Isaías García Monge | Consejero de Agricultura en 1991, cuando la anterior gran sequía que asoló el campo de Castilla y León
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Isaías García Monge | Consejero de Agricultura en 1991, cuando la anterior gran sequía que asoló el campo de Castilla y León
A los pocos meses de asumir la responsabilidad de consejero de Agricultura de la Junta de Castilla y León, Isaías García Monge (Villalón de Campos, Valladolid, 1948) tuvo que hacer frente en 1992 a una pertinaz sequía de la que surgió el Plan urgente de acción especial para paliar los efectos de la sequía en Castilla y León y el Plan Estratégico 93-95 para el Sector Agrario de Castilla y León. Una treintena de años después, con la serenidad que da el paso del tiempo, García Monge recuerda aquellos momentos y echa una mirada a la situación actual.
–¿Cómo ve la actual situación?
–Muy preocupante. Pero con respecto a los años en los que yo tuve responsabilidades en esta materia, creo que el campo ha ido mejorando notablemente. Se pusieron entonces, hace 30 años, las ayudas de la PAC (Política Agraria Común), esenciales para garantizar la continuidad del sector agrario, pero también porque se ha mecanizado el campo, las explotaciones son más modernas. En una situación de normalidad climática el campo está mucho mejor que entonces.
–¿Es comparable la actual sequía a la de 1992?
–Creo que sí. En el año 92 fue una cosecha nula. Los cultivos necesitan una nascencia y una situación de desarrollo y si no llueve, puede ser catastrófico. Y ante esta situación lo que la administración tienen que hacer, como hicimos entonces, es poner medidas paliativas.
–Aquella sequía dio lugar a un Plan Urgente de Acción Especial en Castilla y León.
–Aquello fue un aporte de imaginación de todo el equipo de la Consejería de Agricultura de ver qué se podía hacer. Todavía no se había empezado a cobrar la PAC, por lo que situación era mucho peor desde el punto de vista económico.
–¿Qué destacaría de aquel plan?
–Empezamos a pensar en moratorias de impuestos, en exención de tasas y, sobre todo, una cosa que tuvo mucho éxito fueron los préstamos. El sector estaba descapitalizado, por lo que les facilitamos créditos bancarios para que pudieran realizar su actividad económica, porque los agricultores son empresarios. Del 12% que costaba el dinero, la Consejería puso 8 puntos y el resto, los agricultores, en un gran esfuerzo. Fue un incentivo para el sector, que ese año no tenía ingresos porque no había cosecha. Otra cosa que se incentivó mucho fueron los seguros agrarios. No existían, no había esa cultura. Incentivamos los seguros agrarios y el 25% de su coste lo pagaba la Consejería. Con todas esas medidas, el sector se recuperó y fue para adelante.
–¿Después de casi 30 años, hay medidas extrapolables de ese plan a la actual situación?
–¡Por supuesto! El Ministerio ha sacado una medida para paliar los efectos de la mala cosecha del año pasado, que también hubo sequía y grandes costes de producción por la guerra en Ucrania. Estamos en la cosecha siguiente, y en Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha se dice que está perdida; aquí está a punto de perderse: hay que poner medidas, y el Ministerio, las opas y la Consejería tienen que ponerse en marcha para decidir medidas que palíen esta situación catastrófica que se nos viene encima.
–¿Es importante el diálogo entre Gobierno y comunidad autónoma para una mejora de los sectores agrícola y ganadero?
–Es esencial que haya una coordinación entre los representantes de los agricultores, las opas (organizaciones profesionales agrarias), las administraciones autonómica y central y, sobre todo, la europea, que tiene fondos de reserva para estas situaciones de crisis que habrá que intentar poner en servicio de los agricultores.
–¿La sequía pone en evidencia la falta de un plan hidrológico nacional?
–Las sequías son situaciones cíclicas que podían evitase incrementando los regadíos. Para eso hay que aplicar un plan hidrológico nacional que ya estaba hecho en el año 1994. Cuando estaba Aznar de presidente lo dejó en macha y el siguiente Gobierno lo derogó. En ese plan se hablaba siempre de aguas sobrantes de un sitio que se mandaban a otro antes de llevarlas al mar. El canal del Cea es un ejemplo de aguas sobrantes que se aprovechan. Otro es la gran balsa de Villalón de Campos, se llena en invierno y en verano se vacía.
–¿Qué retos tiene el campo?
–Garantizar la continuidad del sector agrario, la ocupación y fijación de población en los pueblos. Es necesario mantener el nivel y la capacidad productiva. El sector agrario siempre ha existido, es esencial, tiene que mantenerse porque es los que da de comer a las ciudades.
–Desde su experiencia, ¿que palabras de ánimo envía a al sector?
–La juventud se tiene que dar cuenta de que tiene una empresa, de que tiene que continuar con ella, de que es rentable y viable, y de que, cuando tiene circunstancias extraordinarias, está la administración, porque tiene riesgos que no tiene ningún otro sector económico. Es importante la incorporación de jóvenes a la agricultura.
–¿Por dónde pasa el futuro del medio rural?
–Es necesario potenciar las cabeceras de comarca con servicios. El mundo rural tiene que seguir.
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