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Manitas es aquella persona habilidosa con las actividades manuales. Kristian Pielhoff llegó a la televisión en 1994 con el programa 'Bricomanía' para intentar que los espectadores más alejados de esa definición aprendieran a cambiar un enchufe sin peligro de electrocución. Ha estado en ello casi tres décadas y hoy sigue haciéndolo en la web www.hogarmania.com. Y Josep Baró es uno de los responsables de Bellota, empresa fabricante de herramientas (a ella pertenecen las fotos) fundada hace más de un siglo. En este reportaje, ambos intentan que los que somos, más que manitas, manazas vayamos perdiendo el miedo a ese taladro que nos contempla burlón desde la estantería que nunca fuimos capaces de montar.
Nos animan también a llenar nuestra caja de herramientas con las básicas para poder afrontar las 'chapuzas' que se presentan en casa. Son, según Baró: martillo, flexómetro o cinta métrica, un buen lápiz de carpintero, un nivel, un cúter y un arco para sierra de corte metal, una llave inglesa, un juego de llaves Allen y otro de destornilladores, un alicate, un cepillo manual para limpiar superficies (por ejemplo, quitar pintura u óxido de barandillas), lima o escofina pequeña, un lubricante multiuso para engrasar todo tipo de piezas, espátula y una pistola de silicona. Y la caja, claro.
Hablábamos del taladro, la evolución del viejo pero encantador y casi extinto berbiquí (a la par que el cepillo de madera, sustituido por lijadores automáticos). Y Josep Baró da aquí unas cuantas claves para perder el temor a este elemento casi fundamental en el 'botiquín' de herramientas de cualquier hogar: «Hay miedo a que el agujero nos salga torcido o demasiado profundo si apretamos demasiado... y por eso mucha gente no lo usa. Lo primero si vamos a taladrar la pared para colgar un cuadro, espejo, aplique... es revisar que no pase por ahí un cable o tubería, y para ello no estaría de más contar con un detector de metales y corriente. Después marcaríamos el lugar a agujerear con un lápiz tras hacer las mediciones con el metro y el nivel. Y hay quien para no torcerse, marca el sitio clavando un poco un clavo, para que cuando entre la broca tenga ya el camino y no se tuerza, como una guía».
Y no solo en la electricidad. Kristian Pielhoff dice que lo mejor es siempre sacar una foto del antes para saber cómo debe quedar después. Pongamos, por ejemplo, que vamos a cambiar una lámpara: «Siempre lo primero será cortar la corriente para poder trabajar sin riesgo. Quitaremos el portalámparas, abriremos y nos encontraremos dos tornillos que deberemos aflojar con el destornillador. Y aquí viene lo de sacar la foto de lo que nos encontramos para dejarlo igual. Retirar los cables y volver a conectarlos como estaban según los colores. Mientras los dos cables no se toquen no hay mucho problema». En hogarmania.com es posible encontrar todo tipo de consejos y vídeos explicativos. Para pelar algún cable nos vendría bien el cúter, aconseja aquí Baró, responsable de herramientas Bellota. Y siempre tener un buen juego de destornilladores.
Si se trata de una grieta nueva, según Pielhoff, habría que averiguar primero qué es lo que la ha causado. «Pero si hablamos de la típica grieta que lleva en casa más tiempo que la abuela, deberemos rascarla un poco con una espátula para limpiarla y que reciba así mejor la masilla con la que la rellenaremos». Si es grande, aplicaremos varias capas, a veces incluso hay que dar más pasta de lo necesario porque puede menguar. Quitar luego el sobrante con la espátula, lijar y pintar.
Para los trabajos de fontanería, Baró recomienda tener bien a mano la llave inglesa, unos alicates y un pico de loro, para fijar tuercas o soltar un tubo que gotea. Aquí también deberemos sacar foto de cómo están las cosas. «Puede ser que la junta de goma se haya estropeado –dice Pielhoff–. Nos la encontraremos al desmontar el grifo y ver un émbolo con una goma que llevas a la ferretería para que te den otra igual. En el caso de los grifos monomandos, dentro hay un cartucho cerámico que desmontas y compras uno igual. Aunque te puedes encontrar que vale casi igual que el grifo nuevo, y ahí ya tienes que decidir. Eso sí, siempre hay que cortar el suministro de agua antes», advierte el presentador.
