Nixon y el caso Watergate
verano de... 1974 ·
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verano de... 1974 ·
Al principio, el escándalo no afectó al líder republicano, que ganó su segundo mandato de calle«Estoy de tu lado», dijo Elvis a Nixon durante su reunión en 1970. No todo el mundo lo estuvo. El 8 de agosto de 1974, Richard Nixon dimitió como presidente. Por el Watergate y cuando su partido lo abandonó. Renunció en favor de Gerald ... Ford, que luego lo exculparía. La cosa empezó el 17 de junio de 1972, cuando cinco hombres fueron detenidos en el edificio Watergate, donde estaban las oficinas del Partido Demócrata. Con artefactos para espiar. Uno de los detenidos era exagente de la CIA y miembro del comité de reelección de Nixon. Este invocó el 'privilegio del Ejecutivo' para que sus colaboradores no declararan, pero cedió y empezaron a implicarlo. Alexander P. Butterfield reveló que también se grababa en la Casa Blanca. Y esas cintas fueron fundamentales. El 4 de agosto de 1974, Nixon reconoció que había tratado de ocultar el asalto al Partido Demócrata y cuatro días después dimitió. El único en su especie.
Garganta Profunda se fue de la lengua con Berstein y Woodward, del 'Washington Post'. En 2005 se confirmó que era Mark Felt, del FBI. Hasta el periodismo de investigación más chachi es periodismo de filtración.
Nixon era un pajarraco, pero no más que otros. Llegó a la presidencia en 1968 convenciendo al Gobierno de Vietnam del Sur de que se retirase de la mesa de negociaciones de paz que había impulsado Johnson. Y este se vio venir el castigo. Al principio, el Watergate no le afectó. Cinco meses después del comienzo del escándalo, ganó de calle el segundo mandato.
Mi personaje favorito es Martha Mitchel, mujer del Fiscal General en 1968 y mano derecha del presidente. Señora popular y lenguaraz, se olió el pastel. Uno de los detenidos en el edificio, James McCord, había sido escolta de su hija. John Mitchel llamó a (otro) Stephen King, exagente del FBI, para que vigilara a su mujer. Como habían dejado caer a McCord estaba cabreada y fue a llamar a la periodista Helen Thomas. King le arrancó el cable del teléfono y la encerró en un hotel sedada. Luego contó todo, pero la tomaron por chiflada. Existe el 'efecto Martha Mitchel', cuando se diagnostica algún delirio, pero el paciente dice la verdad.
Lo más loco de todo es lo que contó la escritora Renata Adler, que siguió en primera fila el Watergate, trabajando en la comisión de investigación. «No se probó nada en absoluto contra Nixon. Las transcripciones de las cintas no se corresponden con lo que se escucha directamente en ellas… Se trata de cassettes regrabados donde se superponen varias capas de audio para conseguir que se desprendan ciertas cosas. Fue el triunfo de una campaña de desprestigio… No cometió traición ni sobornó a nadie. Me sentí fatal, culpable, y tuve que escribirlo». O sea, Nixon era feo y borracho (eso sí que se oye en las cintas), pero ¿inocente?
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