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Arantxa herranz
Miércoles, 9 de diciembre 2020, 00:15
Yolanda Rueda siempre ha sentido fascinación por las tecnologías y el emprendimiento de hacer cosas nuevas. Primero creó la Campus Party a finales de los años 90. Luego, cuando en 2001 se empezaba a hablar de la brecha digital, descubrió su pasión por el voluntariado ... en el mundo tecnológico. Así nació Cibervoluntarios, la fundación que preside y que lucha por erradicar esa brecha.
– Vi muchas posibilidades que había en Cibervoluntarios como movimiento, pero me faltaba el conocimiento para poder materializarlas. Se apuntaba mucha gente como voluntario, aunque carecía de esa capacidad de gestión. Hice un máster y eso me dio mucho conocimiento a la hora de ver cómo son los proyectos, cómo quería que fuera la organización, y cómo podía gestionar la fundación para que sobreviviera.
– No. Simplemente me planteé una serie de decisiones vitales. Veo todo a través de la tecnología. Veía que se estaba apostando muy fuerte por la tecnología, que ha pasado a ser una cosa impresionante que podría estar cambiando el mundo y crear muchas necesidades. Quería que la ciudadanía tuviera ese poder de la tecnología, porque creo que tiene que haber otro uso de ella. Desde las administraciones estaban impulsando la tecnología desde la perspectiva más administrativa, es decir, como un ciudadano podría comunicarse con ellas. Pero no estaban teniendo en cuenta de todas las posibilidades, como poder tener una comunicación más directa. Algunos voluntarios pensaban que venían solo a dar un curso, y ése no es el objetivo de la Fundación. Estamos haciendo algo más.
– La tecnología tiene que tener un buen propósito para las personas. Puede ayudarles a comunicarse, a buscar empleo, a educarse, a poner un negocio… Despertar eso es para mi vital. Puede que unos procesos para lograrlo podamos replicarlos en otros. Es un camino fascinante pero muy duro, porque tuve que montar la Fundación sin ninguna empresa detrás que pusiera los recursos. Ahora somos 15 personas para los más de 1.500 cibervoluntarios que tenemos. Y hacemos un montón de actividades al cabo de cada ejercicio. De hecho, los últimos tres años hemos formado a más de 30.000 personas.
– Prefiero hablar de la doble brecha digital. La primera es la del acceso. Tengo que tener la herramienta pero hay muchísima gente que, aunque la tiene, no lo usa para algo que de verdad pueda ayudarle en su día a día. Muchas empresas no estaban digitalizadas para poder seguir haciendo su negocio cuando ha llegado la covid-19. Tienen la herramienta, pero no saben usarla. Esta pandemia ha puesto ante un espejo una realidad que veníamos advirtiendo hace tiempo: la gente puede tener internet y no saber usar el correo electrónico. Hay falsa seguridad de sentir que estás en la Red cuando, en realidad, hay una brecha de conocimiento y de contenido, de saber el por qué y para qué puede ser útil internet. Seguimos teniendo mucho camino por recorrer. Los negocios, por ejemplo, no están digitalizados. Tienen conexión, pero falta formación para saber sacar partido a esas herramientas y adaptarlas a cada necesidad.
– Sí, y nos puede afectar a todos y en diferentes ámbitos. En los autónomos a nivel profesional; en los más mayores a nivel social. Por eso nosotros siempre hablamos de ayudar a personas, no a colectivos. Y hacemos talleres de muchos ámbitos diferentes.
– Nos ha costado mucho. Cuando empezamos se creía que era voluntariado 'online', que llevábamos la web o las redes sociales de otros. Pero nosotros enseñamos qué es la tecnología y sus herramientas, para que las personas puedan sacarle partido. Muchas veces se ha confundido eso con activismo. Tenemos la marca registrada y hemos tenido que pedir a los partidos políticos que no la usaran en esos términos. En 2021 cumplimos 20 años y en Europa nos han premiado ya precisamente por ayudar a la transformación digital.
– Hay que tener en cuenta que la mitad de la población mundial aún no tiene acceso a internet. Son los sin voz. Son de países muy concretos y, en general, la vulnerabilidad digital les afecta más. Se entiende más el voluntariado digital que al principio, pero creo que siguen faltan muchas herramientas para llevar a cabo el cierre de esta brecha digital, especialmente en el tercer sector. Emprender no es fácil y a nivel social más complicado. Pero cuando tienes una buena idea, un buen fin y tienes claro tu objetivo, hay que perseverar. No te puedes dejar derrotar por las dificultades. Hay que ver que lo que consigues es más fuerte que esos obstáculos.
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