Una granja de lombrices para elaborar abono orgánico en Burgos

Para elaborar el producto, en primer lugar reciben estiércol, ahora también de caballo, y una vez en la finca realizan un pre compostaje para que suba la temperatura y así eliminar patógenos. «Cuando han pasado un mes y medio o dos, lo trasladamos a los lechos, que es el hábitat de las lombrices». Cada lecho tiene una superficie de dos metros cuadrados y se calcula que en cada uno de ellos pueden habitar unas 80.000 lombrices. En Vermiduero cuentan con 700 lechos.

«Las lombrices ingieren, trituran y digieren el residuo orgánico, descomponiéndolo gracias a la acción de sus enzimas digestivas y de la microflora presente en el interior de su intestino. Una vez expulsado, el material es sometido a una fase de maduración donde intervienen los microorganismos que conviven en el mismo medio que las lombrices y terminan de degradarlo«. Al cabo de unos 6 meses, se obtiene el humus de lombriz maduro y listo para su uso aunque estos profesionales dejan más tiempo de maduración, »al final, se tarda un año en sacar el humus«.

Nazareth aclara que a la hora de extraerlo «lo hacemos en una especie de cajas de frutas en las que echas comida nueva, un cebo, para después cribarlo y devolver las lombrices. En el humus no debería haber ninguna, es un proceso delicado«.

Además de en sacas, el humus también se comercializa de manera líquida y en palabras de la experta, «se puede utilizar para todo, desde huertas, jardines, frutales, hortícolas o viñedo».

Entre las características de este abono se valora que es rico en materia orgánica y nutrientes, que mejoran las propiedades físicas, químicas y microbiológicas del suelo. Además posee auxinas y ácidos húmicos y fúlvicos, los cuales estimulan los procesos biológicos de la planta.

Aunque el proyecto comenzó a fraguarse hace cinco años, fue en 2020 cuando empezó a funcionar. «Estamos contentos, trabajamos con bastantes bodegas de la zona, también hacemos bastantes operaciones en Andalucía y el efecto del boca a boca funciona».

Este tipo de explotaciones no alcanzan las 80 en todo el país y en Castilla y León, «creo que no somos más de dos o tres, no es fácil empezar, cada explotación tiene sus particularidades y al final, esto es mucho prueba error», concluye Nazareth.