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En los últimos años –y ya no digamos de la pandemia a esta parte– han caído muchos muros. Metafórica y literalmente. Los límites entre algunos conceptos que estaban bien delimitados se han desdibujado. Nos hemos llevado el trabajo a casa, la casa al trabajo... y hemos visto que los espacios que habitamos y nuestro propio tiempo deben ser como nosotros, más flexibles, más polivalentes. Algo estamos aprendiendo de la era covid, que va languideciendo a medida que las restricciones se relajan y la actividad económica, investigadora y docente reactiva su faceta presencial.
Y esta recuperación tiene como consecuencia que el colectivo de personas desplazadas a otras ciudades temporalmente por motivos laborales o de estudios está al alza y en busca de una opción para pasar semanas o meses lejos de su hogar. ¿Un hotel? Pueden funcionar para estancias cortas, pero si se alargan suponen un enorme gasto para las empresas –a las pymes, directamente, puede hacerles polvo las cuentas– y a los trabajadores les cuesta vivir en una sola habitación que quizá no esté pensada ni para pasar mucho tiempo ni para trabajar. ¿Y un piso alquilado para una estancia no muy larga? Caseros e inmobiliarias arrugan el morro. O arrugaban. Hasta ahora, el mercado del alquiler se centraba básicamente en contratos de largo recorrido o, en el polo opuesto, en la oferta turística, de escasos días. ¿Y si no queremos ni una cosa ni otra, sino una opción intermedia? ¿Qué pasa con todos esos desplazados que necesitan casa unos meses, algo parecido a un hogar? Son trabajadores de empresas, miembros de fuerzas de seguridad del Estado que no quieren vivir en pisos o edificios del cuerpo, universitarios, estudiantes de postgrado, investigadores de proyectos concretos, profesores, personas cuya vivienda habitual está siendo reformada y que necesitan, entretanto, un lugar para vivir...
¿Trabajar en vacaciones? ¡Horror! Sí, hay que desconectar, pero mucha gente no puede permitírselo y precisa insertar un mínimo de tiempo –aunque sea media hora al día para hacer un seguimiento o responder emails– en su tiempo de ocio. A esta dinámica se le llama 'workation' –de work (trabajo) y vacation (vacaciones)–, otro concepto que ha nacido para quedarse.
Según un estudio realizado por Actiu, compañía española de diseño y fabricación de espacios de trabajo, el 81 % de los profesionales de diversos perfiles considera que esta realidad llevará aparejada un aumento de los espacios híbridos, es decir, de lugares donde se puedan conjugan trabajo y ocio adecuadamante, ya que hasta ahora ellos han tenido que recurrir a hoteles (39%) o cafeterías y restaurantes (36%), que no siempre eran sitios idóneos.
El llamado alquiler a medio plazo o alquiler temporal, ahora en auge en España –en otros países europeos está más arraigada esta modalidad– ha venido para quedarse y para dar respuesta a esta demanda creciente, según afirman los expertos. Que, claro está, según las leyes del mercado, está generando también una mayor oferta: la de propietarios que quieren alquilar una vivienda sin la atadura de un contrato largo ni el trajín de idas y venidas de los pisos turísticos. De hecho, cada vez hay más firmas que gestionan este tipo de alojamientos y median entre los dueños y los inquilinos. El CEO de una de estas empresas, un cliente, un propietario que se ha acogido a esta alternativa y un experto en el sector inmobiliario dibujan una radiografía de esta modalidad de alquiler.
Propietario
Antonio es propietario de cinco inmuebles en la zona de Levante. ¡Cinco! y, claro, busca darles uso, sacarles una rentabilidad, lógicamente. «¿Cómo he acabado con cinco casas? Una mezcla de herencias, de inversión...», revela. Así que con su parque inmobiliario se lanzó a alquilar. Y ha probado todas las modalidades, aunque, ahora mismo, su preferida es la de alquiler a medio plazo. ¿La razón? Él se despreocupa porque una empresa dedicada a la gestión de este tipo de viviendas «se encarga de todo».Y, además, él gana más dinero, tal y como asegura. «¡Para mí es mucho más rentable!», dice sin duda. Calcula que le cuesta un 30% menos que otras modalidades. «Y otro punto a favor: el piso se 'desgasta' menos, porque la mayoría de los trabajadores los usan para dormir y poco más», añade Ramírez, quien indica que esta opción también le permite llenar alguno de sus apartamentos en la costa en épocas no vacacionales.
director de Estudios de Pisos.Com
«Las actividades económicas y docentes se están reactivando y, con ellas, todos los alquileres», anuncia Font. Y, aunque explica que el concepto de 'corporate housing' no es nuevo (hay empresas que llevan años reubicando a sus empleados desplazados), sí que subraya que en España la pandemia le ha dado un impulso y un giro. «El covid lo ha cambiado todo en general, la forma de trabajar y de ver qué es nuestra vivienda, que ahora entendemos más que nunca como un lugar que no es sólo para dormir, también para disfrutar, para trabajar si hay que hacerlo...», explica Font. Este experto en el sector inmobiliario destaca que, aunque el teletrabajo se ha 'filtrado' en las casas, «no se ha extendido tanto como se podía prever, por eso, sobre todo las grandes capitales, vuelven a ser polos de atracción de desplazados temporales». Esto, visto desde el prisma del alquiler, implica mucha rotación de inquilinos, lo que se traduce en mayores beneficios para el casero. Algo que esperan como agua de mayo tras el varapalo de la pandemia. «Hubo un impacto rápido del covid en el sector del alquiler, pero está teniendo una recuperación también muy veloz por el regreso a las universidades y a la oficina», asegura.
