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La arritmia sufrida por el Kun Agüero durante el partido contra el Alavés el pasado 30 de octubre, mantendrá al delantero del F. C. Barcelona alejado de los terrenos de juego durante al menos tres meses para que los especialistas puedan estudiar su caso más ... al detalle. No es la primera vez que el jugador de 33 años sufre un episodio similar. Diez días antes ya tuvo un pequeño susto cardiaco, al que se suma otro cuando tenía 12 años. «El corazón es una máquina que tiene un sistema eléctrico para que funcione de forma automática y a cualquier alteración de este ritmo le llamamos arritmia. La clave está en conocer qué tipo de alteración ha sufrido el jugador para establecer el tratamiento más adecuado», explicó hace unos días el cardiólogo responsable de su tratamiento, el doctor Josep Brugada.
En este sentido, la Sociedad Española de Cardiología (SEC) recuerda que las arritmias pueden causar síntomas como palpitaciones, mareos, síncope, dolor torácico o incluso pérdida de conocimiento, aunque también advierten que «pueden pasar inadvertidas y detectarse casualmente cuando se realizan pruebas diagnósticas». Esto es todo lo que se necesita saber sobre las arritmias, según la Fundación Española del Corazón (FEC).
En primer lugar, es importante explicar que el corazón late como consecuencia de unos impulsos eléctricos que hacen que las aurículas y los ventrículos se contraigan de forma adecuada, sincrónica y rítmica. En este sentido, los especialistas consideran una frecuencia cardiaca normal la que oscila entre los 60 y los 100 latidos por minuto. Dicho esto, «la arritmia es una alteración del ritmo cardiaco que se puede producir por tres motivos: porque el impulso eléctrico no se genera adecuadamente, porque se origina en un sitio erróneo o porque los caminos para la conducción eléctrica están alterados», precisa el doctor Julián Pérez-Villacastín, presidente de la SEC.
Los cardiólogos clasifican las arritmias en tres grandes grupos. Por su origen: supraventriculares (se desencadenan en las aurículas o en el nodo aurículo-ventricular) o ventriculares (originadas en los ventrículos). Por su frecuencia cardiaca: rápidas o taquicardias (frecuencia superior a 100 latidos por minuto) o bradicardia (por debajo de 60 latidos por minuto). Y un tercer grupo definido por su modo de presentación: crónicas (permanentes) o paroxísticas (se presentan en ocasiones puntuales).
«La prueba diagnóstica de referencia para detectar arritmias es el electrocardiograma. Sin embargo, tiene la desventaja de que solo registra la actividad eléctrica cardiaca en el momento en que se está realizando y, por tanto, solo nos muestra si existen arritmias en ese momento», advierte el doctor Pérez-Villacastín. En otras ocasiones, los especialistas colocan al paciente un dispositivo electrónico (holter) que registra mediante unos electrodos toda la actividad eléctrica del corazón durante un periodo de tiempo más prolongado (uno o dos días). «Otra opción, aunque menos frecuente, son los holter implantables, que se colocan debajo de la piel mediante una intervención quirúrgica muy sencilla. Estos dispositivos pueden llevarse durante años y se reservan para pacientes con sospecha de arritmias graves que no se pueden detectar mediante otros métodos», explican los especialistas.
En el caso de que la alteración del ritmo cardiaco se relacione con el esfuerzo físico (como ocurre en el caso del Kun Agüero) también se puede someter al paciente a una prueba de esfuerzo o ergometría. «E incluso se puede estudiar en profundidad su sistema de conducción cardiaco e intentar reproducir las arritmias mediante un estudio electrofisiológico, que consiste en introducir unos cables en el interior del corazón –generalmente desde las venas de las piernas–, para registrar la actividad cardiaca y estimular el corazón con el objetivo de reproducir las alteraciones», aclara el presidente de la SEC.
El pronóstico dependerá no solo del tipo de arritmia, sino también de su origen y de las características del paciente. «En general, las bradiarritmias (por debajo de los 60 latidos por minuto) tienen un buen pronóstico después de ser tratadas, y entre las taquiarritmias (más de 100 latidos por minuto), las supraventriculares tienen un pronóstico más favorable que las ventriculares», detalla el doctor Pérez-Villacastín.
Un estudio realizado por el Hospital Universitario Puerta del Mar (Cádiz) confirma con datos lo que ya sospechaban los cardiólogos: la relación existente entre el aumento de infartos y anginas de pecho en pacientes de alto riesgo y los disgustos causados por el fútbol. El estudio registró todas las visitas a urgencias por dolor torácico y síndrome coronario agudo en función del calendario futbolístico del Cádiz C. F. durante 2018, 2019 y 2020 con un resultado claro: los infartos y anginas aumentaron los días en los que el equipo gaditano perdió. «Queda demostrado que las emociones negativas guardan una estrecha relación con el desarrollo de la enfermedad cardiovascular, especialmente las de hostilidad y enfado», apuntó el doctor Juan Enrique Puche, primer firmante del estudio.
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