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Glóbulos rojos. Fotolia
Velocidad de la sangre

Velocidad de la sangre

La técnica Doppler con ultrasonidos se ha transformado en una herramienta fundamental, no invasiva, para el estudio de patologías vasculares y alteraciones en los flujos sanguíneos

Manuel Tello

Domingo, 14 de junio 2020

Con frecuencia escuchamos; mañana me hacen un Doppler. Detrás de esta frase hay mucha ciencia y tecnología. En 1842 el físico austriaco J.C. Doppler le pidió a un amigo, músico, que se sentara en la estación del tren y escuchara la trompeta tocada ... por otro músico desde el tren. Quería comprobar si percibía variaciones en la frecuencia del sonido de la trompeta. El músico de la estación percibió, de acuerdo con lo que había demostrado Doppler, tres frecuencias diferentes: al acercarse el tren la frecuencia es más alta (más agudo), cuando se aleja es más baja (más grave) y percibió la frecuencia correcta cuando el tren estaba parado. J.C. Doppler lo había detectado con el silbido del tren. Ahora todos lo percibimos con la sirena de la ambulancia o de la policía.

El mismo efecto ocurre cuando la trompeta está en reposo y el que se mueve es el que la escucha. Está asociado a la propagación de las ondas (sonido). Por eso, unos años más tarde, se comprobó que con la luz también se percibe el efecto Doppler. Esto explica que los cuerpos celestes que se acercan a la tierra son azules y los que se alejan rojos. De las muchas aplicaciones de este efecto nos fijamos en las clínicas.

La técnica Doppler con ultrasonidos se ha transformado en una herramienta fundamental, no invasiva, para el estudio de patologías vasculares y alteraciones en los flujos sanguíneos. Una fuente emite sonido hacia una arteria. Ese sonido es reflejado por los glóbulos rojos del torrente sanguíneo y es recibido por un detector. Se producen dos efectos Doppler. En el primero, los glóbulos rojos funcionan como «detector» en movimiento. En el segundo, actúan como emisor en movimiento. Es decir se produce un doble desplazamiento en la frecuencia del sonido original. A partir de la medida de ese desplazamiento se puede calcular la velocidad del flujo sanguíneo. En los aparatos Doppler, los sonidos son emitidos y detectados por un transductor, un pequeño cristal que transforma la energía eléctrica en mecánica (sonido) y a la inversa, la energía mecánica (sonido) en eléctrica.

En los aparatos clínicos Doppler se emplean dos sistemas: el continuo y el de pulsos. Además, el aparato realiza un sofisticado tratamiento físico-matemático de los datos que recoge. La ecografía Doppler ayuda a diagnosticar muchas afecciones. Por ejemplo, coágulos sanguíneos, defectos en las válvulas (como las cardíacas), oclusión arterial, aneurismas (arterias ensanchadas), estenosis (estrechamiento de una arteria), flujos turbulentos.

El ultrasonido Doppler tiene grandes ventajas frente a otros métodos: no es invasivo, es dinámico, de fácil transporte y de bajo precio. Tiene, fundamentalmente, dos inconvenientes: una importante dependencia del operador, porque requiere un entrenamiento con una curva de aprendizaje bastante lenta; y limitaciones en pacientes en los que las ondas de sonido no pueden alcanzar el vaso a estudiar. En cualquier caso, no olvide que los radares de tráfico son una aplicación del efecto Doppler.

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