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Óscar B. de Otálora
Viernes, 25 de agosto 2023, 00:37
Una de las torturas a las que fue sometido Dieter Dengler consistió en ser colgado de un árbol por los pies, con la cabeza dentro de un hormiguero. Posteriormente, guerilleros del Pathet Lao –el Vietcong de Laos– le arrancaron las uñas y le arrastraron atado ... a un búfalo por los pueblos de la selva. Dengler, un piloto alemán voluntario en la Armada norteamericana durante la guerra de Vietnam, todavía viviría peores escenas de horror en su periplo de superviviencia.
Dengler, nacido en 1938 en Alemania, fue derribado sobre la jungla de Laos el 1 de febrero de 1966, cuando participaba en los bombardeos secretos sobre Vietnam del Norte. En el aterrizaje forzoso que se vio obligado a ejecutar perdió la radio y parte de su material de supervivencia. Los guerrilleros comunistas no tardaron en apresarle y comenzaron a torturarle.
Dengler fue conducido a un campo de prisioneros, donde coincidió con otros seis pilotos, en su mayoría, supervivientes de aviones derribados de 'Air América', la compañía aérea con la que la CIA encubría sus operaciones secretas en Asia. Casi todos habían sido apresados en 1963, tres años antes, y las torturas les habían convertido en cadáveres vivientes. Cuando el piloto alemán descubrió que sus guardianes iban a ejecutarles urdió una fuga en la que llegaron a robar las armas a los soldados y matar a cuatro de ellos. Los presos se separaron para intentar encontrar la salvación. Dengler huyó con Dwane Martin, un piloto de helicópteros.
Su viaje fue un desastre. Atacados por los insectos y las sanguijuelas, descalzos y sin alimentos, tenían una única alpargata y se iban turnando para usarla. Intentaron robar comida en una aldea pero uno de los pobladores decapitó a Martin con un machete. Dengler consiguió huir. Vagó por la selva, encendiendo fuegos para hacer señales a los aviones norteamericanos que sobrevolaban la zona pero todos le ignoraron. Solo las sospechas del tripulante de un avión al ver un SOS dibujado por Dengler consiguió que se acercasen hasta el lugar helicópteros de salvamento. Cuando rescataron al piloto, en una bolsa de tela llevaba una serpiente muerta, su única reserva de alimento. Había pasado cinco meses en la selva. El resto de los presos que huyeron con él desaparecieron.
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