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El mundo cambia a una velocidad vertiginosa... y no siempre para bien, si los parámetros en los que nos fijamos son cuestiones que afectan al medio ambiente. Ahí está el cambio climático, bestia negra de la ecología desde hace unos años y 'padre' de muchos ... daños colaterales. Pero no hace falta que echemos la mirada a este macroproblema planetario, hay muchos otros cabos sueltos que solucionar si queremos conservar la naturaleza y los recursos que tenemos. Todos estamos de acuerdo en que hay que hacer algo, sí (aunque la gente difiera sobre quién debe tomar las riendas: organismos internacionales, gobiernos, ciudadanos, una mezcla de todo...). Pero ¿quién se anima a poner su dinerito en alguna iniciativa que sirva para mejorar el planeta?
Seamos sinceros, hay mucho revolucionario de salón, mucho 'ecopijo' que, sí, apoya toda reivindicación verde y hasta se pone en las protestas detrás de una pancarta, pero a la hora de jugarse sus ahorros..., la cosa cambia, ¿verdad? Y, si tienen algo de dinero ahorrado y lo quieren invertir, a veces optan por opciones que quizá ni siquiera son coherentes con sus ideas. También es cierto que, hasta hace no tanto, no había demasiadas opciones 'eco' que resultasen atractivas, sobre todo para los pequeños ahorradores, esos que quieren 'movilizar' una pequeña cantidad para sacarle alguna rentabilidad. Por eso, están empezando a surgir apps y servicios orientados a asesorar y gestionar los eurillos de este nuevo perfil de inversor. Llegados a este punto, estaremos pensando que todo esto está muy bien, pero que seguro que hay que aportar mucho dinero para empezar en este mundillo 'verde-financiero'. «Para nada. Desde cien euros ya se pueden hacer cosas», asegura Miguel Camiña, CEO y cofundador de Micappital, una firma de asesoramiento financiero independiente.
«De hecho, el 90% de nuestros clientes son pequeños ahorradores que se han dado cuenta de que su dinero en la cuenta corriente no aporta nada», indica. ¿Y qué les ofrece? Pues inversiones de impacto (por ejemplo, que tengan como imperativo el buen trato a sus empleados) o, dando un paso más allá, inversiones sostenibles, que tengan este factor social pero que incluyan beneficios medioambientales entre sus objetivos. Plantas potabilizadoras de agua de nueva generación, gestión de residuos, energías renovables... El abanico cada vez se abre más. «Hacemos un seguimiento y estamos pendientes de la bolsa: nosotros sólo cobramos si el cliente gana algo», aclara.
Según Camiñas, este tipo de inversiones están atrayendo a personas que nunca antes se habían interesado en invertir, por aquello del capitalismo salvaje y tal. «En nuestras encuestas hemos visto que es gente que prefiere ganar algo menos, pero que su aportación mejore el planeta.Aunque, a ver, tampoco están dando dinero a una ONG, sacan beneficios», aclara.
Hacer el bien y ganar dinero, buen tándem. ¿Pero eso es factible? «Por supuesto que se puede. De hecho, los inversores cada vez tienen más claro que los negocios ecológicos son incluso más rentables que los no ecológicos. A esto contribuye, además, la mayor concienciación y sensibilización del consumidor en todo lo relacionado con el medio ambiente y la sostenibilidad», asegura Juan Carlos Gázquez-Abad, profesor colaborador de los Estudios de Economía de la Universitat Oberta de Catalunya y experto en consumo sostenible.
Así, los productos financieros centrados en inversiones ecológicas están en auge, ya que «el beneficio individual del inversor es consecuencia del beneficio del entorno» y esto redunda, claro, en una doble satisfacción. Y es la pescadilla que se muerde la cola: a más personas interesadas en este tipo de inversiones, más empuje para estas empresas en los mercados mundiales «y esto permite que un mayor número de personas pueda acceder a este tipo de inversiones y logre contribuir, de algún modo, al éxito de este tipo de iniciativas», recalca el profesor.
Según el experto de la UOC, en este momento los sectores verdes, 'eco' o sostenibles más atrayentes para un novato –con un presupuesto pequeño o medio– incluyen el de las compañías eléctricas. «Pero, por supuesto, el sector tradicionalmente más popular ha sido el de la alimentación, liderado por la agricultura y ganadería ecológica. También el sector del turismo en sus diferentes modalidades (oleoturismo, enoturismo...)», enumera. Y, finalmente, un nicho de mercado cada vez más interesante: el de la cosmética.
«Muchas de las grandes compañías de este sector están apostando cada vez más y más por un enfoque ecológico», avanza. Y es cierto: ahora mismo, esta industria apuesta por los compuestos de belleza elaborados con materias primas naturales procendentes de cultivos ecológicos, por un 'packaging' reciclable y por destacar la etiqueta de 'cruelty free', es decir, la que asegura que no se ha experimentado con animales... Además, grandes influencers publicitan estos productos en las redes, con lo que el impacto económico es muy potente.
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