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Las gentes del campo estan festejando a su patrón, San Isidro, a pesar de que la realidad es tozuda y en este 2023 hay poco que celebrar, al menos desde el punto de vista agrícola.
La sequía, que de manera generalizada arrastra todo el país desde el pasado mes de diciembre, y las altas temperaturas de marzo y abril condicionan los resultados de un campaña que hace poco más de mes y medio no se presentaba con malas perspectivas.
Ofrecer datos a estas alturas es sumamente complicado, y más en una comunidad tan extensa como la castellana y leonesa, pero en vista de lo que muestra el campo, en muchas zonas ya se da por perdido hasta el 70% de la producción de cereal de secano. Las esperanzas de los agricultores se rebajan al ritmo de sus cosechas con cada día que pasa y la lluvia no hace acto de presencia. Igualmente, estas altas temperaturas no favorecen el llenado de las espigas por lo que habrá parcelas en las que no va a merecer la pena ni entrar a cosechar.
El pasado 28 de abril fue el día más caluroso en dicho mes desde 1944 en dos observatorios principales de Castilla y León. En concreto, se registraron 29,8 grados en Villafría (Burgos) y el segundo punto que marcó máximos históricos fue Soria, con 30 grados. Además, abril se despidió con una supercélula que recorrió parte de las provincias de Palencia, Burgos y Soria en dirección sureste, dando lugar a precipitaciones intensas y granizadas singulares, destrozando así lo poco bueno que pudiera quedar en algunas parcelas.
Pero la cosecha de este año viene marcada por la preocupación desde el mismo momento en el que se inició la sementera, la más cara de la historia según coincide todo el sector agrario. En 2020, sembrar una hectárea de cereal de secano, sin contar amortización, ni renta ni mano de obra, tenía un coste de unos 500 euros y ahora ronda los 1.200 euros. De manera estimada, el gasóleo se pagaba a 0,60 euros el litro hace dos años y en esta campaña ha saltado a 1,40 euros; el nitrogenado ha pasado de 240 a 800 euros la tonelada, y el abono, de 300 a 1.000 euros.
Con ese punto de partida y a la par que el tiempo se volvía adverso para los intereses agrarios, los profesionales no han dejado de mirar de reojo los vaivenes de precios en el cereal, sujetos a la volatilidad de los mercados internacionales y a todo lo que sucede en Ucrania desde que se produjera la invasión por parte de Rusia en febrero de 2022. De momento, se han ido sucediendo prórrogas del corredor que permite exportar cereales de los puertos ucranianos, la presente finaliza el 18 de mayo, ante las fuertes presiones de Rusia para que se le rebajen las sanciones que la comunidad internacional interpuso.
Esta situación se traslada a las lonjas y, de media, a finales del pasado mes de marzo, desde los precios máximos de cotización del último año, el trigo había perdido casi el 30% de su valor, la cebada el 31% y el maíz más de un 26%. A partir del 31 de mayo, momento en el que concluirá el plazo de presentación de solicitudes de la PAC, si no se produce una prórroga como se demanda por parte del sector, se conocerán los datos exactos de superficie, pero en la primera estimación del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación realizada en marzo sobre la siembra de cereal en Castilla y León, se refleja una pérdida de casi 60.000 hectáreas respecto a la campaña anterior, hasta un total de 1,7 millones de hectáreas de trigo, cebada, avena, centeno y triticale.
En cuanto a la campaña de riego, que en un principio se presentaba como normal a excepción del sistema Pisuerga-Bajo-Duero, se está complicando por momentos pues el inicio del riego se ha adelantado 40 días y eso puede hacer peligrar el remate final de los cultivos.
En la cuenca del Duero, la primavera está siendo especialmente seca. En concreto, en el sistema Pisuerga-Bajo Duero esta situación se encadena con un inicio de año hidrológico que supuso el cuarto peor arranque de los últimos 25 años para los embalses de Requejada, Cervera, Ruesga y Aguilar (12,0% de reservas), y posteriormente con una primera mitad de año hidrológico seca (1 de octubre de 2022 a 31 de marzo de 2023) en la que las aportaciones a esos embalses han sido el 20% inferiores a las habituales.
En este contexto, «unas precipitaciones de importancia en el mes de mayo serían fundamentales para que la campaña de riego pudiera desarrollarse con mayores garantías en todos los sistemas de explotación», avanzan desde la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD).
Y al hilo de la agricultura, la ganadería. La sequía ha supuesto un incremento de costes para todos los sectores ganaderos y, de momento, ya ha disparado el precio de la paja porque las reservas que quedan cada vez son menos y porque la cosecha que se avecina no va a ser suficiente. En el ganado extensivo ya se nota la ausencia de pastos, tampoco hay forraje y lo que se consigue es a precios desorbitados.
Pero dicho todo esto, el sector agrario va a seguir adelante con otras condiciones de juego, pero adelante. Las historias que se cuentan en este suplemento son un ejemplo de que el campo se adapta a los tiempos.
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