– ¿Cuál es su mejor recuerdo de un verano?
– Cuando era chaval, en cuanto terminaba el curso en los Salesianos me cogía el tren de Santander a Pesués, después, la línea de 'el Alemán' a Pejanda, y de ahí, siete kilómetros con la mochila hasta Salceda, en Polaciones, donde pasaba todo el verano. Subía a Peña Labra, con las vacas, jugaba a los bolos, pescaba... Eso hice desde los 11 hasta los 17.
– ¿Y este año? ¿No ha podido hacer nada?
– He ido a dos partidos de bolos y al Campeonato de España de Traineras, nada más. Bueno, la semana pasada estuve en Casa Tomás, en Ogarrio, comí unas alubias maravillosas y eché una partida al tute. Tengo dos rivales, Tomás y Julián, que están muy enfadados porque mi compañero, Ramón Ochoa –alcalde de Ruesga– y yo siempre les ganamos el décimo de lotería que nos jugamos.
– ¿Tiene algún plan para cuando todo esto acabe?
– A lo mejor me voy tres días a Tenerife. Tengo un amigo allí que no conozco personalmente, aunque me llama todas las semanas, y me dice que verme sería la ilusión de su vida. Si cuadra, voy.
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