José Antonio González
Jueves, 13 de diciembre 2018, 07:47
Las Navidades son cada vez más tecnológicas y los regalos de los magos de Oriente o de Papa Noel suelen tener apellidos inteligentes o conectados. Sin embargo, si este año Melchor, Santa, Gaspar o Baltasar no han encargado ya los regalos, tendrán que rascarse ... un poco más el bolsillo.
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No es culpa de la famosa ley de la oferta y la demanda, sino de un viejo conocido del mundo de lo digital: canon. Se esperaba y llegó. Esta semana se ha hecho oficial la llegada de la nueva Ley de Propiedad Intelectual. La normativa, ya publicada en el Boletín Oficial del Estado, establece una tasa para cada dispositivo que varía en función de su tipo y que tiene efecto sobre su precio final de venta.
Una nueva normativa que entre su articulado recoge una serie de gravámenes para obras digitales, aunque también físicas. Y, lo que es más importante, incorpora un cargo para los dispositivos que permiten la reproducción de este tipo de contenidos, es decir: 'smartphones', 'tablets' y un largo etcétera de dispositivos cotidianos que son uno más de la familia.
La normativa está ya en marcha, aunque, según las autoridades políticas «será transitoria». Esto no significa que la nueva Ley de Propiedad Intelectual vaya a desaparecer, sino que el nuevo extra a comprar un móvil será diferente, quizá, en el futuro.
Pero las cinco letras de canon no son nuevas en el lenguaje de los españoles. Especialmente, canon digital, que ya que se escuchó por primera vez en 2007. Una aprobación llevada a cabo por el gobierno del Partido Socialista y se encontraba en vigor hasta su retirada en 2011. No obstante, en junio de 2017 fue retirada.
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Los 'smartphones' que permiten reproducir vídeo, música o texto, pagarán 1,10 euros, y en tabletas, el canon aumenta hasta los 3,15 euros. En el caso de las impresoras, el canon asociado es de 4,50 o 5,25 euros, una diferencia que varía en función de su velocidad y sistema.
Además, el canon digital impone una tasa también a los dispositivos de grabación. Los CD vírgenes desde la entrada en vigor de esta nueva normativa cuestan ocho céntimos más, mientras que los reprobables aumentan en diez céntimos. Por su parte en los DVD, la tasa asciende a 21 céntimos y 28 para regrabables.
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Entre el resto de los dispositivos de este tipo se incluyen las grabadoras, con un gravamen de 33 céntimos a 1,86 euros según el tipo, así como los USB y tarjetas de almacenamiento, con un recargo de 24 céntimos.
En cuanto a componente internos, el canon es de 6,45 euros para los discos no integrados que reproduzcan contenidos, y 5,45 para los integrados en equipos, a excepción de las consolas cuyos discos solo permitan jugar (y no reproducir) y los aparatos decodificadores de televisión.
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No obstante, la nueva Ley establece una serie de exenciones que permiten evitar el pago de este nuevo canon digital, pero que puede suponer más de un dolor de cabeza al usuario. La Ley de Propiedad Intelectual señala en su articulado que las entidades del sector público están exentas del pago.
¿Y los ciudadanos? Podrán solicitar el reembolso si consiguen justificar «el destino exclusivamente profesional del equipo» y, añade la normativa «siempre que estos no se hayan puesto, de derecho o de hecho, a disposición de usuarios privados y que estén manifiestamente reservados a usos distintos a la realización de copias privadas».
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