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La niña que cazó el mamut: ideas para abrir la mirada femenina a las ciencias desde la infancia

La niña que cazó el mamut: ideas para abrir la mirada femenina a las ciencias desde la infancia

Una guía con iniciativas para aplicar -y errores a evitar- en el entorno más cercano con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia

Jueves, 11 de febrero 2021, 00:03

Mamá, ¿las chicas prehistóricas no salían a cazar nunca?, pregunta suspicaz la niña que empieza estudiar la materia en Infantil.

Se podría debatir al respecto, pero difícilmente ellas aparecerán representadas ni en las pinturas rupestres de sus libros ni en las ilustraciones o los vídeos ... que le explicarán los orígenes de la humanidad. De hecho, el dilema no fue planteado hasta que un equipo de científicos hallara en 2020 la tumba de una cazadora de 19 años en los Andes. Esto obligó a revisar las teorías vigentes y a comprobar decenas de yacimientos de la época. La conclusión resonó en todo el mundo: no, no solo los hombres eran cazadores en la antigüedad.

Probablemente, a la joven del Neolítico le resultó más fácil derribar a su mamut que a la sociedad actual hacer lo propio con este grandísimo estereotipo. Para ello hará falta, más que titulares atronadores, reformular toda una cultura. La que ha borrado a la mujer de los logros científicos, del relato histórico, de determinados roles... Para emprender el camino de este cambio con distintas iniciativas, se fijan fechas como la de hoy, Día Interncional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.

El de acabar con brecha de género en las carreras científicas y tecnológicas es un asunto complejo y con muchos condicionantes. Pero uno de los aspectos a tener en cuenta bien podría ser atacar al mismo origen del asunto, esto es, cómo despertar –o no cercenar– la vocación científica de las niñas desde la infancia.

Lorena Fernández Álvarez, directora de Identidad Digital de la Universidad de Deusto, y Cintia Refojo, responsable de la Unidad de Educación de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt), dos profesionales dedicadas a esta tarea, aportan su experiencia para elaborar esta lista de ideas a aplicar en el entorno cercano.

Dice Lorena Fernández que si en el mundo laboral se dan los 'techos de cristal', en el camino de las adolescentes se encuentran los 'pasillos de cristal'. Ellos dirigen las vocaciones hacia roles tradicionales (humanidades, cuidados, medicina, profesorado...) de forma sutil, en vez de a sectores masculinizados como el de la tecnología, las ciencias o las ingenierías. Pero hay formas de 'agujerearlos' para sacarlas del carril. ¿Cómo?

La confianza

Que se atreva, se manche, descubra, destripe...

La Ciencia nace de la curiosidad e investigar, sea en el campo que sea, requiere del ser creativo. En estas disciplinas se buscan caminos nunca explorados para encontrar soluciones extraordinarias. Esto, que está en la esencia de un científico, tiene que ver más con una actitud alentadas desde pequeños que con los estudios. «Hay que animar a las niñas a ser valientes; no a ser perfectas. Quitarles el miedo a equivocarse, a ¡mancharse! y no limitarlas por su aspecto, dejarles destripar todos los aparatos de casa... La Ciencia y la Tecnología se basan en la exploración», aconseja Fernández. Esa valentía es la base de la confianza, otra de las grandes asignaturas pendientes. Un estudio reciente demostró que ya con 6 años ellas ya se ven menos capaces que los niños en asignaturas como las matemáticas. «Un 'síndrome de la impostora' contra el que –avisa Fernández– muchas luchan durante toda la vida». Refojo, por su parte, hace hincapié en «los mensajes sin maldad de la familia o del profesorado que atribuyen habilidades de forma inconsciente a niños y niñas: a ellas se les alaba que son trabajadoras y a los niños, directamente, que son listos». Aquí entra en juego 'el efecto Pigmalión'. Esto es, si las crees capaces en un terreno, se esforzarán por serlo y puede que lo sean. Pero también al contrario.  

El lenguaje

Más alentar su capacidad y menos comparar

Este aspecto entronca con el lenguaje, o mejor, lo que comunicamos sutilmente con la forma de expresar ideas. Algo que también requiere de revisión. Destacan aquí la comparaciones. Además de ser odiosas, son a veces discriminatorias. «No le digas que puede ser tan buena como un niño en matemáticas porque ya la sitúas en inferioridad. Lo correcto es decir que niños y niñas son capaces por igual de ser buenos en matemáticas», ejemplifica la experta de Fecyt. Ella observa, además, que el reto de atraer vocaciones científicas femeninas se plantea como un problema que tienen ellas y que deben superar. «Cuando quizá el problema lo tenga el resto», zanja.

