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Arranca la operación 'vida sana' tras los excesos de las fiestas de Navidad y Nochevieja –a falta del roscón de Reyes...–. Volvemos al deporte, a cuidar la alimentación y a recuperar las rutinas. Entre esa larga lista de buenos propósitos no está de más hacer ... hueco a una revisión de los utensilios de cocina. Un borrón y cuenta nueva en el que retiraremos las piezas que contienen materiales que no cumplen la más moderna legislación sobre seguridad alimentaria. Al abrir los armarios nos encontraremos con cacerolas y cubertería sin usar hace años, piezas oxidadas, de cobre o con la superficie dañada que suponen un riesgo. Antes de reponer, repasemos los materiales más modernos, ecológicos y saludables, desde el vidrio, bambú o cerámica hasta los revestimientos de cera de abeja para las sartenes.
Como primer paso recabamos la opinión del Colegio Oficial de Químicos e Ingenieros Químicos del País Vasco, Burgos y La Rioja para que no cunda el pánico sobre la posible existencia de materiales tóxicos en los utensilios. «Todos los productos que están hoy en día a la venta y tienen la autorización del Ministerio son seguros. El problema se presenta con los que provienen de otros países donde no se someten a controles», avanza un portavoz del colegio, y con los más antiguos de cuando no existía una legislación sobre materiales que podían ser perjudiciales para la salud. «Los estropajos de níquel que se usaban para limpiar sartenes, por ejemplo, son un riesgo, además de dañar los revestimientos protectores», añade. El cobre también formaría parte de esa lista de metales que hay que evitar que entren en contacto con los alimentos. Si tenemos una cazuela de cobre de la abuela mejor retirarla.
Sartenes y cacerolas son las estrellas de la cocina y merecen una especial atención. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) explica que pueden estar elaboradas a partir de distintas aleaciones de aluminio esmaltado o fundido, acero esmaltado –vitrificado o inoxidable–, hierro o teflón. Cada material tiene sus ventajas e inconvenientes, «pero si hay algo que define a las sartenes es su capa antiadherente», añaden en la OCU.
Las de teflón son las que consiguen con más eficacia que los alimentos no se peguen, pero debemos fijarnos que estén libres de ácido perfluorooctanoico (PFOA). «Es una sustancia química que se ha utilizado durante años en el recubrimiento. Si la sartén está rayada y se cocina a temperaturas muy altas podría pasar a los alimentos. Esa sustancia es un disruptor endocrino, que altera el equilibro hormonal», advierte el catedrático de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Granada, Nicolás Olea, autor del libro 'Libérate de tóxicos'. Aunque desde 2017 está oficialmente prohibido el uso del PFOA en la Unión Europea, el reglamento establecía una moratoria hasta 2020 que, en el caso de los semiconductores, se ampliará hasta 2023. Esta prórroga hace que todavía se encuentren productos en el mercado que utilizan este material. Las sartenes también deben estar libres de PFAS, otra sustancia que evita la degradación de los materiales, pero es un producto químico que puede acarrear efectos adversos para la salud. Las marcas suelen incluir un sello que aclara que no utilizan ni PFOA ni PFAS.
La OCU apunta que «hay fabricantes que apuestan por procesos de producción más limpios» para los revestimientos. Destaca las de superficie de cerámica, que están libres de químicos y «ofrecen una alta calidad, siempre que no esté descascarillada». El sistema antiadherente a la piedra y el barro –pero que no contenga plomo– son también buenas opciones. Entre las últimas sartenes que han salido al mercado, destacan las que utilizan en su recubrimiento cera de abejas, una de las opciones más saludables.
El vidrio vitrocerámico es otra apuesta segura: resiste cambios bruscos de temperatura y no contiene materiales pesados. La pega es que no se pude utilizar en cocinas de inducción. En el ranking de sartenes y cazuelas óptimas para cocinar figurarían también las de titanio, que es atóxico y no produce alergias, y las de hierro. «Las sartenes de hierro alcanzan una temperatura muy alta, que se mantiene mientras las usamos, así que resultan una buena opción para cocinar algunos alimentos como la carne, y son muy duraderas», indica un informe de la revista Consumer. Pero debemos tener cuidado de que sea hierro certificado, sin metales pesados. Y tiene algunos inconvenientes. Necesita muy buenos cuidados, secar bien, para evitar la oxidación.
Entre las sartenes de aluminio es mejor optar por el anodizado, un proceso por el cual el metal no entra en contacto con el alimento sino que se queda sellado. Y con el acero inoxidable es necesario asegurarnos de que sea de alta calidad, por ejemplo el japonés, que no incorpora cromo ni níquel.
Los recipientes de cristal son una buena alternativa para sustituir a los de plástico. Una de sus mayores ventajas es el doble uso: almacenar comidas y hornear, lo que nos ahorra mucho espacio en los armarios. Además, el vidrio no altera el sabor de la comida, ayuda en la conservación de algunos platos y son aptos para el lavavajillas. En todo caso, el plástico de los tupper y de los botellines debe ser el apto para el consumo –preferentemente el nº 5 (polipropileno o PP)–. Debemos fijarnos, además, en que esté libre de BPA (derivados del petróleo).
Las tablas de cortar alimentos de bambú y madera de arce superan en calidad a las de plástico, que se deterioran más. Conviene limpiarlas bien después de cada uso: frota con sal marina y zumo de limón y enjuaga con agua tibia. En moldes de repostería es aconsejable recubrir los de aluminio con papel vegetal y nunca usarlo para los papillotes en el horno o alimentos calientes. También es segura la silicona de calidad platino. Ypara el horno, lo mejor es el vidrio o cerámica.
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