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Los tres casos de influenza o gripe aviar que se han detectado a lo largo de esta semana en aves silvestres en la región y, sobre todo, el cuarto foco declarado en una explotación de pavos en la provincia de Segovia, plantean un problema económico- ... comercial al sector que mira temeroso la situación sanitaria y con cierta incertidumbre lo que pueda suceder con la exportación.
Castilla y León es un referente en el sector avícola y se sitúa como segundo productor de huevos a nivel nacional y cuarto en producción de pollos. Cada año se crían en las granjas de la región 56 millones de estos animales y a diario se recogen ocho millones de huevos. Su facturación ronda los 500 millones de euros anuales y supone alrededor del 12% de la producción final ganadera.
Los casos surgidos en Castilla y León
Silvia G. Rojo
El valor de la exportación no ha dejado de crecer en los últimos años y durante los diez primeros meses de 2021, esa cifra comercial alcanzó los 72,8 millones de euros, un valor superior a los 58,3 millones del mismo periodo de 2020 o los 57,2 millones de 2019, según los datos de la Consejería de Hacienda. La cifra más importante corresponde a la exportación de las diferentes especies domésticas vivas, por valor de 37,2 millones de euros, seguido de huevos con 24 millones.
La influenza aviar es una enfermedad viral que puede afectar tanto a las aves domésticas como a las silvestres, aunque también se han aislado, con menos frecuencia, en otras especies de mamíferos, incluso en el ser humano. En este sentido, el Colegio de Veterinarios de Castilla y León ha hecho un llamamiento a la tranquilidad y descartan el riesgo de pandemia, siempre extremando las precauciones.
Los brotes de influenza aviar pueden tener consecuencias económicas muy importantes para la industria avícola debido al elevado nivel de mortandad en sus parvadas, a menudo con tasas del 50% aproximadamente. La contención de los brotes exige sacrificar aves sanas y restringe el comercio internacional de aves vivas y sus productos. En la región esta misma semana se han sacrificado más de 18.000 animales en Segovia, pero la cifra resulta ridícula si se compara con los 25 millones que lleva Italia. Los expertos coinciden en que España era el último reducto europeo libre de la enfermedad, con situaciones mucho más acusadas en Francia o la costa de Bélgica y Holanda.
Fuentes de la Delegación del Gobierno en Castilla y León aclaran que ese impacto económico-comercial «produce al país que lo padece restricciones unilaterales del comercio de aves vivas y sus productos, huevos y carne fundamentalmente». De este modo, las empresas exportadoras «pueden ver cerrados sus mercados internacionales durante un largo periodo de tiempo, tres meses después del último foco declarado, aunque la realidad es que depende de la apertura del país receptor de la mercancía».
España mantiene acuerdos comerciales con 254 países y hasta la fecha son 38 los que han cerrado sus fronteras. Entre ellos se encuentra Japón, Corea del Sur, Egipto o Kenia. También aparecen Israel y el norte de África, los principales destinos de exportación de los huevos de consumo humano que se producen en la región.
«Con la comercialización interior no tienes problema», explica Agustín de Prada, director de la Asociación de Avicultores de Castilla y León (ASCLEA). En este mercado interior están incluidos todos los países de la Unión Europea. «En estos días hay incertidumbre, cierto nerviosismo, tanto aquí como en los países de destino, pero el Ministerio de Agricultura ha enviado cartas explicando la situación, dónde se localizan los radios de seguridad. Estamos en ese momento en el que se cierra y luego se pregunta, pero en la mayoría de los casos no habrá restricciones».
«Son granjeros»
De Prada describe el perfil de estas empresas exportadoras de la región: «son granjeros, no multinacionales, que tienen sus explotaciones ubicadas en el medio rural desde hace muchos años».
Por su parte, Enrique de Prado, presidente de Interpalm, la Asociación Interprofesional de las Palmípedas Grasas, observa la situación con un poco más de escepticismo: «Se podrán retomar las exportaciones tres meses después del último foco, pero se abre otra negociación. En una reunión con el Ministerio esta semana un comercializador explicaba que la última vez, en 2017, hubo quien tardó año y medio en abrir y eso es lo que esperaron para volver a mandar productos porque se hacían de rogar».
Hasta este momento, España era el único país de la UE que podía exportar, «estamos bastante bien históricamente por la situación geográfica de paso de aves».
Enrique de Prado también habla como uno de los propietarios de la empresa Selectos de Castilla, ubicada en la localidad palentina de Villamartín de Campos, dedicada a la cría de patos y posterior elaboración de foie gras, magrets o confits, entre otros.
«De momento, esta restricción nos afecta con un envío que teníamos para Japón» explica, «pero es verdad que la carne fresca se puede congelar o los procesos enlatados aguantan, pero la gente que exporta huevos para incubar, por ejemplo, no puede esperar».
Según los datos de la Delegación del Gobierno, las dos empresas más importantes de genética avícola a nivel internacional están certificando sus exportaciones desde Valladolid. En concreto, una está dedicada a la genética avícola de puesta y otra a la genética avícola de carne y en 2021, exportaron más de 17,5 millones de animales a 39 países de destino. Al tratarse de genética avícola, existe un valor añadido de los animales.
A pesar de que Selectos de Castilla no ha sufrido nunca un foco de gripe aviar en sus instalaciones, de manera indirecta lo ha vivido. Un caso en la Laguna de la Nava en el año 2017 les obligó a tomar una serie de medidas, que en aquel momento –según relata Enrique de Prado– vivieron como «una odisea».
«Lo primero que tuvimos que hacer fue confinar las aves, las tienes que meter dentro de naves pero no teníamos capacidad en metros cuadrados para tantas por lo que metimos las que pudimos y conseguimos alquilar naves en otro pueblo donde las tuvimos unos cuatro meses», aclara en representación de esta empresa familiar palentina.
Su presencia en la zona supera los 30 años y hasta ese momento, «nunca había ocurrido algo similar, el día que te pasa y te cae esa losa piensas que tienes que prevenir el futuro».
Esa prevención llegó en forma de dos naves y una inversión de 320.000 euros. Estas naves están techadas en la parte de arriba y abiertas en los laterales y cada vez que sube el riesgo de enfermedad, como desde el pasado mes de noviembre, confinan allí a sus animales.
«El nivel de riesgo es alto cuando hay casos en todos los países vecinos y automáticamente es la regla, recoger a los animales, así que tienes que tener invertido aunque sea brutal».
El ganadero siente «la espada de Damocles» y asume que el sector vive «temeroso» lo que pueda ocurrir. «Hace seis meses estaba circulando en el sureste asiático y ya está aquí, la lucha se hace con medidas de bioseguridad para intentar evitar contraer el virus, al confinar a los animales evitas el contacto con aves silvestres, el posible vector para patos o gallinas camperas».
Esta situación complica el manejo de las explotaciones, «cuando tienes los animales fuera a pesar de que tienen su comedero y bebedero, siempre están comiendo, y cuando están dentro les debes poner paja todos los días y sacarla todas las semanas, no se pueden acumular heces, se vigila los siete días de la semana, el incremento de trabajo es brutal».
Este ganadero y productor tilda de «contradicción» el hecho de que estando al aire libre «tengamos que encerrarnos para protegernos».
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