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Serrat les dedicó una alegre canción, 'Les falciots', vencejos en catalán, que traducida dice cosas como «cuando los vencejos se van el sol se queda llorando». Esos simpáticos animalillos (a los que los profanos podemos confundir con golondrinas y aviones) que no pueden posarse en ... el suelo, pues la envergadura de sus alas y sus cortas patitas les dificultarían mucho la operación de levantar el vuelo. Por eso, su nombre científico es 'Apus apus', procedente del griego y que significa sin pies. La Sociedad Española de Ornitología, SEO/Birdlife, la ha elegido ave del año en una votación popular que se celebra desde 1988 para apoyar las especies más amenazadas y en la que el vencejo ha conseguido el 49,5% de los apoyos, seguido del alcaudón real (27,15%) y el aguilucho cenizo (23,27%).
«Los vencejos están entre los seres vivos más fascinantes del planeta por su asombrosa forma de vida –dice la organización ornitológica–. Se han adaptado de tal forma a la vida en el aire que pueden pasar diez meses sin posarse en ningún momento, comiendo, bebiendo y durmiendo –también copulando–, mientras vuelan de forma ininterrumpida. Únicamente en el momento de nidificar requieren posarse, algo que siempre harán en las alturas, habitualmente en edificaciones, ya que tienen serios problemas para remontar el vuelo en caso de caer accidentalmente al suelo».
Este pájaro migratorio tan ligado a nuestras ciudades y pueblos ha visto descender su población un 30% en las últimas dos décadas. Como explica la directora ejecutiva de SEO, Asunción Ruiz, «se suma a la ya larga lista de aves comunes que sufren un declive poblacional. Que veamos menos gorriones, menos golondrinas o menos vencejos no es anecdótico, sino una poderosa señal de alarma clara de que afrontamos una crisis ecológica sin precedentes que nos debe obligar a repensar nuestra relación con la naturaleza. El actual modelo de desarrollo no funciona, no está preparado para afrontar los dos grandes desafíos que tiene la humanidad y cuyos efectos estamos notando ya: el cambio climático y la pérdida de biodiversidad».
El vencejo, junto a sus nidos, pollos y huevos, está incluido en el Listado de Especies en Régimen de Protección Especial. También se le cuida a escala internacional, con la Directiva de Aves y el convenio de Berna. Retirar uno de sus nidos puede suponer una multa de hasta 200.000 euros, especialmente en época de cría, e incluso se contempla la cárcel. Solo se posa dos meses al año para criar en huecos de edificios. Por eso es especialmente cuestionable el retirar su nidos con el argumento de la suciedad que se crea debajo debido a las deyecciones. Si eso nos molesta, aunque los excrementos de estos animales casi no ensucian, se puede colocar una bandeja sujeta a la pared mediante dos soportes para que se acumulen allí y bastará con retirarlas y limpiarla. Si es por obra o reforma en la fachada, primero hay que avisar a las autoridades locales o provinciales, y en cualquier caso habrá que esperar a que abandonen los nidos, nunca en primavera o verano, pues mataríamos a sus crías.
Gloria Molina es bióloga y una de las mayores expertas y defensoras de los vencejos en nuestro país (ver trikotonatur.com y vencejoswiftradio.com). Se enamoró de ellos cuando una familia vino a criar al tejado de la casa donde residía entonces, en un pueblo de León. Una de las crías cayó al suelo y... «Cuando lo tienes en la mano y te mira con sus ojos, con esa mirada, ya no hay marcha atrás, se produce el embrujo, un encantamiento. Son extraordinarios, están tan adaptados a la vida en el aire que se pasan los 3 o 4 primeros años de su vida, hasta que pueden reproducirse, sin posarse nunca, siempre en vuelo». Molina aprendió a cuidar de ellos, a alimentarlos, dándose cuenta de que las técnicas utilizadas hasta hace poco en los centros de recuperación para alimentarlos incluso con paté para gatos estaban erradas: «Estos animales solo comen insectos, especialmente mosquitos y moscas, el plancton aéreo, porque son unos perfectos controladores de plagas, y de eso hay que alimentarlos, un polluelo llega a engullir 20 gramos de insectos al día. Con otra cosa resisten menos, y el uso y abuso de insecticidas en los cultivos hace desaparecer su alimento, lo que está provocando que desciendan las poblaciones. Y luego está el problema de la retirada de sus nidos por desconocimiento de estos animales tan necesarios y de la normativa que lo castiga. Hay casos en los que en algunas reformas, incluso de edificios oficiales, han llegado a tapar agujeros ¡con las crías dentro!».
En Europa existe también un gran interés por este animal; en Fráncfort (Alemania) existe incluso una clínica que trata exclusivamente a estas aves y donde colabora también Molina, que hoy reside en Segovia, donde se celebrará, por primera vez en nuestro país y cuando la pandemia lo permita, el VI Congreso Internacional de Vencejos. Hasta allí llegan estas aves en abril, muchas a anidar en los muros del famoso Acueducto, y se quedan unos 100 días, hasta julio, cuando volverán a tierras africanas. «En agosto ya se han ido, y por eso tenemos que sufrir a esas pesadas moscas del verano, porque los vencejos ya no están para devorarlas».
Asegura Asunción Ruiz, de SEO/Birdlife que deberíamos preocuparnos más de estos pájaros «si no queremos que nuestros cielos se queden sin voz». Lo decía ya Serrat: «Y después de todo esto,/ dígame usted / si el vuelo de este vencejo / no significa nada».
Características: Alcanza los 17 centímetros de longitud y 45 de envergadura. Pesa unos 40 gramos.
Peculiaridades: Los vencejos suponen la adaptación extrema a la vida aérea: todo su ciclo vital se puede desarrollar en vuelo, excepto la nidificación, que dura dos meses. Es la única especie europea que habita zonas relativamente frías. Los pollos han desarrollado la capacidad de entrar en un estado de torpor, como una hibernación, que les permite superar fenómenos meteorológicos adversos sin comer. Actualmente cría casi de forma exclusiva en zonas urbanas, incluso en ciudades enormes y contaminadas.
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