Álex Rayón
«Es difícil desarrollar la IA en una democracia como la europea»Álex Rayón
«Es difícil desarrollar la IA en una democracia como la europea»DeepSeek, una discreta empresa china fundada hace solo un año, ha puesto patas arriba el sector de la inteligencia artificial generativa. Su chatbot R1, desarrollado en dos meses y cuyo funcionamiento se asemeja mucho al de ChatGPT, ha sorprendido al mundo porque se ha creado en un país que tiene vetado el acceso a los procesadores más potentes y porque solo ha requerido una inversión de 5,6 millones de dólares, en torno al 5% de lo que cuesta su competidor estadounidense.
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Álex Rayón, consejero delegado de Brain and Code (cerebro y código), está convencido de que se trata de un hito que va a sacudir este incipiente campo, y que ha abierto los ojos de muchos científicos y empresarios a una realidad a la que estaban dando la espalda: la del desarrollo científico de China. «Se han dado cuenta de que no solo fabrican móviles, sino que el país destaca en todos los ámbitos de la tecnología», sentencia.
- ¿Cómo ha logrado DeepSeek crear su modelo con tan pocos recursos?
- No lo sabemos a ciencia cierta, pero hay cuatro hipótesis. La primera es que lo hayan conseguido con un nuevo paradigma de entrenamiento. Sería un descubrimiento científico muy significativo, porque nos permitiría emular cómo trabaja el ser humano de una manera diferente. Pero me cuesta creer que solo con eso hayan logrado un ahorro tan grande. La segunda, que es una hipótesis más especulativa, es que se hayan valido de la propia salida de ChatGPT. Es lo que denuncia esa empresa. La que más plausible me parece es la tercera, que sea gracias a que el modelo se centra en cosas muy concretas. O sea, en las tareas con las que se evalúa. Por ejemplo, en el razonamiento, la lógica simbólica y la matemática más fundamentalista. Si le pides otras tareas, no las hace, lo que me lleva a pesar que no es lo mismo que ChatGPT. Que no son comparables. Y la cuarta hipótesis es que se deba a que solo habla chino e inglés. Para el resto de idiomas hace traducciones.
- Parece un buen reflejo de la carrera por el control de la IA, que se antoja exclusiva de China y Estados Unidos.
- Yo no diría que es una carrera. Están corriendo en paralelo. Y ni siquiera sé si en la misma dirección. Están tratando de recrear el pensamiento humano con reglas de juego muy diferentes que reflejan los valores de cada sociedad. En Estados Unidos se pone al individuo en el centro y los intereses económicos privados tienen más fuerza, mientras que en China hay una jerarquía mucho más marcada, de arriba abajo, con un liderazgo político claro que le da una gran ventaja en el desarrollo de tecnología.
- Mientras tanto, Europa trata de erigirse en árbitro de este partido…
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- Estoy muy preocupado por el rumbo de Europa. En este campo estamos como con los vehículos eléctricos. Importamos tecnología que encima subvencionamos y, además, perjudicamos a nuestro tejido empresarial. Por otro lado, usamos la tecnología extranjera de forma masiva, hasta el punto de que dependemos de ella porque no hay alternativas. Si es estadounidense no nos preocupa mucho. Pero estos modelos de IA son una infraestructura cognitiva, para pensar, para consultar, para trabajar, diseñada según unos valores concretos. Si importamos esa infraestructura, llega como ha sido diseñada. Ser árbitro de una infraestructura construida con un propósito tan concreto me parece imposible. Habría que construir una propia, y creo que debería ser un activo público o, por lo menos, estar representado por alguien con un alineamiento público.
- ¿Es posible que Europa desarrolle su modelo de IA?
- Lo es si hay voluntad política y se destinan los recursos necesarios. Trump lo ha tenido claro y ahí está el proyecto Stargate. Pero Europa lo quiere todo y también destacar por sostenibilidad, diversidad, etc. Además, es una federación de países con intereses muy plurales en la que todos tienen que estar de acuerdo. Construir tecnología de forma tan democrática es difícil. Porque la velocidad lo es todo. Los modelos de OpenAI se tardan uno o dos meses en construir. ¿Se puede hacer en Europa? Sí, pero hay que cambiar muchas lógicas. Y no vale con meter dinero y más dinero, porque luego surgen problemas que reflejan bien proyectos como el del dron europeo o el Hiriko -el coche eléctrico vasco-, a los que se destina dinero para que acaben cayendo en el olvido sin dar resultado. Es más, soy escéptico con el modelo español ALIA, porque se ha desarrollado tratando de respetar la diversidad y otros asuntos, pero sin tener en cuenta al usuario. Y yo no digo que no sea importante la diversidad, pero a veces hay que sacrificar piezas en aras de la velocidad y luego ya se le irán sumando. Por eso no estamos en esta carrera.
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- Con el liderazgo tecnológico de personajes como Elon Musk y de países como China, da la sensación de que la IA está en manos de malvados.
- No montaría un proyecto con Musk, pero no diría que es malvado. Tiene una misión muy clara: trascender a la Humanidad y dejar un legado histórico. Por eso se reproduce tanto o pone en marcha proyectos para colonizar otros países. El problema es que se mezclan sus diferentes facetas. Como emprendedor tecnológico creo que puede ser el mayor aliado de la Humanidad; el problema es que ahora se está metiendo en toda la vertiente política. En cualquier caso, esta es una discusión que solo se produce en Europa, porque nos empeñamos en juzgar todo con nuestro marco ideológico. Y lo mismo sucede con China, a la que criticamos por el control que ejerce el Gobierno. Si no nos gustan, los consideramos malvados. Queremos un Twitter donde no haya censura, pero que la gente opine lo que nos gusta.
- ¿Es el declive de Alemania reflejo de lo que le sucede a Europa?
- Absolutamente. Estamos viendo lo que nos pasa sin darnos cuenta. Quitando Airbus, no sé qué le va a quedar a Europa, que estaba preparada para convivir con Estados Unidos pero quizá no para competir con otros actores, como China o India. Estamos muy acostumbrados a mandar y poco a competir.
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- ¿Debería preocuparnos este desarrollo de la IA?
- Yo creo que no somos conscientes de lo que estamos haciendo. Lo suelo explicar desde la conciencia. No estamos deteniendo a mirar la responsabilidad con la que se está construyendo. Yo creo que se está apelando a un sentido económico brutal, a un sentido de aplicación laboral brutal, y no se está pensando, por ejemplo, en muchas implicaciones morales que esto pueda tener. En torno a este tema creo que, además, hay que tener en cuenta que la IA puede confluir con otro camino que representa bien el proyecto Neuralink -un chip conectado al cerebro-. De hecho, Elon Musk es el epítome de esta confluencia que abre varios dilemas, porque si podemos conectar sistemas de IA al cerebro igual también podemos imbuír, por decir algo, el totalitarismo de Hitler desde que nace.
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