Antonio Cerdán: «Pero con este olor a sardinas, ¿dónde voy a ir?»
Los sin verano ·
Lleva 15 años dedicándose a los espetos en un chiriguito de Málaga por lo que asegura «que esto es más duro de lo que la gente se piensa»Los sin verano ·
Lleva 15 años dedicándose a los espetos en un chiriguito de Málaga por lo que asegura «que esto es más duro de lo que la gente se piensa»Antonio Gómez
Viernes, 7 de agosto 2020, 00:07
Antonio Cerdán tiene varias formas de avisar de que el espeto está listo: hace sonar una campana, grita el nombre de algún compañero o sale de su puesto para entregarlo él mismo en la mesa. Todo con tal de que el pescado (sardinas y pulpo ... sobre todo, «aunque me han pedido cualquier comida que puedas imaginar») no se enfríe y pierda el toque que le dan las brasas de su barca en el chiringuito María de la popular playa de la Misericordia, en Málaga. Tiene 39 años y lleva desde los 15 dedicándose al viejo arte del espeto, aunque intentó ganarse la vida como montador de neumáticos, «porque esto es más duro de lo que la gente puede pensar».
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– Confiese, ¿cuál es el secreto de un buen espeto?
– Escucho de todo: que si unas ascuas flojitas, que si tal distancia... A mí me gusta poner la candela a tope desde primera hora. Luego se coloca el pescado retiradito, ni muy cerca ni muy lejos del fuego, y sale perfecto.
– ¿Cómo distingue una buena sardina de una mala?
– Por el tacto. Cuando están fibrosas, malo... Tiene que notarse la grasa. Una sardina buena es gordita, aunque no muy ancha, y tiene grasita. A las que vienen rígidas les metes la caña y notas la fibra. Esas son las peores, porque se destrozan. Las sardinitas de Málaga son las mejores que hay; otras vienen de fuera y les meten miles de guarradas.
– ¿Las elige usted?
– No, mi jefe, que tiene un pescadero de confianza en el Mercado Central. Y elige lo mejor, ¿eh? Aunque valga sesenta euros una caja.
– Con el confinamiento, ¿hay mejor pescado que otros años?
– Cuando salimos de la cuarentena recuerdo que las sardinas estaban tremendas, íbamos a comernos hasta las bandejas, pero también puede ser que llevábamos dos meses sin probarlas y fuese algo más psicológico...
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– ¿Cuánto gana de media un espetero por hora?
– Unos siete u ocho euros.
– Llegar a casa oliendo a sardina todas las noches... ¿Qué opina su mujer?
– A veces me pregunta si he estado por ahí cuando vuelvo a casa, pero, con este olor, ¿dónde voy a ir? Llego reventado, con dolor de pies, y solo quiero ducharme y acostarme.
– ¿Cuánto tiempo hace que no tiene vacaciones en verano?
– Ni lo recuerdo. Es duro porque tengo dos niños y hay días que se me hace imposible, pero me pongo mis vídeos y audios de autoayuda y así vamos luchando.
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– ¿Autoayuda?
– Sí, porque trabajar en un chiringuito no es fácil. Damos de comer a mucha gente y estamos muchas horas sin parar, en tensión. A veces hay roces entre compañeros. En el calentón es mejor no hablarme. La autoayuda me sirve para calmarme.
– ¿A quién beneficia la guerra de precios de los espetos?
– He visto espetos a dos euros. Entre lo que cuestan las sardinas, los seguros sociales, el sueldo del espetero... ¿Cómo lo hacen?, ¿les cuesta dinero? No lo entiendo.
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– A los turistas les encanta esto de la barquita y el fuego, ¿no?
– Muchos quieren hacerse fotos. Mínimo, me hacen 20 todos los días. Fotos mías habrá en medio mundo. Han venido hasta 'youtubers'. El último, uno de Rumanía con un porrón de seguidores.
– ¿Le gustaría que sus hijos siguieran la tradición familiar?
– No, la verdad. Que hagan algo menos sufrido, aunque gracias a esto no les ha faltado de nada.
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