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¿Datos privados o salvavidas futuro para la sanidad?

En España, el Reglamento General de Proteccion de Datos blinda la información sanitaria para evitar fuga de información en los historiales clínicos

JOSÉ ANTONIO GONZÁLEZ

Lunes, 2 de marzo 2020, 06:46

Los datos parecen estar revelando su utilidad en los últimos años para salvar vidas. Se trata de manejar con la orientación correcta el volumen total de información que en 2020, según el sector de las TIC, sería de casi 25.000 petabytes a nivel mundial, ... mientras que hace ocho años la cifra apenas alcanzaba los 500 petabytes de almacenamiento. No en vano se prevé que para 2022 haya tanto tráfico circulando por internet como el que se ha acumulado en los últimos 32 años en la Red (hasta 2016).

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Al mismo tiempo, vigilar la salud a través de dispositivos inteligentes es una realidad. Ocho de cada diez estadounidenses y británicos emplean los 'wearables' para monitorizar determinados parámetros de salud. Un gesto cotidiano, pues ven que la tecnología ha mejorado su estado y estilo de vida, según un informe de Global Web Index sobre el uso de los dispositivos en esos países.

Las pulseras y los relojes inteligentes –como el Apple Watch– son fuente de información para nutrir de datos a los grandes algoritmos. No obstante, las historias clínicas, los dispositivos de telemedicina e, incluso, las pruebas médicas son esenciales para entrenar a estas inteligencias artificiales. Y a ese cóctel se pueden añadir datos epidemiológicos, nutricionales y genómicos para ayudar a tomar decisiones, tanto a los doctores como a los gestores de los centros sanitarios, lo que repercute en un mejor servicio para los pacientes.

Sin embargo, la recopilación de esa información goza de una importante protección por las leyes, estatales y comunitarias. En España, desde 1998 la Ley Orgánica de Protección de Datos era el escudo para la información relativa a la salud y a la vida sexual. Dos décadas después, el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) pormenorizó, con categorías especiales, su salvaguarda. A los supuestos ya recogidos se añadieron los datos genéticos y biométricos y, por último, la orientación sexual»; para todos ellos, «como regla general», se prohíbe su tratamiento».

Sin embargo, la normativa europea establece excepciones. La primera es que «exista un consentimiento explícito por parte del interesado y con las finalidades especificadas». La normativa prevé otros supuestos como, por ejemplo, la protección de intereses vitales y el tratamiento de ellos en el ámbito de fundaciones o asociaciones cuya finalidad sea política, filosófica, religiosa o sindical. Además, el RGPD incluye el supuesto de uso con fines de archivo e interés público, investigación científica o histórica o fines estadísticos.

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Con esas opciones, la UE trabajó en su Horizonte 2020 para la implantación del 'Big Data' en el entorno sanitario. En ese camino se ha inmerso la compañía médica internacional Savana, que se pone como meta «acelerar la ciencia en la salud». Ambos proyectos están basadas en el desarrollo y creación de algoritmos para mejorar el diagnostico de enfermedades, junto a la digitalización de las historias clínicas.

Estos documentos son una fuente incalculable de información y, gracias a un licenciado español, se han «traducido» para servir de referencia en futuros diagnósticos. Un trabajo premiado por la Fundación Princesa de Girona y que emplea la inteligencia artificial para la investigación.

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El sistema matemático del doctor Hernández Medrano, miembro de Savana y formado como neurólogo en el Hospital Ramón y Cajal, genera modelos predictivos que anticipan la mejor actuación médica ante un paciente, extrayendo conocimiento clínico ahora infrautilizado y poniéndolo al alcance de medio centenar de hospitales en España.

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