Sucede que a veces tiramos de la 'bomba' de la cisterna y después de llenarse oímos que sigue goteando. Entonces debemos desenroscar el pulsador para retirar la tapa y acceder al interior de la cisterna. No se asuste si no lo ha hecho nunca. «Puede suceder –indica Pielhoff– que te encuentres con un mecanismo completo que haya que cambiar entero, o que sea de los viejos, con una válvula de goma que se ha estropeado, ha envejecido y está como gelatinosa. Debemos cambiarla. También habría que limpiar la arenilla que suele acumularse. Y otras veces se trata de ajustar el corcho que flota y que es el que indica si la cisterna está llena». En última instancia, si la cosa desborda nuestras posibilidades, hay que saber que siempre podemos llamar a un profesional.
Pocas cosas hay tan desagradables como tener que convivir con un desagüe que no funciona y al que tenemos pánico a meter mano después de haberlo intentado con el tradicional desatascador para comprobar que, solo con eso, no funciona. Lo aclara el presentador: «Si existe la posibilidad de sacar con nuestras manos lo que está causando el atasco, pelos, grasa, etc, pues lo haremos. En un lavabo o fregadero, por ejemplo, solo hay que soltar el sifón, esa parte curva que hay debajo del mismo, y sacar lo que se ha quedado ahí. Pero si esto no es posible, como en una bañera, probaremos con un desatascador químico. Y también existen en el mercado una especie de cables largos, o usando un alambre flexible, que meteremos después de haber vertido agua caliente y moveremos hasta que el tapón salga».
Nos acercamos a ese momento del año en que tendremos que encender la calefacción, y después de la primavera y el verano sin usar los radiadores será necesaria una puesta a punto para que estos alcancen el tope de su rendimiento. Lo primero será comprobar si la presión de la caldera es la adecuada; esta tiene que estar sobre 1,4 bares. Si es menor, hay que buscar una especie de rosca, ruedita o palanquita que está en la parte inferior y moverla hasta que veamos que alcance ese número. Y después llega el momento de purgar los radiadores, de sacar el aire que haya podido quedarse dentro. Siempre podemos recurrir a la moneda de céntimos, «pero lo mejor es armarse de destornillador para meter en la ranura y moverla para sacar el aire –aconseja Baró–. Agarrar la tuerca por el otro lado con un alicate o pico de loro, porque a veces está tan fuerte que no es fácil mover la tuerquecita. Y ya dejar salir el aire hasta que no quede nada y deje de burbujear».
Explica Josep Baró que para la parte del montaje de muebles, cada vez más habitual en nuestras vidas, necesitaremos en muchos casos estar bien armados de tornillos, destornilladores y una sierra, ya sea manual o eléctrica. «Y en este caso también nos puede dar algo de miedo ponernos a cortar, por ejemplo, metal con una eléctrica, pues genera chispa y hace ruido. La madera da menos respeto porque es más fácil de cortar, pero el metal no. Existen arcos para instalar la sierra manual y poder cortarlo sin problema. Y entran en la caja de herramientas»
Contar en nuestro botiquín con las herramientas adecuadas, indica el responsable de Bellota, puede suponer una enorme diferencia en el resultado, y no solo en la calidad del acabado final: «En los trabajos de fontanería y electricidad, no puedes dejar las cosas a medias porque no tienes lo que necesitas, no puedes estar sin agua o sin electricidad. Por ejemplo, nuestros baños hoy en día tienen materiales porcelánicos, mucho más duros que las baldosas habituales, en los que si quieres colgar un toallero o un espejo, el taladro con las brocas normales te va a resbalar y además revientas la baldosa, la rompen. Pues si tienes unas coronas diamantadas que van arañando lentamente el material porcelánico, no lo vas a romper nunca». Y en cuanto al tiempo... «Cuando colocabas las baldosas del suelo metías unos palillos para separarlas, pero esto no te evitaba que quedaran pequeños desniveles entre ellas, como escalones. Pues hay unos niveladores de cerámica que no solo separan sino que nivelan, con los que los profesionales han descubierto que el tiempo empleado en hacer ese trabajo se reduce en un 70%, y la colocación queda bien siempre. Antes ellos relacionaban estas piezas con la gente que hace las chapuzas en casa, pero ahora las usan ellos también», explica el responsable de Bellota.
«Y lo más importante –añade Pielhoff–. Cuando te metes en una pequeña batalla de estas, puedes aprovechar quizá para llegar más lejos y sanear, cambiar todo por algo nuevo. Igual ha llegado ese momento».
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
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