de curso, etc.
Los padres también tenemos que aclararles a nuestros hijos que la decisión es respecto a qué quieren estudiar, y no dónde, pues para muchos hijos parece que lo importante es la ciudad, «yo en Salamanca, Granada, Cáceres, Madrid…», y no la carrera.
2)En segundo lugar, los padres pueden ayudar a sus hijos a que estos identifiquen sus habilidades y competencias porque es muy necesario tenerlas en cuenta a la hora de realizar la elección profesional. Una carrera no sólo se elige «porque me gusta». Tiene también que utilizarse el criterio de «porque me veo competente, capaz, para ejercer esas tareas». Cuánto más fuerte sea el interés por unos estudios, más fácil les será adquirir las habilidades necesarias para superarlos.
3) En tercer lugar, hay que hablar de las perspectivas laborales. No es éste el tema central a la hora de elegir carrera, pero tiene su enjundia, y es un error no tomarlo en cuenta. Pero insisto, no es lo más importante (aunque para los padres esto de las salidas laborales sea lo más importante).
4) Otro aspecto a tener en cuenta a la hora de elegir la carrera es abordar el tema económico. Estudiar una carrera supone para muchas familias un desembolso económico importante. El tema del dinero es serio porque a los padres les cuesta trabajo obtenerlo. Los hijos tienen que ser plenamente conscientes de ese esfuerzo, no para agobiarles, sino para que se responsabilicen.
Una recomendación práctica que aconseja Pedro Pérez, orientador del IES Reino Aftasí de Badajoz es la de hacer un presupuesto con una estimación del gasto que supone estudiar (si es fuera del hogar familiar,con más razón) haciendo un cálculo del porcentaje que supone este gasto con relación a los ingresos familiares. Así les hacemos ver «físicamente» qué cantidad del presupuesto familiar se destina a su formación. Esta tarea de hacer un presupuesto también es muy buena para aquellos padres que tiene reticencia a enviar a estudiar fuera a sus hijos, para que puedan calcular hasta dónde pueden llegar.
La formación universitaria no es sólo académica, tambien es formación personal, madurez, convivencia, autonomía. Aprender a administrarse, a hacer la compra, a cocinar, a lavar su ropa no es perder el tiempo que necesita para estudiar, es una oportunidad más para crecer (y muchas veces mucho más barata que un «palacio» en el que creemos que están protegidos y cuidados).
5) Y por último, recuerda que los estudios y los trabajos que vayan a realizar tus hijos les tienen que gustar a ellos, no a los padres. Los padres tenemos que enseñar a nuestros hijos que, para eso de desempeñar un trabajo que te haga feliz, el requisito imprescindible es mantener una actitud positiva frente al trabajo que realizas. Un trabajo no te hace feliz, tu actitud ante el trabajo sí. ¿Les estás dando ejemplo con esto?
Os recuerdo que nuestros hijos no son nuestras ilusiones, y no pueden vivir la vida que nos hubiera gustado vivir a nosotros.
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