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No cabe duda de que la crisis del coronavirus ha acelerado la caída de los pagos en metálico. Cada vez son más los ciudadanos que recurren a una tarjeta para abonar no solo sus compras online sino también para resolver las pequeñas transacciones del día ... a día. «Antes de la pandemia nadie tiraba de tarjeta para pagar un simple café o el pan. Sin embargo, ahora ya no nos llama tanto la atención. Es más, en muchos comercios prefieren que se abone con dinero de plástico para evitar la manipulación de billetes y monedas», señala la portavoz de la Organización de Usuarios y Consumidores, Ileana Izverniceanu.
Tarjetas hay muchas. De débido, de crédito, prepago, de fidelización... ¿Cuál es la mejor? ¿Y la más segura para comprar online? ¿Se pueden aplazar los pagos? «Lo ideal es utilizar varias, cada una con sus ventajas. Por ejemplo, se puede complementar el uso de las tarjetas de crédito que bonifican nuestro estilo de consumo con otras prepago para viajes, pagos online... De esta forma, el consumidor incluso podrá llegar a obtener un pequeño rendimiento económico al año por usarlas en lugar de no ganar nada o, lo que es peor aún, pagar comisiones», recomiendan en la OCU.
Débito
Es la más habitual entre los consumidores por la sencilla razón de que el banco suele entregar una a todo aquel que abra una cuenta corriente. «De hecho, no se puede elegir si la queremos o no como ocurre con otro tipo de tarjetas. Lo único que podemos decidir es el número de cuenta al que queremos vincularla», precisan en la OCU. Se trata de un servicio gratuito y no requiere que la entidad examine la solvencia del titular, «puesto que su límite es el dinero que tenga el cliente en la cuenta. Con la tarjeta de crédito no se pasará de la raya, pero tampoco disfrutará de la flexibilidad para pagar que le da la tarjeta de crédito». Ojo, en algunos países no la admiten como método de pago.
Crédito
La ventaja más obvia de este tipo de tarjetas es que podemos pagar con ellas sin tener saldo en la cuenta, siempre «dentro de los límites que nos haya asignado el banco tras analizar nuestra solvencia». Un estudio realizado por la OCU sobre el creciente uso del dinero de plástico concluye que la mejor opción para comprar en tiendas físicas es «una tarjeta gratuita que cargue las compras a fin de mes sin intereses y cuyo uso se premie con algún beneficio», combinada con «una o varias tarjetas 'affinity' de comercios a los que suela acudir. Hay opciones con las que se pueden ahorrar contidades muy jugosas, de hasta 200 euros anuales».
¿La pega? Permiten aplazar los pagos, pero suelen cobrar unos intereses muy altos y «con una mecánica de devolución del crédito que favorece las espirales de deuda». La OCU alerta de que algunas tarjetas se entregan con esta opción activada por defecto. «Conviene que compruebe si es el caso de las suyas y que cambie la forma de pago a fin de mes sin intereses».
Prepago
Se trata de una de las fórmulas de pago con dinero de plástico que más ha crecido desde el inicio de la crisis del coronavirus. «Es un tipo de tarjeta que ha mejorado mucho. Las admiten en casi todas partes, no cobran las extracciones en los cajeros y su límite es el saldo que le cargue previamente el titular». En este caso, el dinero se gestiona a través de una cuenta de dinero electrónico, online o mediante una aplicación desde el móvil. «Algunas incluso asocian una cuenta con número de IBAN y permiten recibir y realizar transferencias, domiciliar recibos... Son muy útiles, por ejemplo, para proveer de un medio de pago a los hijos aunque no tengan cuenta corriente. También son perfectas si están de Erasmus o cruzan el charco para una estancia en EE UU porque no cobran comisiones por cambio de divisa y tampoco cobran extracciones en el extranjero, por lo que también son una muy buena opción cuando viajamos fuera de España», recomienda Ileana Izverniceanu.
Las prepago –todas las del mercado tienen unas condiciones de uso similares– están especialmente aconsejadas para las compras online o para pagar servicios y suscripciones que exigen una tarjeta para pasar los cargos, como pueden ser parquímetros, televisión en streaming, plataformas de juegos... «así evitará que su tarjeta de crédito quede registrada en los servidores de esas empresas y reducirá el riesgo de cargos no desesados».
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