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Un cuento nos abrió a todos en la niñez la primera puerta al universo de las historias inventadas. En la voz de nuestros padres, abuelos, hermanos o profesores, es decir, en la voz de aquellos que nos amaron comenzamos a desarrollar la imaginación; la quintaesencia ... de nuestra humanidad. Con la edad, del verbo se pasa a la letra y quienes se enganchan se convierten en amantes de los libros. Pero ahora la adultez no es un límite para volver a evadirnos mientras nos cuentan un cuento. Los editores se han propuesto devolvernos este placer de niños y han apostado por difundir sus obras de viva voz para hacerlas llegar más allá. Son los audiolibros. El fenómeno despegó en 2019 y promete crecer para devolver a la sociedad lo más bonito de la tradición oral.
El club de quienes eligen escuchar novelas o ensayos está compuesto en nuestro país por 1,2 millones de personas. Este dato ha sido publicado en 2020 por la Federación de Gremios de Editores de España, que ha indagado por primera vez sobre la moda del audiolibro en su encuesta anual sobre hábitos de lectura en mayores de 14 años. Un 3% ha dado el salto a la audiolectura. Una cifra lejos aún del 65% que dice comprar libros y leerlos por placer en sus ratos de ocio.
Es algo incipiente, pero imparable; antes esta opción era tan anecdótica que ni se medía. Plataformas como Storytell, una de las principales que opera en España con un modelo de suscripción tipo Netflix, ha multiplicado por 12 las obras de su catálogo en dos años. Ha pasdado de distribuir 400 títulos en 2017 a 5.300 en 2019. A nivel internacional, cuenta con un millón de usuarios, afirma su responsable, Alex Gibelalde. Y sigue creciendo.
Entre las editoriales la moda también se expande, pero hasta el momento la mayor apuesta es de Penguin Random House, que tomó la iniciativa en 2014. Hoy, su catálogo de audiolibros supera los mil títulos. A ellos se puede llegar a través de plataformas digitales como la citada Storytell, Audioteka o Audible, entre otras.
alex gibelalde, Storytell
Quienes han entrado en esta nueva forma de ilustrarse destacan una ventaja: permite hacer otras cosas a la vez. Algo muy acorde con la era de la multitarea que vivimos. La falta de tiempo para no leer es precisamente la principal excusa de los no lectores españoles (aún un 38% de la población), según el citado estudio de Editores. Junto al tiempo, el esfuerzo y el aburrimiento son los otros motivos que alejan de la lectura.
El audiolibro parece ser capaz de llenar alguno de estos huecos. «Aporta horas de lectura que antes no existirían porque empleas el oído y lo puedes hacer en todo momento: practicando algún deporte, en el transporte público o mientras se realizan tareas en casa», apunta Gibelalde, según la experiencia de sus usuarios. El esfuerzo de leer también se elimina y cuenta con elementos que añaden atractivo contra el sopor.
Los matices de las voces, los diálogos teatralizados, incluso la ambientación con música añaden al audiolibro una información que impide el formato papel y que también atrae. En Penguin trabajan «con actores y actrices de doblaje de primera línea» y voces famosas como la de Juan Echanove, que pone voz a 'Monte Sinaí', de José Luis Sampedro. Y aunque es una tarea difícil solo para profesionales, hay autores que se han atrevido a leer sus propias obras. El psiquiatra Luis Rojas Marcos es uno de ellos. Oír su libro 'Somos lo que hablamos' en su voz nada tiene que ver con leerlo.
Penguin random house
Cabría pensar ante tantas bondades que el fenómeno podría fagocitar al libro clásico en papel. Pero la experiencia en otros países como Suecia, país donde nació Storytell hace 15 años, dice que «son complementarios». De hecho, el perfil de usuarios es el de un lector habitual de entre 25 y 45 años que amplía sus horas de lectura a momentos en los que no puede coger un libro. «También gente joven, más tecnológica, desacostumbrada a leer, que llega a la literatura a través del móvil y los cascos que siempre llevan», explica el director de la citada plataforma.
Pero sí: hay un pero. Y es la atención. El escritor José Ángel Mañas ha dado el paso a escribir una obra pensada solo para ser oída. Ha publicado en Storytell 'Extraños en el paraíso', una historia sobre 'La movida' en diez capítulos. Y reconoce que la dificultad fue mantener el interés. «He tenido que multiplicar la inventiva y desplegar todos mis recursos narrativos; pensar más en la atmósfera sonora. He aprendido a escribir con los demás sentidos», cuenta. Tanto, que dice haber «desarrollado una escritura más sensual».
pablo eguía, neurólogo vocal de la sen
Esta exigencia no es solo para el que crea. También lo es para el que escucha. Nuestro cerebro obtiene beneficios similares tanto al leer un cuento como al oírlo. «En ambos casos estamos hablando de lenguaje, oral o escrito, el cerebro descodifica las palabras e interpreta su significado. Cuando analizamos las áreas del lenguaje vemos que tanto a nivel frontal, temporal y parietal existen redes neuronales que participan en el lenguaje y son las mismas», explica el neurólogo Pablo Eguía, vocal de la Sociedad Española de Neurología. Pero cree que la escucha de una historia es «más exigente». Requiere más atención y obliga a procesar más información, como los matices, pausas e inflexiones de la voz.
Una cualidad, la atención, que fomenta el formato audiolibro junto con la memoria de trabajo. «Esta debe estar activada más tiempo para seguir el hilo», valora Eguía. De ahí que tanto leer como escuchar historias sean un buen entrenamiento cognitivo frente a enfermedades degenerativas. Es más, combinar ambos «puede ser enriquecedor». Todo sea por conservar el poder de imaginar, que nos hace humanos de principio a fin.
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