Si tiene un hijo menor de cinco años y está pensando en apuntarlo a algún deporte, olvídelo. Déjelo que juegue, que corra, que se tire por el suelo, que chapotee en el agua, que le pegue patadas a un balón o que lo lance con ... la mano. En definitiva, que experimente con su cuerpo y con el entorno. Médicos y expertos deportivos coinciden en retrasar hasta los seis años la práctica de un deporte específico dentro del ámbito extraescolar. No hace falta multideporte, lo importante es la multiactividad. Concretamente, una hora diaria de actividad física moderada, según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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«El objetivo cuando son tan pequeños es fomentar y estimular la coordinación, el sentido del ritmo, el equilibrio... Y todo eso lo consiguen con el juego libre, sin reglas establecidas, ni competiciones», explica la doctora Eva Ferrer Vidal-Barraquer, experta en Medicina de la Educación Física y el Deporte en el hospital Sant Joan de Deu de Barcelona. «Y si es en un entorno natural mejor que mejor», añade Arkaitz Larrinaga, vicepresidente del Colegio Oficial de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de Euskadi.
Pero como ocurre casi siempre –y más en los temas relacionados con los niños– una cosa es la teoría y otra muy distinta la práctica. «Muchas veces es nuestra propia rutina la que nos lleva a apuntarlos a un deporte u otro simplemente porque nos viene bien la hora del entrenamiento o porque podemos dejar al mayor y al pequeño en el mismo club y así aprovechamos para hacer gestiones...», admite Ferrer, médico del primer equipo de fútbol femenino del F. C. Barcelona.
Pero se da una circunstancia curiosa. Pese a que cada vez la elección de un deporte está menos marcada por el género, un estudio realizado por el hospital San Joan de Deu en colaboración con el Consejo General del Deporte alerta no solo de que el abandono de la actividad física en la adolescencia –entre los doce y los catorce años– es más alto entre las niñas (13% frente al 5,9% de los chicos) sino que cuando son los padres los que eligen la extraescolar la mayoría de veces se hace la distinción clásica de lo que se entiende como 'deportes de niños' y 'de niñas'. «Cuando la mayor hace tenis, apuntamos al pequeño también porque nos viene genial que vayan los dos al mismo sitio y a la misma hora. Pero ¿qué pasa cuando la mayor hace ballet? Pues que apuntamos al niño a tenis aunque tengamos que cruzar la ciudad. Ni le preguntamos. ¿No nos venía tan bien que los dos hiciesen lo mismo a la vez?», reflexiona la doctora Ferrer.
En cualquier caso, la elección de un deporte es una tarea que se debe hacer entre padres e hijos respetando, en la medida de lo posible, los gustos e intereses de los más pequeños. «Tenemos que escucharles y no siempre lo hacemos. Les metemos en una carrera de actividades deportivas que muchas veces consigue el efecto contrario, que las aborrezcan. Si entienden el deporte como una obligación que sumar a su agenda escolar es muy difícil que se enganchen», lamenta Larrinaga, docente en la Universidad de Deusto.
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Los especialistas defienden que «no hay un deporte perfecto» o una «modalidad mejor que otra». Ni el fútbol es peor que la natación, ni el mugendo más completo que el tenis. La clave está en adaptar la especialidad a la edad, las necesidades y las preferencias de los niños..
A esta edad lo más importante es que el niño juegue. Y que lo haga sin reglas y sin presión de ningún tipo. De hecho, los especialistas no recomiendan la práctica de deportes organizados hasta los seis años. ¿Eso significa que no debo apuntarle a natación o a fútbol? No, si la práctica de esos deportes se basa en el juego libre. El contacto con el agua, por ejemplo, es muy bueno. Pero una cosa es que aprendan a flotar o se diviertan chapoteando con sus padres en una piscina y otra muy distinta que con cinco años hagan largos. Lo mismo ocurre con modalidades como el fútbol. Si la clase es que los niños correteen detrás de un balón no hay mayor problema. «Es lo mismo que harían en un parque al aire libre, pero vigilados por un monitor. Lo que no se debe hacer a esa edad es marcarles reglas y mucho menos competir», advierte Ferrer. Tampoco es recomendable que practiquen deportes que desarrollen más un lado del cuerpo que otro, como el tenis.
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A partir de los seis años, los niños se pueden iniciar en la práctica de algún deporte tanto individual (artes marciales, tenis, atletismo, natación...) como colectivo (fútbol, baloncesto, waterpolo...). Es la etapa que los especialistas denominan como «lúdica». En general, los deportes de equipo tienen «grandes valores» porque ayudan a la sociabilidad y «estimulan la coordinación y el sentido de organización de grupo». Pero también disciplinas como el judo o el mugendo son deportes de iniciación muy adecuados. «Las artes marciales son muy buenas para el autocontrol y el autoconocimiento. Les van muy bien a niños muy movidos, incluso a menores con trastornos como el TDH», añade la doctora Ferrer.
Es una etapa clave, porque es donde se registra el mayor abandono deportivo, especialmente en el caso de las niñas. «Coincide con unos años de cambios físicos y con una mayor carga lectiva que hace que muchos menores dejen el deporte», explican los expertos. Lo más importante en esta etapa, en la que se «entrena a entrenar», es lograr que entiendan el deporte como una parte fundamental en su día a día.
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