La boda de Woody Allen y Disney
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'Cuando Harry encontró a Sally' y la crisisÓscar Beltrán de Otálora
Sábado, 22 de agosto 2020, 00:06
Cuando Harry encontró a Sally' es la mezcla perfecta de Woody Allen con Walt Disney. Combina la sutileza de las relaciones de pareja que siempre ha rodado el primero con el mundo edulcorado del segundo», sentencia el psicólogo Jaime Burque, autor del libro 'Filmoterapia'. Pocas ... películas han forjado con tanta energía el molde de cómo debe ser una relación. Pasó a la historia por la escena del orgasmo fingido de la protagonista en una cafetería, pero, más allá de este acertado gag, encierra un poderoso relato sobre el amor «entendido como un viaje, con independencia del final feliz que tiene que crearse para responder a los patrones del cine norteamericano», añade el experto.
El filme tiene muchos secretos; uno de ellos, la conjunción de genios que se produjo en su gestación. El director es Rob Reiner –hijo del actor y humorista recientemente fallecido Carl Reiner–, quien ya se había consagrado con éxitos como 'La princesa prometida'. Encabezaron el reparto el cómico Billy Crystal y Meg Ryan, ambos en el esplendor de sus carreras. Y luego está la encargada del guion, Nora Ephron, una prolífica escritora que en los años ochenta reinventó el género de la comedia romántica. Periodista, novelista y dramaturga, atinó con la perspectiva que imprimió a un argumento tan clásico: la dificultad de compatibilizar los mundos masculino y femenino. «Los hombres no quieren ser amigos de las mujeres. Saben que no las entienden y no se preocupan demasiado. Por su parte, las mujeres se mueren por ser amigas de los hombres. Saben que no les entienden y eso les preocupa. Piensan que, si consiguen ser amigos, llegarán a entenderlos», escribió.
La historia comienza con el viaje en coche de Harry Burns (Cristal) y Sally Albright (Meg) desde Chicago a Nueva York. Se acaban de conocer y ya se plantea el interrogante que flota sobre todo el largometraje: ¿pueden ser amigos los hombres y las mujeres? Se irá resolviendo a lo largo de la relación que Harry y Sally mantienen durante décadas. Al final, tras un recorrido complejo y superar múltiples dificultades, se casan. «Es ese cierre venturoso tan de Disney, en el que dos personas que al comienzo de la película te habían caído mal ahora te parecen fantásticas», explica Burque. Para encontrar más sentido a este giro, es conveniente saber que el final que había previsto el director no era la boda. Pero Reiner se enamoró en mitad del rodaje y cambió de planes sobre la marcha.
No perdamos de vista el meollo de la cuestión. ¿Es posible la amistad entre distintos sexos? «Desde luego –responde Burque–. En este tipo de asuntos, generalizar es un error, porque cada personalidad es distinta. Pero no es imposible, como se plantea en la película». El psicólogo recuerda que las generaciones más jóvenes, educadas en entornos con menos represiones que sus padres o abuelos, «tienen mucho más normalizada esta relación».
Otro elemento para la reflexión que plantea 'Cuando Harry...' son las crisis de pareja vinculadas a determinadas etapas, como la llegada de los 30 o los 40, por ejemplo. «Las crisis se producen siempre que un miembro de la pareja se para a pensar en la vida que lleva –comenta el experto–. Y no tienen que terminar necesariamente en ruptura, pueden ser un toque de atención para evolucionar y mejorar».
Con respecto a estos tópicos sobre los ciclos vitales, Burque se muestra escéptico. «No hay una estadística que ajuste los cambios de personalidad a un modelo matemático. Además, no son las mismas situaciones las que se pueden vivir en el New York de la película que en Madrid o en una población rural española», puntualiza.
Todas las edades tienen altibajos. Para el psicólogo Jaime Burque, referenciar crisis personales a épocas determinadas (los 40, los 50...) es una falacia. «Una generalización sin sentido, porque todo nuestro contexto cambia. ¿No se dice ahora que los 40 son los nuevos 30?». A su juicio, asociar vaivenes existenciales con el calendario «tiene más que ver con el simbolismo de los cumpleaños en fechas redondas y los cambios de década que con giros vitales que se tengan que producir de forma inexorable».
Los detonantes de las crisis de pareja son los cambios vitales, originados por múltiples causas. «Un nuevo tipo de trabajo o el hecho de tener hijos puede afectar a una persona de forma que se replantee su relación o el estilo de vida que está llevando. En algunos contextos, incluso la presión social puede forzar esta reflexión personal».
El experto sostiene que el gran desencadenante de las crisis –para bien o para mal– «es el momento en que un individuo se para a pensar y cuestiona su realidad vital, de pareja o personal». Sin ese tiempo de reflexión, agrega, «lo que domina es la inercia».
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