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¿Alguna vez se ha preguntado si Zeus, el dios griego del cielo y el trueno, daba calambre? Seguramente no ha llegado a ese punto de «frikismo», pero no es una pregunta tan absurda como parece. Si nosotros mismos a veces damos y recibimos mini ... descargas eléctricas cuando nos rozamos unos con otros o tocamos alguna superficie, él, que acostumbraba a llevar un rayo en la mano, debía pasarse la vida dando calambrazos.
Para entenderlo tenemos que remontarnos a nuestra etapa escolar, cuando aprendimos que la materia está formada por pequeñas partículas llamadas átomos que, a su vez, se componen de tres tipos de subpartículas: los protones, que tienen carga eléctrica positiva; los neutrones (carga neutra); y los electrones (carga negativa). Los dos primeros conviven en el núcleo del átomo, mientras que los electrones giran a su alrededor y son un poco más propensos a escapar. Simplemente por el hecho de frotar, calentar, mover o iluminar un material, estos eléctricos pequeñines pueden acabar liberados fácilmente de la órbita de un átomo y saltar hacia otro (y así sucesivamente).
Dicha pérdida y ganancia de electrones entre los átomos hace que unos objetos adquieran carga eléctrica positiva (defecto de electrones) y otros carga eléctrica negativa (exceso de electrones), dando lugar a fenómenos eléctricos, como la electricidad estática, que es la responsable eventual de lo que conocemos como «calambre». Es decir, antes de sentir esta irritante sensación de manera inadvertida al tocar algo, ese algo ha tenido que acumular electricidad (positiva o negativa).
«A la naturaleza no le gusta nada que ocurra esto porque, de forma natural, los materiales son neutros, es decir, contienen el mismo número de electrones que de protones, así que cuando hay un exceso o un defecto de electrones en un cuerpo, la naturaleza busca compensarlo a toda costa para recuperar la neutralidad eléctrica», explica Alberto Corbi Bellot, profesor de la Escuela Superior de Ingeniería y Tecnología de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
Alberto Corbi Bellot
¿Cómo lo hace? A veces sin que nos enteremos, de manera suave y sostenida, como hacen las baterías de nuestros móviles o coches eléctricos, pero otras de forma abrupta y sorpresiva, mediante el calambre. Por ejemplo, un automóvil puede cargarse de electricidad por la fricción del viento contra el metal de la carrocería. «El metal tiende a cargarse negativamente, por lo que presentará un exceso de electrones. Si lo dejamos tranquilo, él mismo liberará electrones y recuperará su neutralidad, pero si tocamos la carrocería antes de que eso ocurra sentiremos un calambre. Esto es así porque los átomos del metal, en aras de compensarse eléctricamente, ven en nuestro cuerpo un lugar idóneo para ello», explica Corbi. «Que el calambre sea molesto se debe a que esta compensación se produce de forma violenta».
Lo mismo ocurre cuando dos personas se tocan y saltan chispas. Metafóricamente es producto del amor pero, en la vida real, es electricidad estática haciendo de las suyas. Si uno está cargado positivamente y el otro negativamente, al rozarse, sus electrones se compensarán bruscamente dando lugar al calambre.
Todo ello explica por qué Zeus, dada su costumbre de portar un rayo, probablemente iba siempre cargado de electricidad y repartiendo calambres a tutiplén. En un humano esto es poco probable, aunque hay personas que, de forma habitual, dan más calambres que otras. Lejos de ser por genética, raza, sexo o edad se debe, más bien, a su interacción con el medio que les rodea. «Los tejidos de la ropa que uno viste, el material de los zapatos que calza, el tipo de suelo que pisa o las actividades que realiza influyen en la electricidad estática», declara Corbi. Aquí van algunos consejos para evitarla.
Consejos para evitar la electricidad estática
1
Los tejidos sintéticos, como el poliéster o el nailon, favorecen que la electricidad estática se acumule en el cuerpo. Por su parte, los tejidos naturales, como el algodón o el lino absorben mejor la electricidad.
2
El cabello es un gran acumulador de electricidad. ¿Se le ha puesto el pelo de punta alguna vez al quitarse un jersey? Al frotarlo con el tejido los pelos se cargan de electricidad positiva y se repelen. Como están sujetos a la cabeza no pueden irse muy lejos unos de otros, así que se quedan de punta para mantenerse lo más separados posible entre ellos. Para reducir la electricidad que se acumula en el cabello lo mejor es lavarlo con agua fría y desenredarlo con un peine en lugar de un cepillo.
3
Cuando la humedad del ambiente es inferior al 30 o 40%, la electricidad estática aumenta. Por eso, generalmente, sufrimos más calambres en verano y durante inviernos secos. La calefacción y el aire acondicionado también resecan el ambiente, por lo que es útil recurrir a un humidificador o a las plantas.
4
Los zapatos, especialmente los de suela gruesa y de goma, promueven la electricidad estática. Ir descalzo, cuando se puede, la evita.
5
Las alfombras y las moquetas son una enorme fuente de electricidad estática. El rozamiento que se produce cuando las pisamos aumenta nuestra carga eléctrica. Cuanto más las evite, menos posibles calambrazos.
6
Es común sentir calambre al salir del coche porque la fricción de la ropa con el tejido de los asientos, hace que se desprendan electrones y se cree una potente carga eléctrica que se libera al pisar el suelo de la calle. Para evitarlo, agarre la carrocería metálica del techo mientras saca los pies o cierre la puerta con el codo (si lleva ropa que lo cubra) o tocando únicamente el cristal. Otra opción es cubrir el asiento con un trenzado de bolitas de madera que se usan para evitar el sudor o comprar una correa antiestática –esas tiras que cuelgan de la parte trasera de algunos coches antiguos– que sirven para conectar la carrocería con la tierra, evitando que el vehículo se cargue de electricidad y que los pasajeros sufran calambres.
7
Permiten descargarnos de la electricidad que acumulamos. Para ello, se agarran a la muñeca y se conectan, a su vez, a un cuerpo grande y neutro, como una mesa. Se recomiendan, sobre todo, para profesionales que trabajan con aparatos eléctricos.
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