El Tizona se lleva el derbi de Burgos

Partido eléctrico desde los primeros compases, en los que unos y otros dejaron claro que no iban a guardarse nada dentro. El Tizona, que supo explotar sus virtudes durante todo el choque, salió a por todas ante un San Pablo algo más estático, pero con un punto de intensidad necesario como para igualar el ritmo local.

El gran acierto de ambos equipos permitió el que marcador comenzara a moverse con rapidez. El Tizona percutía en todas las zonas del campo, mientras el Longevida se encomendaba a la muñeca de un Millán Jiménez excelso en el primer cuarto.

Ni unos ni otros bajaban el pistón y el primer acto se movía en un territorio de máxima igualdad, en el que las ventajas apenas superaban las dos unidades, pero en el que el San Pablo parecía dominar más. Un triple de Seoane ponía por delante a los de Ocampo a falta de dos minutos, pero los de Lolo Encinas respondían por la vía rápida y cerraban el primer cuarto con la máxima ventaja hasta el momento (20-25).

Una ventaja que, sin embargo, duraría poco. Y es que, lejos de bajar el ritmo, el Tizona lo incrementó, comandado por un genial Dídac Cuevas, que aportó criterio, celeridad y solvencia a la dirección de juego mientras calentaba la muñeca desde el exterior.

Mediado el cuarto, Vila conseguía certificar el cambio de dinámica (36-33) ante un San Pablo al que por momentos pareció faltarle algo de gasolina para aguantar el arreón. Así, y a pesar de que los hombres de Encinas hicieron la goma en varias ocasiones, espoleados por un acertado Lapornik y un Kasibasu muy voluntarioso, lo cierto es que perdieron el control del juego en favor del Tizona, que se marchó al descanso dominando (48-45).

Un dominio que no hizo sino profundizarse tras el paso por vestuarios. Jacobo, Cuevas y Vila se llevaron el gato al agua y poco a poco fueron abriendo hueco para su equipo ante un San Pablo que a medida que avanzaba el cronómetro perdía fuelle y acierto.

Sólo Lapornik parecía ser capaz de sostener a su equipo en mitad de la avalancha del Tizona, que firmó un tercer cuarto espectacular, con 31 puntos. Una canasta sobre la bocina de de Vila hacía que el pabellón se levantara, el marcador mostrara una ventaja de nueve a falta del último cuarto y Lolo Encinas torciera el gesto.

Un gesto que ya no se le cambió al técnico del San Pablo, que vio cómo todos los intentos de su equipo por cambiar el signo del partido acabaron muriendo en la orilla. Máxime con la salida en tromba del Grupo Ureta, que en apenas dos minutos abría brecha (87-73).

A partir de ahí, el San Pablo pareció caer preso de su ansiedad, encadenando varias malas elecciones y dando algunas facilidades a los hombres de Ocampo para matar el choque con solvencia y llevarse el primer derbi local de la historia de la LEB Oro con una postrera exhibición ofensiva.