Los estereotipos

No ser científica sino 'hacer' Ciencia: olvida la bata blanca

Cuando se habla de científicos, toma cuerpo en la imaginación de niños y niñas un estereotipo que ha calado hondo: señor, blanco, de edad avanzada, con bata blanca, aislado en un laboratorio entre probetas y medio chiflado. Para luchar contra esta imagen ambas expertas coinciden en aconsejar cambiar la expresión 'ser científica' por 'hacer Ciencia'. «Hay que dejar claro que pueden ser como quieran, tener el aspecto que sea, porque no vas a 'ser' algo; vas a hacer algo, que además mola», anota la especialista de Desuto.

Lo cotidiano

Hazle ver que la Ciencia está ahí: ¿quién programó su Tik Tok?

Para que vean todas esas cosas que se pueden hacer hay que descubrirles el contenido científico de la vida cotidiana. Desde explicarles que su Tik Tok requiere de una programación, hasta cómo funciona su preciado móvil, pasando por la química de su plato favorito. «Creo que se explica mal a qué se podrían dedicar en el futuro si eligen este camino. Una vía para despertar vocaciones es mostrar la utilidad social de la Ciencia. ¿Vamos a hacer drones? Expliquemos que con ellos haremos llegar la ayuda humanitaria en inundaciones», cita Fernández. Refojo también reivindica que las actividades sean enfocadas desde sus intereses. «Si vamos a programar, no lo hagamos para que se mueva un coche; sino para ayudar a la gente en su vida, a parapléjicos a moverse o a disléxicos a leer».

La mochila cultural

Que museos, libros y series científicas estén presentes

Esta tarea de evidenciar que la Ciencia está en todo –y en todos– se trabaja en casa y en la escuela y, dicen, no hace falta ser científico para hacerlo bien. Se trata de echar en 'mochila cultural' de las niñas elementos que tengan a estas disciplinas como protagonistas. «Debemos darles la oportunidad de relacionarse con ella. A veces el error se comete por omisión», puntualiza Refojo. Esto afecta a todo: desde las series de la tele a las extraescolares. «Si las enfocamos al ballet y nunca prueban la programación, difícilmente se apasionarán por este mundo», añade Fernández. ¿Y qué hacemos con Disney? Lejos de enfrentarse a este gigante cultural, es mejor trufar las lecturas y las películas con otras temáticas. También hay dibujos de niñas ingenieras y programas infantiles de Youtube sobre experimentos físicos y químicos más parecidos a la magia que a otra cosa. «Recuerdo un estudio realizado por el Institut de Gendre in Media, de la actriz Gina Davis, en el que se vio cómo un porcentaje de mujeres encuestadas que tenían 11 años cuando se emitió Expediente X habían eligió una carrera científica inspiradas por Dana Scully», cita la experta de Deusto. No puedes ser lo que no puedes ver.

Los referentes

¿Se trata de dar la vida por la causa a lo Marie Curie?

El problema es que «tenemos pocos referentes». Y, quizá, no siempre sean los más motivadores o quedan muy lejos. Cintia Refojo cree que existe el peligro de presentar siempre a las científicas como extraordinarias, como heroínas... «Quizá el mejor ejemplo para inspirarse no deba ser Marie Curie, que sacrificó literalmente su vida», reflexiona. Se trata más bien de buscar ejemplos más cercanos, más allá de los pocos premios nobel, para evitar trasladar la idea de que se debe ser «súper brillante y esforzarse muchísimo en tareas imposibles» –añade Fernández– para dedicarse a estas carreras STEM». Cierto es que, «hemos desaparecido de las fotos de muchos logros históricos», añade, pero se está en el camino de corregir esto. «En los libros de texto –apunta Refojo– hay mucho por hacer», por ejemplo.

Los juegos

Desde experimentos de química a crear tu propio videojuego

Y de los libros al juego, tan importante en la educación y en la aparición de sesgos en edades muy tempranas. Las dos especialistas recomiendan desde muy pequeños abrirse a otros entretenimientos. Hay juguetes de programación, se puede les puede acompañar a hacer videojuegos siguiendo tutoriales de Youtube, experimentos, etc. Eso sí, la edad clave está en el paso a Secundaria. En la etapa de la definición de la identidad y las decisiones se verá si la siembra dio fruto.

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