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higinia garay
¿Náuseas y dolor de cabeza por hambre?

¿Náuseas y dolor de cabeza por hambre?

Sí, no es psicológico, es real

Martes, 15 de febrero 2022, 18:59

Un dolor intenso de cabeza, náuseas, hipo... A Blanca González, periodista bilbaína de 43 años, le asalta esta sintomatología cada vez que siente hambre. «Lo noto de repente. Al principio es una molestia en la parte alta del estómago y, luego, el resto. Solo se ... pasa, también de repente, si como algo, aunque sea una galleta, un trozo de pan... La cosa es tomar algo con lo que calmar al estómago». No sabe exactamente cuándo le va a sobrevenir ese hambre, que se presenta cuando menos se lo espera, en su caso, incluso el día del parto. «Había cenado ya pero, por si acaso, me llevé al hospital tres piezas de fruta y un paquete de pistachos, lo que vi a mano por la cocina, porque me agobiaba la idea de estar tantas horas sin comer. Suena ridículo pero fui comiendo todo eso entre contracción y contracción y cuando lo supo el anestesista no daba crédito. Me pusieron la epidural, se alargó la cosa y empezaron las ganas de vomitar. Yo le decía a la matrona que esas molestias eran del hambre y que por favor me trajera un plato de lentejas. Obviamente, no me hizo caso. La mujer me decía que no había escuchado a ninguna parturienta preocuparse por el hambre en un momento así».

Pero no es una obsesión. Hay gente que siente esos síntomas de esa manera tan intensa y molesta. ¿La razón? Cuando tenemos hambre el cuerpo nos avisa de que necesita alimento, de que las reservas energéticas y nutritivas disminuyen, y lo hace generando una serie de reacciones fisiológicas que nos impulsan a comer. «Estamos preparados para sobrevivir», resume Nerea Gil, especialista en Endocrinología y Nutrición del Igualatorio Médico Quirúrgico (IMQ). Esa reacción de nuestro organismo es la que da lugar a 'secuelas' físicas, «desde el ruido de tripas, al dolor de estómago, baja energía, dolores de cabeza, irritabilidad...», añade la endocrina vizcaína.

Después de varias horas sin comer, «bajan los niveles de glucosa en sangre, necesaria para que funcione nuestro cerebro», y el cuerpo «pone en marcha una serie de mecanismos destinados a obtener nutrientes», detalla Nerea Gil. Esa caída de la glucosa está en el origen de la sensación de debilidad corporal, de los dolores de cabeza, de los mareos...

Dolor de estómago

Y ¿por qué nos duele también el estómago? La nutricionista valenciana Marianela Fernández d'Eboli explica que cuando el estómago está vacío segrega una hormona, la ghrelina –conocida como la hormona del hambre–, que, por una parte, alerta al cerebro de que necesitamos comer y activa la sensación de hambre y, por otra, provoca contracciones en el estómago, con el fin de buscar los restos de alimentos que queden allí. Esas contracciones producen sonidos llamados borborigmos, conocidos normalmente como 'ruido de tripas', y pueden llegar a causar el dolor de estómago que refieren algunas personas.

Las consecuencias físicas del ayuno se intensifican a medida que pasa el tiempo sin ingerir comida y nuestro organismo empieza a emplear los nutrientes que tiene en la reserva. «Si no hacemos un aporte de una cantidad mínima de hidratos de carbono a lo largo de un periodo de tiempo de entre ocho y doce horas, se inician unos procesos metabólicos para generar cuerpos cetónicos como fuente de energía –usamos las grasas como principal combustible–. Y los niveles de los cuerpos cetónicos en sangre elevados favorecen la sensación de náuseas, irritabilidad y mareo», completa Francisco Pita, miembro de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición.

En el caso de que la persona tenga algún problema de salud o tome alguna medicación, el descenso de la glucosa en sangre por el ayuno «se puede manifestar de forma más intensa con sudoración, ansiedad, palpitaciones...», advierte el experto en nutrición.

Tentempiés saludables

Estas incómodas reacciones al hambre no se manifiestan con igual intensidad en todas las personas. Incluso podemos no llegar a sentirlas. Por ello, no hay una forma de actuar única. «A una persona le puede funcionar comer cinco veces al día y otra necesitará ingerir algo de alimento cuando siente hambre para evitar encontrarse mal. Pero también es posible que ayunes durante horas y te sientas fenomenal», comenta Nerea Gil. El organismo, además, acaba por adaptarse a «nuestras rutinas» de horarios de comida, trabajo y actividad física, detalla la especialista del IMQ.

El portavoz de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición incide en que el patrón de dieta óptima para una persona va a depender «de sus enfermedades, sus necesidades, sus horarios y de la actividad física que realice». Pita precisa que, en general, se podrían hacer pequeñas ingestas de algún alimento cada tres o cuatro horas para mitigar esa sensación de malestar que causa el ayuno a algunas personas.

Pero no vale picar cualquier cosa. Fernández d'Eboli aclara que lo indicado es hacer tentempiés con «carbohidratos», que nos facilitan ese aporte de glucosa que necesita el cerebro». Aconseja, además, que esas ingestas sean «de alimentos saludables». «Podemos tomar una fruta y un yogur, que no suponen muchas calorías», propone la nutricionista.

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Diferenciar hambre real de hambre emocional

Muchas veces no comemos por hambre real. En esos casos, el acto de ingerir alimentos no responde a unas señales físicas, sino a factores emocionales. «Es la urgencia de sentirnos mejor o calmar nuestras emociones», explica Mireia Hurtado, psicóloga y dietista, especialista en psicología de la alimentación. ¿Es posible diferenciar esas señales? «El hambre física aparece a medida que el nivel de energía de nuestras células va disminuyendo progresivamente y se manifiesta en el estómago en forma de ruidos o vacío y con una sensación de debilidad», detalla. «Nos apetecen muchos tipos de alimentos: fruta, verduras, carne, huevos, cualquier comida», añade la dietista. Ycuando nos saciamos paramos, no nos damos atracones.

Sin embargo, cuando lo que sentimos es hambre emocional, el estómago «está tranquilo», el hambre aparece de repente, no de forma gradual, y solemos tener antojos de una determinada comida, probablemente algo con alta carga de azúcar, grasas o sal, como pueden ser galletas, chocolate, patatas fritas… «Ese tipo de comida tiene un efecto placentero, reforzante en nuestro cerebro. Y, por tanto, es lo que nos ayuda a calmarnos o confortarnos en ese momento», precisa Hurtado.

Otro truco para descubrir si tienes hambre 'real': «Si buscas comida una hora después de haber ingerido alimentos, con toda seguridad es hambre emocional». La psicóloga da un consejo: «Haz unas respiraciones profundas y lleva la atención a tu estómago para comprobar si realmente necesitas comer».

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