Una perspectiva cultural, artística y teológica... del pedo

Como hablar de pedos sigue siendo una cosa bastante mal vista, que nos puede suponer el descrédito inmediato, vamos a empezar acometiendo el tema desde el ángulo más intelectual: el mismísimo Benjamin Franklin, inventor, filósofo político y padre fundador de Estados Unidos, escribió allá por 1781 un ensayo sobre este delicado asunto, al que se suelen atribuir los títulos 'Tírate pedos con orgullo' o 'Una carta a la Academia Real sobre los pedos'. En realidad, su análisis tenía la intención sarcástica de reprochar a las sociedades científicas de la época su pretenciosidad y su falta de sentido práctico, pero no deja de ser una confluencia poco común entre la élite académica y las ventosidades. En su texto, Franklin emprendía una reflexión sobre las repercusiones que tienen los distintos alimentos en la emisión de flatulencias y alentaba a los científicos a desarrollar algún tipo de sustancia que, espolvoreada en la comida o disuelta en las salsas, volviese el olor de los pedos «no solo inofensivo, sino agradable como los perfumes». Dos siglos y medio después, aquí seguimos, privados de ese avance que tanto supondría para la civilización.

Una película muda de Joseph Pujol, filmada por Edison.

También podemos intentar un enfoque artístico de esta cuestión, aunque tampoco va a sonar muy respetable. Nunca está de más reivindicar la figura de Joseph Pujol, el panadero marsellés de origen catalán que, a finales del siglo XIX, se hizo famoso por su admirable capacidad para absorber aire por el ano y expelerlo a voluntad. A Pujol lo llamaban 'Le Pétomane', algo así como 'el pedómano', y su virtuosismo con ese peculiar instrumento de viento lo llevó a triunfar en el Moulin Rouge. En su número, lo mismo producía efectos sonoros (el cañonazo, el trueno...) que interpretaba 'La Marsellesa' a la ocarina con un tubito de goma en el que soplaba por vía rectal. La tradición de los 'flatulistas' o artistas del pedo abarca desde Roland el Pedorro, un bufón de la Inglaterra del siglo XII, hasta nuestro contemporáneo Mr. Methane, también británico. En los 90, este Señor Metano produjo una versión enriquecida de la canción de Phil Collins 'In The Air Tonight' (en el aire esta noche) que retituló 'Curry In The Air Tonight' (ya se sabe que el curry tiene esos efectos que tanto interesaban a Benjamin Franklin).

¿Qué tal si añadimos a todo esto una pizca de teología? El pueblo innu, de Canadá, cuenta en su panteón tradicional con Matshishkapeu, el dios que se tira pedos, un espíritu que se manifiesta a través de las flatulencias de los humanos, sobre todo cuando andan solos en mitad de la naturaleza. Una ventosidad puede ser un mensaje de Matshishkapeu acerca del futuro, pero hay que saber interpretar las palabras encriptadas en su sonido. A lo mejor parece muy gracioso, pero es mejor no reírse de Matshishkapeu, ya que su dominio sobre los esfínteres ajenos puede volverlo un ser terrible: en una ocasión, castigó a otro espíritu con un estreñimiento que estuvo a punto de mandarlo para el otro barrio.

Lo que está claro es que, por muy tosco que parezca hablar del meteorismo y sus derivados, su presencia en la cultura resulta ineludible: nos los encontramos en pinturas japonesas del periodo Edo y también en la serie de dibujos 'South Park', cuyos creadores, hartos de que criticasen su humor como muy básico, dieron forma a los personajes de Terrance y Phillip para demostrar lo que era de verdad 'humor de pedos'. Hay populares personajes de libros infantiles como Walter The Farting Dog (es decir, el perro que se tira pedos), tenemos películas como 'Thunderpants' (sobre un chaval que, nada más nacer, ya horroriza al mundo con sus monstruosos cuescos) y está también el cómic finlandés 'Peräsmies', protagonizado por un superhéroe que utiliza sus potentísimas emisiones como sistema de propulsión para volar. Y ya está, ya hemos terminado: ¡pueden quitarse la pinza de la nariz!

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