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Sí, las palabras largas tienen prestigio y dan cierta altura al discurso: uno suelta 'electroencefalografista' o 'ensimismamiento' y, a menos que se trabe penosamente a la mitad, queda como una persona lingüísticamente competente. Pero qué sería de nosotros sin las palabras cortitas, manejables, ese batallón de preposiciones, conjunciones, artículos, pronombres e interjecciones pequeñajas (y también algún verbo y sustantivo) que articulan buena parte de lo que decimos. El diccionario de la Real Academia Española está bien provisto de palabras de una y dos letras: unas cuantas son bien conocidas (solo en lo que llevamos de reportaje, ya han salido 'sí', 'y', 'un', 'o', 'a', 'la', 'e', 'de', 'lo', 'en' y 'ya'), pero otras resultan bastante curiosas. Vamos a repasar algunas, sin ánimo de exhaustividad. Ojo, que lo malo de andar fijándose en esto es que uno puede obsesionarse y acabar componiendo frases enteras con palabras mínimas, engendros como «sí, yo ya me lo sé de pe a pa y mi ex no, ja, ja, ja...».
Hay tres consonantes que forman palabra con las cinco vocales: la jota, la efe y la te. La primera se ve favorecida por las distintas maneras de transcribir una carcajada o, como dice la RAE, de «expresar la risa, la burla o la incredulidad». Se contemplan las cinco: 'ja', 'je', 'ji', 'jo' y 'ju' (pero no 'jua', que también suena a que te estás partiendo). Dos detalles: en el caso tan común de repetirlas, los académicos apuestan por separarlas con comas en lugar de pegarlas en una sola palabra (sería 'ja, ja, ja...'), y, por supuesto, 'jo' también puede manifestar irritación o enfado, además de utilizarse para detener las caballerías y, en León, los bueyes y las vacas. Claro que ahí a lo mejor se alarga: jooooooo. Por extraño que pueda parecer, también existe el sustantivo 'aj', que significa 'achaque' y cuenta con una variante todavía más rara, 'ax'. La próxima vez que vayan al médico, quéjense de sus axes y a ver qué pasa.
Más allá de esta curiosa expresión del encabezamiento, todos sabemos que 'fa' es una nota musical. También entendemos lo que es la fe, aunque mejor no nos liamos ahora a explicarlo. ¿Y qué hay de las otras tres? 'Fi', además del nombre de una letra griega, es una manera desusada de decir 'hijo', prima del 'hi' que sobrevive en 'hi de puta'. 'Fo' nos arrastra al inagotable mundo de las interjecciones y expresa asco, aunque es más bonita aún la frase hecha que se utiliza en parte de Hispanoamérica, donde hacerle fo a alguien significa no prestarle atención. Y 'fu' imita el bufido del gato y sirve para mostrar desprecio, además de participar en ese 'ni fu ni fa' de las cosas que no acaban de convencernos. Si le damos la vuelta, nos queda 'uf', que según la RAE denota cansancio o fastidio, pero también repugnancia o... ¡sofocación!
Todos usamos constantemente 'te', 'ti' y 'tu'. También bebemos té (y damos el té, que viene a ser dar la tabarra) y nos tratamos de tú. Las dos que nos faltan vuelven a ser de esas interjecciones chocantes que uno se pregunta si realmente usará alguien: 'ta' sirve para poner por escrito los golpes en la puerta y 'to', para llamar al perro. Dicen los académicos que se suele usar repetida: algo así como «¡to, to, Toby!». Según la RAE, a los animales se les gritan cosas muy raras: 'ox' es un vocablo para espantar la caza y las aves domésticas.
Hay sustantivos mínimos de uso bastante habitual, como 'as' o 'ñu', pero otros son tan diminutos como rebuscados: pueden sacar de un aprieto a los fabricantes de crucigramas y complicar la vida a quienes los resuelven. Quién iba a sospechar que 'cu' es un «templo o adoratorio de los indígenas prehispánicos en Mesoamérica» o que 'lo' es «cada una de las relingas de caída en las velas redondas» (¿queda claro, no?). Resulta más intuitivo lo de 'bu', un «fantasma o ser imaginario que se menciona para asustar a los niños». ¡Que viene el bu! Claro que, si buscamos palabras casi esotéricas, podemos quedar muy satisfechos con la interjección 'hu', que «se repetía tres veces en las galeras para saludar a las personas principales que entraban en ellas». Se supone que la entonación permitirá distinguirla del 'uh' que denota «desilusión o desdén», porque, si no, a lo mejor se mosquean las personas principales en cuestión. Ah, no es esa la única palabrita en la que el diccionario especifica lo de las tres veces: también aparece en el 'ra' «para animar a un equipo deportivo o a una persona».
Hay algunas palabras que solo aparecen en el diccionario como parte de una expresión: es el caso de 'oc', que se utiliza en la denominación del idioma occitano como 'lengua de oc', o de ese misterioso 'pa' que redondea 'de pe a pa' y que no parece significar nada, o del 'wi' de 'wi fi', que se puede escribir junto o separado. Otras son el resultado de recortar una palabra más larga: en algunas zonas rurales de América, 'ña' equivale a 'señora' y 'ño' a 'señor', algo que puede venir de perlas cuando se juega al Scrabble. Y, en fin, las hay que nos suenan incompletas porque hemos perdido la costumbre: aunque quedaba muy poético, ya nadie dice 'do' por 'donde'. ¡Nadie!
– Eh, yo sí.
– Tú, ni mu.
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