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María Gallego tiene 34 años y nunca ha viajado sola. «No me llama la atención», dice. Por eso siempre organiza viajes con su familia, su pareja o sus amigos. «Me gusta compartir esos momentos y vivencias con ellos. Hacerlo sola sería una experiencia diferente, pero por ahora no creo que me anime», declara esta madrileña que, además, se considera una persona introvertida y afirma que ir con alguien a conocer mundo le ayuda a ser «más lanzada».
Javier Solana es de León, aunque vive en el extranjero, y tiene casi la misma edad que María (33) pero, a diferencia de ella, ha viajado mucho solo. Asia ha sido el continente que más ha visitado en solitario: la provincia de Sinkiang (al oeste de China), Kirguistán, Kazajistán, Tayikistán o Uzbekistán han sido algunos de sus destinos. También ha estado varias veces en Irán, un país que le fascina. De hecho, su paso por él le llevó a escribir un libro, 'El vientre de las granadas' (Eolas Ediciones). El principal motivo de realizar todos estos viajes en solitario ha sido «el deseo de ponerme a prueba y demostrarme que puedo sobrevivir en un entorno extraño, donde las costumbres son muy distintas y se habla una lengua que no conozco», expresa.
Para él, además, viajar solo da más libertad y abre muchas puertas. «Creo que así es más sencillo entablar relaciones con la gente local. Si sienten curiosidad por tu presencia, les resultará más fácil acercarse a una sola persona que a un grupo». Aunque reconoce que este tipo de viaje no es para todo el mundo. «Puede ser muy duro. El apoyo que te brinda la compañía es muy diverso: emocional, moral, logístico. Viajando solo dependes de ti mismo y de la voluntad de un extraño a ayudarte si lo necesitas. Eso te enseña dos cosas muy valiosas: a creer en ti y a apreciar que casi siempre dependes de alguien».
60-80% se prevé que caiga el turismo internacional este 2020 por la pandemia, según la Organización Mundial del Turismo (OMT).
97.000 vuelos cuyo origen o destino era España fueron cancelados entre marzo y abril, según los datos que maneja la Asociación de Líneas Aéreas (ALA).
El leonés admite que repetiría todos esos viajes, pero también que disfruta mucho de las aventura en grupo. Aunque opina que, para que funcione, debe haber división de tareas y liderazgo.
Es importante, también, elegir bien a los acompañantes. «Viajar con gente te obliga salir de tu zona de confort y eso implica adaptarse y ser flexible con los intereses del resto para que no haya conflictos», destaca Rosa Portero, psicóloga sanitaria del Center Psicología Clínica, en Madrid.
Para la especialista, si esto se consigue, el viaje en grupo brindará la posibilidad de estrechar lazos, incluso aunque surgan pequeños roces derivados de la convivencia. «Somos seres sociales a los que nos gusta compartir experiencias. Además, de esta forma siempre tendremos alguien con quien hablar en las colas de los museos y también con quien dividir los gastos económicos y el peso de los problemas que puedan aparecer».
En un viaje en solitario, sin embargo, la responsabilidad económica y los contratiempos recaen solo en uno y, si encima el idioma es desconocido, la adversidad puede resultar abrumadora. «Incrementará el estrés y el sentimiento de soledad, pero hacer frente a este tipo de situaciones sin apoyo también aumentará nuestra autoconfianza, reforzará el autoestima y potenciará el crecimiento personal», recalca Portero.
ROSA PORTERO
También recuerda que en los viajes nunca se está realmente solo, porque se conocen a otras personas por el camino, un aspecto que fomenta las habilidades comunicativas y sociales. Otras ventajas son: organizar el itinerario según tus preferencias o poder tomar decisiones rápido y aprovechar más el tiempo.
Lo que ambas experiencias comparten es el enriquecimiento cultural y la oportunidad de deshacerse de prejuicios y estereotipos. Conocer otras formas de vida, ya sea solo o acompañado, ayuda a empatizar con los valores de otras poblaciones. Asimismo, se desconecta de la rutina, se relativizan los problemas cotidianos y aumenta la felicidad.
La ciencia lo corrobora. Son varios los estudios que han demostrado que las compras experienciales aportan mayor bienestar psicológico que las materiales. Entre ellos, el desarrollado en 2014 por la Universidad de Cornell, en Nueva York, cuyos resultados muestran que, aunque al viajar experimentamos un aumento de felicidad similar al que se genera cuando compramos algo que deseamos, cuando el objeto adquirido se vuelve cotidiano deja de producirnos dicha sensación, mientras que los recuerdos de nuestras aventuras continúan proporcionándonos endorfinas (hormonas de felicidad) durante mucho tiempo.
La tónica habitual entre los españoles es realizar viajes en grupo y, aunque en los últimos años ha crecido el número de adeptos a los viajes en solitario, un reciente análisis de eDreams, la agencia de viajes online más grande de Europa, demuestra que lo nuestro es viajar en compañía. Según sus resultados, tan solo el 3% de los españoles elige viajar solo, frente al 24% de los estadounidenses o el 11% que refleja la media internacional. Además, viajar en solitario convence más a hombres (5%) que a mujeres (2%).
Este verano, sin embargo, nos enfrentamos a unas vacaciones marcadas por la pandemia del SARS-Cov-2 y las medidas derivadas de la misma, entre las que se incluye el distanciamiento social. ¿Tendrá algún impacto a la hora de elegir si viajar solo o acompañado? En la Confederación Española de Agencias de Viajes aún no tienen cifras que lo aclaren. Por su parte, la hipótesis de la psicóloga Portero es que «más que aumentar los viajes en solitario, disminuirán los grupales».
Libertad No tienes que adaptarte a nadie y puedes organizar el itinerario según tus preferencias. Tienes más libertad y tomas decisiones más rápido.
Reflexionar Enfrentarse al mundo solo te da tiempo para reflexionar y conocerte a tí mismo y tus límites. Es una buena forma de mejora la autoestima y la autoconfianza.
Soledad No tienes a nadie para compartir las experiencias. Además, el peso de los problemas e imprevistos recae sobre uno mismo y la adversidad puede resultar angustiosa.
Compartir Como seres sociales que somos nos gusta compartir las experiencias. También se comparte el peso de los contratiempos y los gastos económicos.
Compañía Siempre tendremos alguien con quien hablar en las colas de los museos. Las conversaciones estrechan lazos y fortalecen las relaciones. No nos sentiremos solos.
Adaptación Te obliga a salir de tu zona de confort y a adaptarte y ser flexible para que no haya conflictos. Por eso es importante elegir bien a nuestros acompañantes.
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
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