Usuario habitual
«A ver, coger dos o tres habitaciones de hotel para todo el equipo, sale caro. Si son pocos días, vale, pero si el tema se alarga... hay que buscar otras opciones», apunta Ismael Godino, de la empresa ENCIDENOR S.L., que se dedica a realizar montajes de infraestructuras, sobre todo de oficinas, y encimeras por todo el país. Él viaja mucho con sus empleados y prefiere usar pisos alquilados de media estancia cuando la tarea se le extiende dos semanas o más. «Es que me salen mejor las cuentas, los gastos de alojamiento se me reducen así entre un 50 y un 60%», apunta. Para él, el factor económico es determinante, pero también el bienestar. Al pasar mucho tiempo fuera de casa, le resulta más cómodo alojarse en un piso, donde hay más ambiente hogareño, te puedes hacer la comida... «Y si vas a trabajar a algún sitio bonito, como por ejemplo las islas, puede ir la familia a verte y así y aprovechas la vivienda», señala. Tal y como apunta, cada vez hay más empresas dedicadas a la tarea de buscarles alojamientos de este tipo, ya que antaño, admite, costaba que te alquilaran una vivienda por semanas.
CEO de Homyspace
La idea de dedicarse a la gestión de alquileres de media estancia se plantó ante Ángel cuando él mismo tuvo la necesidad de una vivienda de este tipo y vio que era dificilísimo encontrar una. «Soy de Valencia y me contrataron en MediaMarkt en Barcelona.Era algo temporal y y quería mantener mi residencia habitual, tenía un bebé pequeño... y empecé a mirar por Barcelona. Me costó», recuerda. Los caseros querían asegurarse una estancia larga y él no buscaba eso. Hoteles y pensiones quedaban fuera de sus posibilidades... así que empezó a interesarse por este nicho de mercado y con el tiempo creó su propia empresa, Homyspace, que se dedica a clientes corporativos desplazados temporalmente.
«Las grandes ciudades son las que más oferta y demanda tienen, pero tenemos viviendas en todos los rincones, también en ámbitos rurales», aclara. ¿Por qué? Sanitarios, profesores y otros profesionales necesitan desplazarse a estas zonas durante unos meses y precisan un techo. Además, no vale con la casa de la abuela donde colocas el ordenador de mala manera en una mesa camilla. Al ser gente que trabaja o estudia se inclinan por una vivienda donde descansar, pero también donde finiquitar o avanzar trabajo. Por eso, el arrendador intenta ofrecer un espacio ambivalente. «Y, bueno, ahí están los nómadas digitales, profesionales que pueden teletrabajar en el lugar del mundo que deseen y que ven nuestro país como un buen destino para instalarse un tiempo si tienen una vivienda agradable para vivir y desarrollar su actividad», apunta. De hecho, cada vez es más frecuente que las personas que sacan un piso al mercado del alquiler habiliten antes una zona de trabajo. Es un plus.
A la experta en diseño de espacios de trabajo Soledat Berbegal, responsable de la empresa Actiu, han acudido muchos propietarios, nacionales a internacionales, para realizar reformas en sus pisos antes de sacarlos al alquiler de modo que resultasen cómodos para vivir y trabajar o estudiar. Y también hoteles con la misma pretensión. Unos y otros piden espacios donde se pueda hacer de todo, donde nada se eche de menos.
–La vida ya no está tan compartimentada como antes...
–Crear espacios de trabajo fuera de la oficina es una necesidad, aunque trabajes de manera presencial, tienes que tener la posibilidad de llevarte algo a casa... ¡Y los hoteles también se han dado cuenta de ello! Se tiende a una visión polivalente del espacio, hay una enorme urgencia por rentabilizarlo.
–¿Es que ya tenemos que poder trabajar en todos los sitios?
–Tenemos que tener la posibilidad. Por eso trabajamos también mucho con los hoteles. La gente desplazada por trabajo que se aloja en ellos tiene que disponer de una infraestructura para trabajar. Y también de zonas para reunirse fuera de la habitación. En los hoteles hay muchos 'lobbys' vacíos, salas de reuniones infrautilizadas y terrazas que, dotadas de wifi y protegidas de los elementos, son un lugar excelente para trabajar. Sólo hay que saber aprovecharlos.
–¿Es muy costoso?
–No, pero no se trata de poner unas mesas y unas sillas y ya está. Tanto si se trata de un hotel como de un piso, hay que diseñarlo bien.
–¿Cómo hacerlo? ¿Cuáles son los básicos?
–Requiere reservar un lugar tranquilo (si es una casa, a poder ser, no pegarlo, a la cocina).También tener una buena luz natural y muebles ergonómicos, como una silla 'que se mueva'.
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